Terroristas islámicos valiéndose de coyotes mexicanos para atravesar a pie la frontera sur de Estados Unidos es un tema prometedor para un guión de cine repleto de acción. De hecho, este argumento ya fue usado y, en cierto modo, desperdiciado en Sicario, el Día del Soldado (2018).
En esa película, la relación de los carteles de drogas con el extremismo islámico tuvo un papel periférico en la trama que se concentra en narrar cómo Washington montó una operación secreta para detonar una guerra entre los carteles mexicanos, como antídoto contra la entrada de inmigrantes ilegales en el país. Sin embargo, El día del Soldado hace un diagnóstico certero en mostrar que no existe barrera entre aquellos que trafican personas y drogas a Estados Unidos. La realidad generalmente es mucho más compleja e incluso más increíble que la ficción. Los extremistas islámicos pueden estar usando esa misma ruta para alcanzar los Estados Unidos.
En octubre, las autoridades de Guatemala identificaron a 232 personas provenientes de por lo menos 13 países de África y Asia que estaban infiltrados en la caravana de los migrantes. Entre ellos fueron registrados ciudadanos provenientes de Bangladesh, Eritrea, Pakistán y Somalia. Estos cuatro países forman parte de una lista del Departamento de Seguridad (DHS) que “tiene mostrado una tendencia de promover, producir o protege las organizaciones terroristas”.
Los Special Interest Aliens (SIA), como se definen los viajeros originarios de esos países, intentaron mimetizarse entre los inmigrantes centroamericanos. Los SIA fueron fotografiados, registrados y deportados. Como ninguno de ellos fue efectivamente preso, la expulsión sirvió como una ayuda para seguir adelante.
“Deportación”, según la legislación de Guatemala, significa salir del país en el plazo indicado por las autoridades. Los hombres siguieron con la caravana hacia la frontera con México y muy probable ahora están entre los que crean disturbios en la frontera con los Estados Unidos.
Según los datos del gobierno de Guatemala, los infiltrados en la caravana son en su mayoría hombres con edad entre 25 y 45 años. Todos indocumentados. Cuando son localizados por las autoridades migratorias solo pueden ser registrados de acuerdo con sus autodeclaraciones: nombres, edades y nacionalidades, sin garantía alguna de que ellos sean realmente quienes dicen ser o provienen de donde declaran haber salido.
Como ejemplo están los casos de Zain Ashfaq y Muhammad Imran Shaid, cuyas fichas de identificación fueron reproducidas. Toda la información contenida en el documento fue suministrada oralmente por los dos hombres, sin ningún tipo de confirmación posible.
El gobierno de Estados Unidos está proporcionando ayuda tecnológica a los centroamericanos en el intento de identificar a personas como Ashfaq y Shaid. Según un oficial guatemalteco, los dos son ejemplos del desafío para la seguridad: “Ellos son solamente lo que dicen ser. No hay cómo saber si dicen la verdad o si construyen un personaje para ocultar sus planes reales. Verificar las historias es una tarea muy difícil”.
En octubre, la secretaria del Departamento de Seguridad, Kirstjen Nilsen, reconoció públicamente la presencia de SIAs entre los migrantes de la caravana.
Los primeros síntomas del oportunismo de posibles extremistas islámicos en las rutas de migración de centroamericanos aparecieron en 2016, cuando 44 sirios fueron identificados en Guatemala, algunos con documentos falsos y por lo menos uno con posibles vínculos con el Estado Islámico.
Todos los “sirios” intentaban llegar por tierra a Estados Unidos. Algunos de ellos relataron haber entrado al continente por Brasil. Desde 2013, el país suramericano ha proporcionado visados humanitarios para sirios. Además de aquellos que huyen de la guerra civil en el país de Oriente Medio, Brasil es buscado como puerta de América del Sur por poseer una política de refugio altamente permisiva.
De acuerdo con las leyes de Brasil, cualquier ciudadano, sin importar su nacionalidad, puede requerir refugio tras entrar a ese país. No necesita presentar documento alguno. Por las reglas vigentes, lo que vale es la autodeclaración de las personas.
Oficiales de la Policía Federal, que trabajan en algunos de los principales aeropuertos de Brasil, relatan casos de inmigrantes que flagrantemente mienten sobre el origen, pero que son aceptados y obtienen documentos brasileños emitidos con los datos que ellos suministraron.
“Por una fragilidad en la ley, el Estado brasileño puede estar ayudando a forjar falsas identidades todos los días en nuestros puestos de inmigración”, reconoce un policía del Aeropuerto Internacional de São Paulo, el más grande del país.
En mayo de 2018, la inteligencia guatemalteca se vio ante un caso perturbador. Cinco hombres que se decían paquistaníes fueron detectados por tránsito ilegal. Las investigaciones concluyeron que el ingreso en Guatemala era el más pequeño de los problemas. Todos habían mentido sobre la nacionalidad.
Los investigadores descubrieron que se trataba de palestinos que intentaban atravesar el país sin dejar rastro, usando la misma ruta terrestre que cinco meses después vendría a ser seguida por la caravana de los inmigrantes rumbo a Estados Unidos. Los palestinos entraron en Guatemala por la ciudad hondureña de Agua Caliente y pretendían ingresar en México por el puesto fronterizo de Tecún Umán.
Según un trabajo de campo realizado por Joseph Humire, director ejecutivo del Center for a Secure Free Society, con sede en Washington, que en octubre entrevistó a algunos de los integrantes de la caravana, los infiltrados poseen un tipo de apoyo financiero y logístico diferenciado.
Humire relata que los inmigrantes centroamericanos dicen que los SIA viajan la mayor parte del tiempo en vehículos y que ellos tienen atención prioritaria en puestos de control fronterizos.
“La información que Guatemala ha logrado identificar a algunos extranjeros clasificados como SIA sugiere que mucho más pueden haberse infiltrado en la caravana”, dice el experto.
No es posible afirmar que terroristas Islámicos aprovechen la caravana de los inmigrantes para entrar en Estados Unidos. Sin embargo, de la misma manera no se puede ignorar, en la misma proporción, que grupos terroristas del Medio Oriente, África y Asia utilizan las mismas rutas para atravesar la frontera de México con Estados Unidos.
Los primeros inmigrantes ya empezaron a llegar en la frontera americana después de más de un mes de caminada. La emergencia de un problema humanitario puede ser la cobertura ideal y segura para intentar alcanzar el territorio americano.
Estos 232 SIA infiltrados en la marcha no son víctimas de la violencia de las maras centroamericanas o de la falta de oportunidades económicas en Honduras, El Salvador o Guatemala. Muy poco se conoce sobre cada uno de ellos. Es una situación tan nebulosa, que lo más prudente, en todos los sentidos, es considerar que no todo es exactamente lo que parece ser.
Esto se torna más recomendable en causas con tendencia a aglutinar substancial apoyo popular, como en los crisis humanitarios. La emergencia inherente de estas situaciones obliga a las autoridades a priorizar la mitigación del sufrimiento humano. Esta es una decisión imposible de no tomar para cualquier gobernante comprometido con los valores fundamentales. Pero estos mismos mandatarios no se pueden permitir ceder a la presión de organizaciones no gubernamentales, sectores de la población y de la prensa ignorando principios básicos de seguridad.
En los últimos dos años, Alemania, Francia, Inglaterra y Turquía registraron atentados cometidos por refugiados. Hombres que utilizaron uno de los valores más nobles de la civilización justamente para atacarla.
Acuñado en la Grecia Antigua, los conceptos de refugio y asilo hacen parte de las bases de nuestras sociedades occidentales. Justamente por esto, los enemigos de Occidente no ven problema alguno en manchar el valor de santuario que está en el centro de las medidas. No se trata de criminalizar al asilado o rechazar la protección a los seres humanos que son perseguidos. Pero no se puede permitir que países ignoren que organizaciones criminales y terroristas utilizan los valores occidentales para justamente hacer daño a la región.
La misma civilización griega que nos legó el estatuto del asilo también nos enseñó otra lección: la del caballo de Troya. Los griegos utilizaron un subterfugio para vencer una barrera considerada impenetrable. Lo que pasó después que el “regalo” atravesó las murallas no es preciso recordarlo. La historia es demasiadamente conocida.
Leonardo Coutinho es periodista e investigador brasileño. Es autor del libro “Hugo Chávez o Espectro” (Brasil, 2018).