Como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump ha recibido miles de datos e información clasificada para poder actuar y maniobrar en distintos sentidos a lo largo de su administración. Esta situación ha generado la incertidumbre de muchos funcionarios, tanto actuales, anteriores y futuros.
Se ha especulado mucho con que Trump ha utilizado esta información secreta para atacar a sus adversarios, también conseguir ventajas políticas o en algunos casos intimidar a gobiernos extranjeros. Este asunto ha derivado en una gran preocupación por parte de los funcionarios de seguridad nacional, que tendrán que contener en el caso de que el futuro expresidente rompa la discreción que se espera de alguien con esa responsabilidad.
Tal como explica el Washington Post, todos los presidentes que han abandonado el despacho oval tras su administración, lo hacen con una serie de conocimientos y secretos en su cabeza, entre los que están los procedimientos de armas nucleares o inteligencia. Nunca ha ocurrido el caso de que algún nuevo presidente tenga que pedir a su predecesor que contenga sus secretos, pero la nueva administración teme que tengan que hacerlo con Trump.
Trump está profundamente enfadado con el sistema porque sostiene que se quiso impedir que ganase las elecciones de 2016 y también por haber bloqueado, según él, su triunfo este 2020.
David Priess, ex oficial de la CIA, explicó por qué hay preocupación en Washington: “Toda persona descontenta, insatisfecha o agraviada corre el riesgo de revelar información clasificada, ya sea en calidad de titular de un cargo actual o anterior. Trump ciertamente encaja en ese perfil”.
También hay fuentes que restan importancia a esta especulada indiscreción del magnate. Según explica Jack Goldsmith, que dirigió la Oficina de Asesoría Legal del Departamento de Justicia en la administración de George W. Bush, “un presidente bien informado y con las características de la personalidad de Trump, incluyendo la falta de autodisciplina, sería un desastre. La única gracia salvadora aquí es que no ha estado prestando atención”.
No obstante este es un asunto que no va a dejar de preocupar a la futura administración. Trump también es conocedor de la información que proviene de sistemas de espionaje, fuentes informativas y recolección de datos clasificados.
A los expertos les preocupa que el fanfarroneo de Trump pueda llevarlo a revelar secretos en un mitin o en un enfrentamiento con un adversario extranjero.
Trump también ha demostrado su voluntad de desclasificar la información para obtener ventajas políticas, presionando a sus altos funcionarios para que revelen documentos de la investigación de 2016 sobre la interferencia de las elecciones por parte de Rusia y los posibles vínculos con la campaña de Trump.
Como presidente, Biden podría negarse a dar a Trump cualquier información de inteligencia que los expresidentes sí han recibido antes de reunirse con líderes extranjeros o embarcarse en misiones diplomáticas a petición del actual presidente. Priess estima que esta tradición terminará con Trump. Y, de hecho, no se descartaría que en una última línea de defensa, se piense en utilizar la Ley de espionaje para condenarlo como ya se ha hecho con funcionarios de gobiernos anteriores que han revelado información que daña la seguridad nacional de los Estados Unidos, aunque jamás ha ocurrido con un ex presidente.