Con 40 años de edad, el deportista normalmente ve el prefijo “ex” antes de hablar de su disciplina; sin embargo, en el caso de Manny Pacquiao, el tiempo no parece ser ese maestro que poco a poco va graduando y apartando a sus alumnos.
El filipino, campeón en ocho distintas categorías del boxeo (récord mundial), volvió a subir al cuadrilátero la noche del sábado 20 de julio para dictar una cátedra que culminó con el referí alzando su brazo para designarlo ganador de la justa.
Su rival: Keith Thurman.
Con el MGM Grand de Las Vegas a reventar, un escenario que el asiático ya ve como su hogar, la exhibición sorprendió a propios y extraños por lo que fue un arranque increíble. Apenas iniciado el careo, Pacquiao envió a la lona a su contrincante, uno que llegaba a la justa con invicto en 29 combates. El estadounidense, 10 años menor que su rival de turno, esperaba ser el dominante en la pelea, a la espera no solo de ser el supercampeón welter de la Asociación Mundial de Boxeo, quería acabar con la carrera de uno de los mejores pugilistas de la historia.
Pero nadie estaba más equivocado que él.
Paridad gradual
Luego de haber tumbado a su contrincante, Pacquiao se fue asentando más y más en el ensogado. Su velocidad hacía recordar a aquel combatiente que la pasada década dejaba enormes resúmenes de peleas en las que el resultado era común: él, nuevamente, mantenía la corona de su división.
Su combinación siempre finalizaba con una potente izquierda. Sus pies dictaban el ritmo de la riña y su guardia lo mantenía atento a cualquier arremetida; no obstante, Thurman logró sobreponerse de la caída y en el meridiano de la pelea empezó a mostrar señales de su boxeo, ese que lo hacía llegar a la prestigiosa cita con la casilla de derrotas inmaculada.
El norteamericano fue valiente e impactó en repetidas ocasiones la humanidad del filipino, desgastado por el paso de los minutos y los años. Aun así, la situación del primer asalto terminó siendo el punto de inflexión en un combate muy parejo.
Al finalizar, dos de los tres jueces vieron ganar al asiático, quien se coronó por decisión dividida.
Siempre agradecido
Pese a la dinámica que caracteriza al boxeo, la figura de Pacquiao ha trascendido por su trato con los rivales, prensa y fanáticos. Aunque sus derrotas también son recordadas, el también senador es uno de los tipos más carismáticos que alguna vez haya desfilado en dicha disciplina, algo que confirmó tras su triunfo ante Thurman.
“Fue divertido”, indicó el filipino a los medios presentes después de la lucha. “Mi rival es un buen luchador y boxeador. Era fuerte (…) creo que hizo todo lo que pudo, y yo hice todo lo que pude. Creo que esta noche hicimos felices a los aficionados porque fue una buena pelea”.
Por su parte, Thurman no se mostró molesto por el resultado.
“Él tenía la inercia porque me derribó en el primer asalto (…). Ojalá hubiera podido ofrecer un poco más para estar de igual a igual. Esta noche mi condicionamiento, mi rendimiento estuvieron un poco por debajo de los de Manny Pacquiao. Esta noche fue una bendición y una lección”, sostuvo.
La manera en que ambos analizaron el combate abre la puerta a una revancha más temprano que tarde.
De luto
Los focos del pugilismo estuvieron puestos sobre la mencionada pelea; sin embargo, días después toda la atención de las personas que viven del boxeo se centró a dos figuras que perdieron la vida después de disputar sendos careos el mismo fin de semana.
Uno de ellos fue el ruso Maxim Dadashev, de 28 años de edad, quien sufrió severas lesiones en su lucha contra el puertorriqueño Subriel Matías.
El europeo perdió la vida cuatro días después.
“La Federación de Boxeo de Rusia expresa sus profundas condolencias a la familia de Maxim y a sus amigos. Sentimos su muerte junto con ustedes”, manifestó el organismo a través de un comunicado.
Aunque salió de pie del cuadrilátero de Oxon Hill, en Maryland, una vez en los camerinos vomitó y se desplomó. Fue llevado inmediatamente a un centro de salud, donde los médicos que lo trataron le indujeron un coma para tratarlo, pero no fue suficiente.
48 horas después, el argentino Hugo Santillán, de 23 años, tuvo el mismo final que el ruso.
Los golpes de su pelea contra el uruguayo Eduardo Abreu en Buenos Aires generaron traumatismos en el cráneo, percance del cual no se sobrepuso.