Cuando un triunfo inesperado llega, la mejor manera de callar a los incrédulos es con otra victoria. Así lo hizo la pareja colombiana conformada por Robert Farah y Juan Sebastián Cabal luego de titularse en el dobles masculino del US Open 2019, sumando su segunda corona de Grand Slam consecutiva tras el histórico trofeo alzado poco más de un mes atrás en Wimbledon, la catedral del tenis.
En Nueva York, los suramericanos se hicieron sentir e hicieron del cemento de la Gran Manzana su nuevo santuario. Con el triunfo, la consagración de dos atletas que por separado brindaron sonrisas a su país; sin embargo, en conjunto la cosa fue mucho más allá, metiendo sus nombres en los libros de historias y demostrando que el deporte es una dinámica globalizada que no discrimina de nacionalidades.
Ante la sorpresa
Para quedarse con el último Major del calendario, el dúo colombiano vivió un andar un tanto distinto. Así como en cualquier deporte, el exponente o equipo suele ir de menos a más, empezando contra rivales de menor talla para luego ir incrementando la dosis de adrenalina y riesgo en su juego.
Pero en el US Open las cosas tomaron otro matiz.
Pese a medirse contra elementos de alta talla, en la final los colombianos derrotaron al español Marcel Granollers y el argentino Horacio Zeballos. La anécdota de estos últimos pasa porque solo habían disputado un torneo juntos, en Canadá un par de semanas atrás, pero como si se tratara de dos viejos conocidos que conoces de memoria su juego, alcanzaron la instancia por el título en uno de los escenarios más imponentes del deporte blanco.
Paso firme
Hasta hace un tiempo se podía pensar que la dupla Farah-Cabal pintaba a cosas importantes, pero no más allá de lo que podía ser una buena actuación en Copa Davis y ciertos matices coloridos en uno que otro evento del circuito ATP; sin embargo, su tenis se fue desarrollando de manera abrupta y positiva para imponerse en una modalidad emocionante.
En sus seis compromisos, los suramericanos apenas cedieron un set a pesar de haber formado parte de un cuadro donde el sorteo no fue nada sencillo. Nombres como los del uruguayo Pablo Cuevas, el holandés Robin Haase, y los británicos Daniel Evans y Jamie Murray aparecieron en su camino, pero cuando confías en tu juego y la solidez se hace cada vez más infranqueable conforme pasas horas sobre la pista, vencerte es casi imposible.
Farah y Cabal sabían que eran capaces de hacer cosas enormes, pero no fue sino hasta que se titularon en Wimbledon, siendo además la primera pareja latina en lograrlo, que destaparon la caja de pandora.
“Esto es irreal, maravilloso, que viaje que hemos dado”, dijo Cabal a AFP tras coronarse en el US Open. “Si me decías hace tres meses que esto iba a pasar no te creía”.
Por su parte, Farah calificó la final como “un partido duro”.
“Tuvimos que traer nuestro mejor juego, sabíamos que eran muy buenos, que han sido buenos jugadores individuales y buenos en dobles, era una difícil combinación. Haber podido lograr esto de la manera que lo hicimos y tener esta recompensa solo me deja feliz”, siguió.
Mientras tanto, luego de repetir la sensación de ser duelos de un Grand Slam y con ello la confianza de saberse los mejores del mundo, la pareja colombiana no dejó atrás lo obtenido en Londres.
“La primera vez siempre es más duro, es la que cuesta más para mí, pero ambas son muy especiales, cada torneo tiene su momento, cada título tiene su (toque) especial y no podemos quitarle su mérito y valor al US Open”, sostuvo Cabal.
Contundencia juvenil
Colombia tuvo más de un motivo para celebrar en el US Open, pues en la rama femenina de la categoría juvenil, una neogranadina alzó el trofeo de la manera más contundente posible.
María Camila Osorio, de apenas 17 años de edad, se impuso con comodidad a una local, Alexandra Yepifanova, con parciales de 6-1 y 6-0, en una paliza digna de admirar; no obstante, la actitud de la campeona fue lo que más llamó la atención de los presentes.
“Este es apenas es el comienzo”, prometió la colombiana en rueda de prensa tras ser la ganadora de la cita.
Pero el éxito siempre ha estado del lado de Osorio, quien brillaba con luz propia en la categoría, una que deberá dejar para enfrentarse al circuito profesional, uno con un ritmo y velocidad distintas a la cual espera acostumbrarse rápidamente para deslumbrar.
Recientemente, en acción por los Juegos Olímpicos de la Juventud, la atleta colombiana se colgó la medalla de plata como doblista y el bronce en los singles.