Fue tal la avalancha de venezolanos y colombianos que se agolpó en las afueras del Centro Comunitario de Prados del Este, en la ciudad de Cúcuta, el pasado martes, que el operativo para abrir citas para el registro de nuevos colombianos, que se extendió hasta la medianoche de Venezuela, no pudo atender a todos aquellos que incluso acamparon en la noche en el lugar. Así lo reseña lanacionweb.com
Los que quedaron por fuera, sin embargo, al finalizar la tarde se consolaron con la promesa de que el miércoles serían atendidos, y para eso se ajustaron a las listas llevadas por los “líderes” de grupos de 30 personas. Sin embargo, ya alrededor de las 11:00 de la noche, cuando muchos se habían ido confiados en el compromiso, hubo “cambio de luces” y se quedó en que ellos serían los primeros en ser atendidos el 1 de agosto, fecha que se cambió al 2.
No obstante, al día siguiente nuevamente surgían rumores de que esas listas nada valían y que todo pudiera tratarse de ser un vil engaño para dispersar los campamentos nocturnos; otros refutaban esa versión, diciendo que no solo se cumpliría con la “palabra empeñada” (sic.-palabras de un efectivo del Ejército colombiano), sino que las listas –alrededor de 11, porque 23 habían sido dispensadas el martes- serían expuestas a las afueras de la sede ad hoc de la Registraduría.
Aunque varios medios de comunicación pedimos a un policía, quien en la mañana fue el único que proporcionaba información, la presencia de un vocero oficial, para que explicara por qué prácticamente se suspendía el operativo el miércoles –el segundo de los 2 días establecidos-. Guarecido, desde un portón, el gendarme cuidaba de que no entraran sino los encargados de los operativos, y los que incluso habiendo entrado en la noche, no pudieron ser atendidos, y que fueron llamados por una lista.
Otro de los rumores también indicaba que la orden vino de muy altos mandos de la Cancillería colombiana, pues se venían elecciones y no se podía atender a unas 1.600 personas que en cada operativo logran su cita. La relación del sufragio con el cumplimiento de un derecho constitucional que no se puede burlar, no la entendieron muchos de los presentes.
El fantasma de las listas y el bululú que en múltiples escenarios se vive en el Táchira, se trasladaron a unos cuantos metros de la frontera con Venezuela.
Fuente: La Patilla