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Washington busca hacer historia en el lugar ideal: en casa

Dave Martínez, el manager de los Nacionales, sabe muy bien lo que se está jugando frente a los Dodgers. Y sabe también cuáles son las limitaciones de su equipo. Por eso usó a su as Max Scherzer como relevista el viernes, en Los Ángeles, y por eso saca cuentas antes de cada movimiento táctico, pues se mide con el club más ganador de la Liga Nacional y tiene que improvisar medidas urgentes que equilibren las cargas.

Washington nunca ha ganado una serie de postemporada. No desde que surgió esta franquicia. La última celebración beisbolera en la ciudad ocurrió en 1924, cuando la escuadra era conocida como Senadores, la franquicia que en los años 60 se mudaría a Minnesota y tomaría el mote de Mellizos.

La seguidilla de derrotas en los playoffs se remonta incluso a aquellos viejos tiempos. Los Senadores perdieron en la Serie Mundial de 1925 y de nuevo en la de 1933, cuando no existían divisiones y los campeones de cada liga avanzaban directamente al Clásico de Octubre.

Martínez cuenta con un productivo lineup y una sólida rotación para acometer la tarea, pero su cuerpo de relevistas es menos potente. Por eso empleó a Scherzer en el Dodger Stadium, para tender el puente que pudiera llevar el juego hasta el noveno inning, protegiendo una pequeña ventaja, y antes también llamó a la acción a Stephen Strasburg en el encuentro de los comodines.

Es una medida que otros estrategas han tomado en el pasado, a veces con éxito. Randy Johnson coronó la victoria de los Diamondbacks en 2001 con un célebre relevo. Madison Bumgarner selló la conquista de los Gigantes en 2014 de la misma manera. El único salvado de Clayton Kershaw ocurrió en una postemporada, la de 2016, y fue un largo relevo de Jon Lester en el séptimo choque de la Serie Mundial de ese mismo año lo que permitió a los Cachorros llegar al extrainning que les dio el anillo de campeones.

No es tampoco un movimiento contra natura. Todos los abridores necesitan tener una sesión de 20 a 25 pitcheos entre salida y salida, para mantenerse en plena forma. Lo que aquellas novenas hicieron fue usar esos envíos en pleno combate, no en la práctica. Hay más estrés, porque la intensidad es otra. Pero vale la pena el riesgo y puede funcionar.

Quizás eso permita que otro iniciador de los Nats vuelva al morrito en plan de apagafuegos en lo que queda de Serie Divisional. Es mucho lo que se juegan en DC y son pocas las opciones en su cuerpo de bomberos.

Al menos no hay lugar mejor para dar el golpe y conseguir esa esquiva celebración: Washington tuvo el segundo mejor récord de victorias en la Liga Nacional esta temporada al jugar en casa. Fueron 50 triunfos, tantos como los Bravos y los Cardenales, que ganaron sus divisiones.

Sí, es verdad que Los Ángeles fue el mejor de todos en su hogar, con 59 lauros. Pero ahora les toca ser visitantes.

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