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En una audiencia virtual celebrada el pasado jueves, representantes de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) expusieron la situación de abuso y hostigamiento a periodistas y los golpes que la libertad de prensa está enfrentando en la administración de Nayib Bukele.

“Hay tres aspectos a destacar de la actual administración: centralización de la información, la opacidad de esta administración, y el uso de recursos públicos para atacar a periodistas y medios de comunicación”, señaló César Castro Fagoaga, miembro de la directiva de APES y director de Revista Factum.

En efecto, los funcionarios de Nayib Bukele no responden preguntas ni dan entrevistas a medios independientes, hay un ocultamiento sistemático de información, particularmente de cómo se ejecutan fondos de emergencia para atender la pandemia, y desde la Presidencia hasta mandos medios y seguidores del gobierno se lanzan duros ataques y hostigamiento constante a periodistas que hacen preguntas incómodas.

Estos ataques, añadió Castro Fagoaga, “alimentan la censura de algunos colegas, al sentirse intimidados”. Y es que van desde burlas y “discurso de odio” del presidente y sus ministros, hasta amenazas de muerte por parte de seguidores y fanáticos del gobierno.

Síntoma de autoritarismo

Lejos de responder preguntas, el gobierno de Nayib Bukele pretende hacer “juicios de valor” de lo que representa una “buena prensa” y ha llegado al punto de financiar con fondos públicos aparatos propagandísticos que pretenden convertirse no solo en “relato oficial”, sino en el “único relato”.

Esta pretensión de evaluar la “buena prensa” es, a juicio del nuevo relator de Libertad de Expresión de la CIDH, Pedro Vaca, un “síntoma de regímenes autoritarios”.

Además, añadió que no basta con que no se cierre medios. Más allá de eso, “nos gustarían respuestas concretas ante señalamientos”.

Esto en relación a que tanto el presidente Bukele como el embajador de EE. UU., quien en público parece apoyar al gobierno aun en sus momentos más cuestionables. Ambos han destacado que no hay ni periodistas arrestados, ni muertos ni medios cerrados. Este, sin embargo, no es el único aspecto donde se golpea a la prensa: los bloqueos, acosos, mentiras y ataques también debilitan el ejercicio periodístico.

El Gobierno se queda sin respuestas

Ante las denuncias de periodistas salvadoreños y exigencia de la relatoría hemisférica de Libertad de Expresión al gobierno de “reconducir el tono” con que se dirige a los medios de comunicación, los representantes del gobierno no tuvieron respuestas claras.

Los representantes de Cancillería y de Casa Presidencial no pudieron abordar preguntas sobre las burlas y comentarios del presidente y sus funcionarios a los periodistas, ni aclararon si hay investigaciones al respecto.

Los emisarios del gobierno se limitaron a destacar que la situación de prensa es mejor que hace más de cuatro décadas y pidieron que los periodistas tengan mayor “tolerancia” a la respuesta de la población a su trabajo, cuando es el mismo mandatario quien arenga a la ciudadanía en contra de los medios.

Con información de El Salvador

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