ir al contenido

Max Scherzer ya cumplió, ahora le toca a Stephen Strasburg

Cuando Stephen Strasburg firmó su primer contrato con los Nacionales, en 2009, tenía 20 años de edad y era el jugador más cotizado en el draft colegial.

Los capitalinos acababan de perder 106 juegos y estaban en medio de otra temporada negativa. Pero esa rúbrica generó expectativas inmensas. Muy pocas veces un recluta con tanto talento llega al proceso de selección que se lleva a cabo en junio. Su agente Scott Boras se encargó de causar todavía más ruido a su alrededor.

A Washington le faltaba mucho para construir un equipo ganador. Pero allí estaba la primera piedra de un ambicioso proyecto. Strasburg no había soltado un pitcheo en el sistema de Ligas Menores de su nuevo equipo y ya había sido rankeado como el prospecto número uno de DC, según Baseball Prospectus, y era el número dos para Baseball America.

Era cuestión de tiempo para que llegara el momento tan esperado. Pasaron buenas campañas y otras mancilladas por las lesiones. Dos veces acompañó a los Nats en los playoffs, lanzó muy bien pero su escuadra nunca avanzó. Y ahora, con 30 años de edad, una década después de aquel célebre pacto, en su mejor momento (como lo demuestran su récord de 18-6, sus 251 ponches en 209 innings, su efectividad de 3.32), llega al duelo más importante de su vida.

Su compañero Max Scherzer cumplió la tarea exigida. Tenía que dominar a los difíciles Dodgers y llevar el encuentro hasta el octavo episodio, para que los mejores relevistas se encargaran del resto. Mientras menos bomberos, mejor. Era eso o caer eliminados en el cuarto choque contra los californianos

Scherzer tiró siete actos de una carrera y en buena parte gracias a eso los dirigidos por Davey Martínez empataron la Serie Divisional.

Ahora llega el cotejo decisivo. Quien gane este miércoles avanzará a la Serie de Campeonato, una instancia en la que los Nacionales nunca han estado. Ningún elenco de la capital ha ganado una serie en la MLB desde 1924, cuando Walter Johnson era la gran figura del montículo en todo el beisbol. Ha pasado casi un siglo de eso.

La larga espera puede terminar si Strasburg se muestra tan tiránico como en sus presentaciones contra Los Ángeles y antes Milwaukee, cuya toletería amarró como apagafuegos en el tope de los comodines.

No será algo automático. El espigado derecho perdió dos de sus primeros tres lances en postemporadas, las de 2014 y 2017, a pesar de poner una microscópica efectividad de 0.47 en 19 pasajes. Como sucedió el lunes, tiene que ser una labor de equipo.

Pero Strasburg es la pieza clave en esa estructura. Es la antigua primera piedra que ahora ayuda a sostener un club con aspiraciones reales y sueños enormes. El diestro nunca ha lanzado mejor que ahora, y a diferencia de 2010, cuando firmó, las expectativas pueden terminar en celebración.

El futuro le sonreía a ese veinteañero que irrumpió en las Grandes Ligas en 2009, apenas dejó la universidad. Y ese futuro al fin llegó. Le toda demostrar que los sueños se pueden hacer realidad.

Últimas Noticias