Cuando la temporada 2019-2020 de la NBA se vio obligada a poner pausa al curso por el brote del coronavirus, en la Conferencia del Oeste no había mejor equipo que los Lakers de Los Ángeles. En California, el conjunto de amarillo y púrpura retomaba el camino del éxito, ese que por tanto tiempo añoraron y que los condujo por una senda oscura y sin brillo. La noticia que más esperanza brindó a sus fanáticos fue el arribo de Lebron James, quien en la 2018-2019 estampó su rúbrica para poner en marcha un proyecto de cuatro temporadas.
Pese a que en su primer año las cosas no salieron como esperaba y el sueño de los playoffs se quedó en el camino, el alero, la dirigencia y gerencia de la franquicia lagunera no perdieron el norte. Para poder trascender, era obligatorio contar con otro elemento del más alto nivel, fue ahí cuando en Los Ángeles decidieron abrir la puerta de salida a casi todo su talento joven (a excepción de Kyle Kuzma) con tal de hacerse con los servicios del estelar Anthony Davis.
La transacción blindó de muy buena manera a los Lakers, que llegaron con el mote de favoritos en el Oeste. La organización no defraudó y para la noche del miércoles 11 de marzo, última jornada de la presente campaña, tenía foja de 49-14.
No había manera de ser pesimista. Al ritmo que iban las cosas, en California había una enorme certeza: los Lakers volvían a retomar las sensaciones de aquellos años dorados y de títulos de la mano de los míticos Shaquille O’Neal y el ya extinto Kobe Bryant. Ni hablar de aquella versión del Showtime que cautivó a los más exigentes dentro de la disciplina.
Dudas
Pero ahora las incertidumbres abundan. La decisión de la liga de poner freno al desarrollo de la zafra ante el impacto del coronavirus fue más que sensata; no obstante, la pandemia pudo haber tomado a muchos con el desconocimiento total de cuánto tiempo estará todo un país (así como gran parte del planeta) detenido.
El deporte visto como espectáculo ha perdido mucho en todo ámbito y la ansiedad de volver a ver a los más grandes atletas de la actualidad en acción sigue siendo una constante. La NBA no escapa de esto, de ahí las distintas propuestas que se manejan para intentar dar con una solución exitosa y que no ponga en riesgo la vida de deportistas, dirigentes y fanáticos.
Sin embargo, no es tarea sencilla.
Mientras esto ocurre, el tiempo pasa y no deja de sumar. Para James, el parón se tradujo en una situación incómoda que llevó pausa a una ronda regular dorada tanto para él como para su equipo. Nadie dudaba de estos Lakers, pero si la cuarentena se extiende y el distanciamiento social sigue siendo la herramienta infalible para aplanar la curva de contagio, entonces el regreso de los basquetbolistas al tabloncillo deberá esperar más de lo normal.
En el caso de James, así como de otros veteranos que saben que su retiro está cada día más cerca, la frustración crece. Su situación, de hecho, es aún más crítica, pues era fácil pensar que un cuarto anillo de campeón era posible. Claro está, antes había que reñir con otras grandes franquicias del Oeste que tampoco desentonaron durante el curso y luego superar un enorme obstáculo contra el representante del Este, posiblemente bajo la figura de los todopoderosos Bucks de Milwaukee, líderes de su zona y con el mejor récord de toda la NBA (53-12).
Desde la tribuna, el afamado periodista de ESPN Stephen Smith señaló que este parecía ser el último tres de James con dirección a un campeonato; sin embargo, no todos piensan igual.
Trae Young, base de los Hawks de Atlanta, fue contrario a la opinión de Smith y manifestó que si alguien tiene la capacidad de reinventarse para poder apuntar al máximo trofeo colectivo de la temporada sin importar cuántos calendarios tenga encima, ese es James.
Con 35 años de edad y un físico que sabe lo que es recorrer este tipo de trayectos, el alero no baja los brazos, pero sabe también que el tiempo de inactividad no será devuelto para sumar juventud; todo lo contrario, en diciembre serán 36 primaveras para él y la entrada al tercer año de su contrato en Los Ángeles. Para muchos, y frente a su silencio sobre el tema, su última actuación como jugador profesional de la NBA.