El fútbol estadounidense es un producto que tardó en tomar forma. Ahora, el monstruo es incontrolable. La afirmación es sencilla: el deporte por excelencia del mundo entero tiene en Europa y Suramérica los principales semilleros de jugadores del planeta, con ligas cada vez más destacadas y que fin de semana a fin de semana obliga a sus seguidores a estar atentos al desarrollo de las jornadas.
Mientras eso sucede desde hace varias décadas, en territorio estadounidense los intentos por hacer del soccer una disciplina rentable tardaron en tener un efecto positivo.
La North American Soccer League fue el paso más impactante. Era la década de 1970 y Estados Unidos saludaba al mundo con una competencia que con sus millones de dólares a favor buscaba abrirse espacio entre las más importantes citas balompédicas del mundo; sin embargo, el dinero no siempre tiene la razón, mucho menos contra la historia, y en esa discusión todo estaba del lado de las ligas más consolidadas.
Aun así hubo guiños de parte de grandes estrellas del deporte, con Pelé como el más sobresaliente, dando los pasos finales de su carrera con el uniforme del New York Cosmos.
Pero eso no fue suficiente para que sus pares tomaran en serio la actividad que se gestaba en Norteamérica.
Una nueva oportunidad
Con mayor organización y la experiencia de ser un país acostumbrado a hacer del deporte un show y enorme negocio, en 1996 se celebró la primera temporada de la Major League Soccer (MLS), hoy en día el torneo por excelencia de los clubes estadounidenses y canadienses que lo conforman.
Con más preguntas que repuestas fue rodando el balón, pero la confianza no tardó en llegar.
Hoy, 23 años después, la MLS es una referencia obligatoria de la disciplina. Seleccionadores miran a Estados Unidos para seguir a sus futbolistas, esto con la intención de manejar cada detalle y llamar a los de mayor potencial y ayudar a su país.
En el camino fue mutando hasta lo que es hoy, una cita nada despreciable.
El primer llamado de atención llegó con adquisiciones desde Europa y la región americana que bien supuso un grito: la MLS servía como puente entre el futbolista en su etapa más alta y su retiro, siendo un país confiable y de enorme atractivo turístico, así como su músculo financiero, lo que abría las puertas a una camada de elementos de renombre que decían adiós en dicho territorio.
Carlos Valderrama, Cuauhtémoc Blanco, Rafael Márquez, Thierry Henry, David Villa. Son muchos los futbolistas de categoría mundial que desfilaron por la MLS antes de dar su adiós definitivo al fútbol; sin embargo, nuevamente las cosas cambiaron a favor. El viento ha soplado hacia adelante y la liga bien ha sabido aprovechar la situación con el fin de ver crecer a los suyos.
A la altura de Europa
En la actualidad los elogios sobre la MLS están por encima, muy por encima, de las críticas. Los aplausos llegan desde varias partes del planeta, pero sobre todo de parte de aquellos que hicieron pasantía ahí por corto o largo tiempo.
El más reciente aún hace vida en la liga: Matías Almeyda.
El argentino, actualmente entrenador del San Jose Earthquakes, no escondió su alegría por estar presente en Norteamérica para seguir alimentando su carrera como dirigente después de destacados años haciendo de las suyas sobre el campo.
Debutante esta temporada, el otrora jugador de la Albiceleste destacó que a diferencia del pasado, cuando se tomaban a piezas consolidadas, pero en su etapa final, para desarrollar el juego, hoy las cosas son distintas.
“Antiguamente se contrataban jugadores ya casi para el retiro, y hoy es al revés: se contratan jóvenes. La MLS está pegando un giro como para ser una liga que va a competir a la altura de las ligas europeas”, señaló en entrevista a Analítica Sports.
Tal vez, comparar a la MLS con las ligas europeas sería un pecado, pero no para Almeyda, quien aprovechó la ocasión para destacar el fortalecimiento con jóvenes futbolistas a través del draft universitario.
“Hay algunas cosas que están muy buenas con respecto a cómo copian a NBA, cómo organizan el sistema universitario y cómo hablan todos los entrenadores, la MLS le pide opinión a cada jugador sobre cómo se puede mejorar: están muy abiertos al diálogo, más allá de que las decisiones finales las toma la liga”, indicó.