Una salvadoreña con ciudadanía estadounidense, luego de hacer turismo en Guatemala, vivió un mal momento en la frontera de Anguiatú el domingo, ya que un agente de migración le obligó a pagar $ 30 para reingresar a El Salvador, aduciendo que evitó el control migratorio cuando salió del país rumbo a Esquipulas, departamento de Chiquimula.
Elizabeth M. (nombre ficticio, para proteger su identidad) decidió visitar el viernes el Cristo Negro de Esquipulas junto con su hija, yerno y nietos, también estadounidenses. Alquilaron un microbús y entusiasmados partieron de su vivienda en Sonsonate, en El Salvador, a las 6 am.
Al salir de El Salvador lo hicieron con su pasaporte de Estados Unidos y, cuando llegaron a migración de Guatemala (Aduana La Ermita), le informaron que no era necesario que su documento de viaje fuera sellado y que, para volver al país, solo debía de presentar un ticket que demostraba la fecha y hora de su salida del país.
Sin embargo, luego de disfrutar el sábado y el domingo de este famoso destino turístico los buenos recuerdos de esta salvadoreña se desvanecieron.
Presentó su pasaporte a un agente de migración de Guatemala pero, en vez de desearle buen viaje, le informó que, por la falta del sello de ingreso en el pasaporte, no podía volver a El Salvador si no pagaba una multa de 200 quetzales (aproximadamente $ 30) y que su pasaporte quedaba decomisado.
“Yo le pedí que me devolviera el pasaporte porque un agente de migración no es un policía y no puede decomisar un documento, él es como un secretario o alguien que hace un trámite administrativo, yo me quedé convencida de que la corrupción es lo que hace que mi país no salga adelante y lo que viví me convenció de no volver a Guatemala”, relató la turista a elsalvador.com.
Pero antes de hacer el pago, ella vivió otro momento crítico. El banco donde debía hacer el pago, ubicado en la misma Aduana La Ermita, no le aceptaba que cancelara la multa en dólares porque ella no tenía cuenta y porque no portaba billetes de $ 50 ni de $ 100 para cambiarlos.
“El banco me dijo que no me podía aceptar el pago en dólares porque primero debía de cambiarlos a quetzales pero eso tampoco se podía porque debía tener una cuenta de ahorro con ellos y solo me aceptaban billetes de alta denominación, ¿cómo una persona que no vive ni trabaja en Guatemala va a tener una cuenta?”, cuestionó la turista.
Al final Elizabeth esperó a que llegara una cambista para obtener quetzales por dólares y logró pagar justo cuando la agencia bancaria iba a cerrar (al mediodía del domingo).
“Si no pagaba hubiera tenido que esperar hasta ayer lunes a que abrieran el banco, es pura corrupción, por eso seguimos mal”, insistió la salvadoreño-estadounidense.
La cambista incluso le dijo a la turista que los agentes de migración que estaban en ese momento “eran de cuidado” y que con frecuencia cometían esa arbitrariedad.
“Ellos no me dijeron ni qué ley estaba violando, ni qué artículo, nada, simplemente vieron en mí los dólares”, afirmó.
Cuando pasó al lado salvadoreño ella buscó a una agente de migración y a la Policía Nacional Civil. Su sorpresa fue que la agente le explicó que, precisamente, el no estampar los sellos en los pasaportes es una “vieja costumbre” de los oficiales de migración de Guatemala de la Aduana La Ermita para obligar a que la gente pague la multa.
“Lo que me dijo la oficial de migración de El Salvador es que le dicen a los salvadoreños que viajan con pasaporte que no es necesario el sello de ingreso a Guatemala, que es suficiente con el ticket que dan pero al regreso cobran, creo que eso confirma que es una práctica ilegal que deberían de investigar porque hay gente que se está lucrando de ese dinero”, añadió.
Ella relata que la agente de migración salvadoreña le recomendó que siempre se debe de sellar el pasaporte, incluso cuando es viaje de día o si se regresará al país por otra frontera, y que estos casos se dan con mayor frecuencia con menores de edad.
“Sentí que me trataron como una persona ilegal, uno es honesto, trabaja para conocer su país y otros países, no viene uno a robar o a violar la ley”, subrayó Montes.
La salvadoreña volvió a su natal Sonsonate, cansada y molesta, según dijo. Pasó casi tres horas en la frontera y se tardó casi seis en llegar a su casa.