Una semana después de que el salvadoreño Óscar Martínez, de 25 años, y su hija Valeria, de 21 meses, murieron ahogados en el río Bravo, en México, en su intento por cruzar rumbo a Estados Unidos, sus cadáveres fueron repatriados a El Salvador vía terrestre para darles sepultura.
La comitiva que trasladó a las víctimas ingresó a la frontera La Hachadura, en Ahuachapán, pasadas las 8:30 am de este domingo; media hora después salió con rumbo a San Salvador. Las autoridades han informado que padre e hija serán enterrados en el cementerio La Bermeja, de San Salvador, en una ceremonia privada a petición de la familia.
Cerca de las 11:00 am, la caravana de vehículos ingresó al cementerio municipal, donde los restos de padre e hija será velados en la funeraria municipal del lugar.
Los salvadoreños intentaban llegar a los Estados Unidos.
Tania Vanessa Ávalos, esposa Óscar Martínez y madre de Valeria, regresó al país centroamericano acompañada de funcionarios de la embajada de El Salvador en México, el viernes 28 de junio. Cuando ocurrió la tragedia, ella cruzaba el río junto con sus dos parientes, pero fue rescatada.
El viernes, el cónsul salvadoreño en Monterrey, México, Rafael Rosales explicó que los cadáveres serían trasladados vía terrestre hacia territorio salvadoreño porque era un procedimiento más rápido y directo.
Este hecho ha causado conmoción y repudio en el ámbito internacional porque evidencia el drama que viven los migrantes de los países subdesarrollados, quienes se exponen a todo tipo de peligros en su intento por huir de la violencia social y la pobreza que hay en sus lugares de origen, como fue el caso Óscar y su bebé.
La estremecedora instantánea muestra los cuerpos de Óscar y su hija Valeria yaciendo boca abajo a la orilla del río del lado mexicano. La mitad superior del cuerpo de la pequeña está metida entre la camiseta y el torso del padre, lo que sugiere que el hombre trataba de protegerla de alguna forma en los últimos momentos de ambos.
En Matamoros, el mexicano Federico Peláez, quien conocía a Óscar, contó el jueves a Efe que el joven “se desesperó porque no calificó para que le dieran un número (en la garita fronteriza) y se le hizo fácil cruzar, se puso a la niña en la espalda y se los llevó la corriente”. Desde entonces, dice, no se han visto intentos de volver a cruzar el río.