Ante una abarrotada plaza Gerardo Barrios, el 1 de junio Nayib Bukele tomó posesión como el Presidente de la República para los siguientes cinco años. En un discurso con menos formalismos de lo usual, sin saludos a delegaciones invitadas o a los otros poderes del Estado, el mandatario optó por dirigirse a la población, a quien le anunció que ese día iniciaba “la nueva historia que vamos a construir juntos”.
Este mensaje coincide con la línea comunicacional de Bukele en su campaña. En esta hizo múltiples esfuerzos por desmarcarse de la política tradicional, llamando a sus adversarios “los mismos de siempre” y ofreciendo un cambio radical de paradigma.
Por ello, en su discurso inaugural, Bukele recordó su ofrecimiento de “pasar la página de la posguerra” y de forma triunfal anunció: “Hoy he venido acá para cumplir esa promesa”.
Casi cuatro meses antes, logró un 53.10% de los votos válidos, dejando muy atrás en el camino a las fórmulas de los partidos tradicionales, ARENA (que junto a PDC, PCN y DS alcanzó 31.72% de votos) y el FMLN, con un 14.41%. Esta victoria le ha dado a Bukele un amplio capital político.

CUMPLIMIENTO. El presidente Bukele cumplió 100 días de haber llegado al poder.
Sin embargo, el presidente lidera un partido apenas en formación, Nuevas Ideas, y corrió bajo la bandera de GANA, partido que solo cuenta con 10 de los 84 diputados de la Asamblea Legislativa. Esto supone un reto a la hora de negociar acuerdos para avanzar su agenda de políticas públicas.
En vista de que 100 días es un periodo corto, resulta complicado analizar una gestión con base en obras. Por ello, el objetivo de este análisis del periodo de “luna de miel” es estudiar si ha logrado transformar este capital político inicial en políticas efectivas, si ha sabido sentar las bases para un amplio diálogo y así ganar apoyos para sus iniciativas y si ha logrado, o no, desmarcarse de la política tradicional como anunció exhaustivamente en campaña.
“Medicina amarga”
En su discurso inaugural, Bukele comparó al país con un niño enfermo y advirtió que “nos toca ahora a todos tomar un poco de medicina amarga”, en referencia a posibles políticas poco agradables para tiempos difíciles.
Cien días después, es evidente que su apuesta principal ha sido el plan de control territorial, el cual ha supuesto patrullajes en las áreas metropolitanas más grandes del país, así como una declaratoria de emergencia de 75 días en los centros penales. Durante este periodo de plan de seguridad, ha habido una marcada reducción de homicidios, aunque las desapariciones se mantienen altas.
Aunque no se puede vincular la caída en muertes violentas exclusivamente al plan, lo cierto es que los primeros meses, salvo un despunte los primeros días de septiembre, han estado marcados por menos muertes que en la gestión anterior, lo cual suma a su gestión.
Para ejecutar este plan, el presidente ha solicitado al Legislativo reorientaciones presupuestarias, las cuales han sido avaladas casi por unanimidad. En este proceso ha hecho vía redes sociales y una cadena nacional presiones a los diputados para obtener votos. Si bien ese estilo puede ser efectivo por trasladar el costo político de un posible impasse a los legisladores, es peligroso que un mandatario equipare el rol fiscalizador y de limitación de la Asamblea con estar “en contra del pueblo”.
Fuente: El Salvador