Con la juramentación de Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, el primer país de la región que lo reconoció en el cargo fue Estados Unidos.
La acción, aunque previsible, desató la ira del régimen de Nicolás Maduro, quien desde el Palacio de Miraflores señaló el 23 de enero que rompía relaciones con el gobierno norteamericano, mero formalismo en una situación con mucha tierra de por medio desde hace años.
Maduro le dio 72 horas a los diplomáticos norteamericanos para salir de territorio venezolano; sin embargo, no todos saldrán del país suramericano por decisión propia del gobierno de Trump.
De acuerdo con información de la agencia de noticias AFP, el personal diplomático “no esencial” será el que se retire de Venezuela y ponga rumbo a su país, esto sin descuidar ni dejar de realizar las labores en la embajada norteamericana en Caracas.
El Departamento de Estado fue el encargado de asumir el hecho al recordar que emitió una “alerta de seguridad” en la que también solicitó a los ciudadanos estadounidenses que se encuentren en Venezuela que “consideren seriamente” abandonar dicho país.