Todos los días, cientos de turistas llegan a la Torre Willis para subir hasta el piso 133 y ver Chicago desde lo alto. El mirador, de piso a techo, es de vidrio. Los turistas pueden ver debajo de sus pies la ciudad a 443 metros de altura.
La mañana del lunes, una mujer se encontraba con sus hijos contemplando la vista desde el balcón de cristal cuando escuchó un crujido. La repisa se había quebrado y miles de piezas diminutas de vidrio volaron por todo el lugar, según contaron varios testigos a la cadena de televisión estadounidense CBS 2.
Los visitantes entraron en pánico y comenzaron a gritar, mientras la mujer y sus hijos permanecían inmóviles, como en shock, y en silencio.
Sentir que el piso del segundo edificio más alto de Estados Unidos, solo por detrás del rascacielos One World Trade Center de Nueva York, de 541 metros, es una experiencia aterradora, dijeron otras personas a los medios del país.
Ante la preocupación, el administrador de la Torre Willis aseguró que nadie salió herido. Dijo que ningún visitante estuvo en peligro. Según él, solo se rasgó la parte superficial de la repisa y ningún elemento de la estructura está dañado.
“El recubrimiento protector que actúa como un protector de pantalla para la repisa tuvo algunas grietas menores. Nadie estuvo en peligro y el Ledge se cerró de inmediato. Reemplazamos el recubrimiento el lunes por la noche y la repisa estuvo abierta el día martes como de costumbre”, explicó en un comunicado.
Sin embargo, esta no es la primera vez que el protector se rompe. De hecho, en mayo de 2014 la capa de una de las ventanas se reventó de la misma manera.
La Torre Willis se construyó en 1973 y, un año más tarde, abrió las puertas al público. Ahora es uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad.