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Han llegado al Congreso de Estados Unidos para exigir en su calidad de ciudadanos estadounidenses que el pleno del legislativo federal, en ambas Cámaras, abra la discusión para encontrar una solución a los más de 400 mil beneficiarios del Estatus de Protección Temporal, TPS.

Este grupo de niños y jóvenes provenientes de la ciudad de Boston, en el estado de Massachussets, llegó a Washington DC el lunes 12 de febrero para mostrar una obra singular de teatro llamada “El último sueño”. La puesta en escena representa el drama de sus propias vidas, marcado por la incertidumbre de que sus padres día con día ven pasar las hojas del calendario hacia la expiración definitiva del estatus legal que vencerá el 9 de septiembre de este año para los salvadoreños.

Con un montaje sencillo tratan de recrear sus vidas en escena, esta vez en uno de los salones del Edificio Cannon de la Cámara de Representantes, al que asistieron un par de congresistas de su estado para apoyarles. La obra explora los sentimientos de un grupo de niños y jóvenes que temen quedarse solos en Estados Unidos si sus padres son deportados.

“Ya la hemos presentado cuatro veces, aunque venimos trabajándola por ya casi

un año, y cada vez es una sensación de tristeza que me da porque uno sabe que el Gobierno está detrás de todo esto que nos está rompiendo el corazón y es una pesadilla completa”, comenta el joven Kevin Palma, uno de los integrantes del elenco que ha sido apoyado por un grupo de pedagogos y un profesor de teatro que vio una oportunidad de articular una historia de vida en las tablas.

Por tratarse de una pieza que recrea sus vidas, la actuación del pasado lunes terminó en una catarsis colectiva: el llanto de uno de los niños, cuyo padre ya fue deportado y la familia salvadoreña que lo ha acogido es beneficiaria del TPS, contagió a sus compañeros de escena y al salón ocupado por funcionarios de oficinas de congresistas, medios de comunicación y familiares.

Jackeline Landaverde, una de las jóvenes que actúan en la pieza dice que es imposible evadir las lágrimas, porque al contar sus historias y ver en perspectiva el peligro al que se enfrentan –si no hay una solución definitiva con la residencia permanente para sus padres- ese miedo y la incertidumbre les ahogan en la angustia e impotencia.

“Nuestro propósito con esta obra es tocar corazones y creo que lo hemos logrado. A nosotros los actores se nos salen las lágrimas porque tenemos un compañero que ya sabe lo que es perder sus padres y estar solo. Nos trae lágrimas pensar que así podemos estar nosotros también”, agrega esta joven que se ha involucrado de lleno en el movimiento de apoyo a la Alianza Nacional del TPS para salvar el estatus legal de sus progenitores.

Desde la perspectiva de los padres, la situación no es para menos. Belinda Tejada, también llegó a Washington para acompañar a sus cuatro hijos que forman parte del elenco y para estar en la movilización que se realizó el martes 12 de febrero ante la Casa Blanca. La madre salvadoreña recorrió los salones del Senado y la Cámara de Representantes para dejar mensajes a los legisladores para instarles a que discutan alguna de las propuestas de ley para facilitar una vía a la legalización definitiva de inmigrantes como ella que han estado por más de 18 años de manera legal en el país.

Belinda dice que llegar a Washington para estar con estos niños y jóvenes que están alzando sus voces por sus padres, que no la tienen para defenderse, es una alegría infinita, y reflexiona que la deuda está entre los legisladores que hablan de otras temáticas de seguridad, pero no están contemplando al más de medio millón de menores de edad que son ciudadanos estadounidenses y cuyos padres corren el riesgo de ser deportados.

La congresista por el distrito 7 de Massachusetts, Ayanna Pressley acudió al salón del primer piso del Cannon, y al ver al grupo de jóvenes y niños sumidos en llanto, les agradeció haber llegado a Washington y les instó a mantenerse con valentía para luchar por sus padres. Pressley también se comprometió a utilizar todas sus facultades como legisladora para defender a estos ciudadanos estadounidenses que están siendo castigados por un presidente que se niega a entender la complejidad del tema migratorio.

El joven Kevin Palma dice que su llamado a otros hijos de beneficiarios del TPS es que no dejen solos a sus padres, porque hoy más que nunca necesitan de su apoyo. “Nosotros los jóvenes que nacimos acá somos ciudadanos americanos y tenemos todo el derecho a protestar y pelear por ellos para conseguir esa residencia permanente”, puntualiza.

La obra “The last dream” culmina con una imagen de fuerza simbólica, en una especie de pesadilla, con un telón de fondo negro, y en la oscuridad, un personaje siniestro con grandes garras observa desde lo alto a estos pequeños ciudadanos. Cristian, Brian, Kathy, Julia, Jackeline y Francisca son absorbidos por la oscuridad, y la pequeña que ha servido de hilo conductor a la historia llama a sus padres, invadida por el miedo. De la escena teatral un salto a la realidad: el padre de la menor y su madre corrieron a abrazarla al verla destrozada al concluir la obra.

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