WASHINGTON.— El presidente electo, Joe Biden, prestará juramento la próxima semana frente al Capitolio con una ceremonia restringida por la pandemia del COVID-19 y en medio de la mayor crisis política en la historia reciente de Estados Unidos, que además podría dificultar las metas de sus primeros 100 días en el poder.
Biden jurará como el 46 presidente de la nación el próximo 20 de enero en el ala oeste del Capitolio tras un turbulento ciclo electoral que le dio la victoria tanto en el Colegio Electoral como el voto popular, venciendo al presidente, Donald Trump, por poco más de siete millones de votos.
Trump y sus aliados republicanos siempre han insistido en que hubo fraude electoral masivo, aunque no presentaron pruebas y perdieron más de sesenta demandas en los tribunales para revertir el triunfo de Biden.
Así, rompiendo la tradición y el simbolismo de la transferencia del poder pacífica, Trump ha dicho que no asistirá a la investidura de Biden. Normalmente, el saliente presidente invita a su sucesor a la Casa Blanca y juntos hacen el recorrido hacia el Capitolio.
“Esta investidura será distinta, porque acá tenemos a un presidente que alentó el desconocimiento de los resultados electorales… pero si Biden lo hace bien, esto le dará mucha autoridad moral”, dijo Erick Langer, historiador y profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Georgetown, en entrevista con El Tiempo Latino.
“Se tiene que exigir cuentas de Trump y del resto, darles un castigo, pero Biden tendrá la oportunidad de traerse mucha gente a su lado; desde luego, será un delicado equilibrio, porque la mayoría de quienes votaron por Trump lo hicieron no porque son miembros de un culto, sino porque son republicanos y se creyeron las mentiras sobre Biden”, explicó Langer.
Alto simbolismo patriótico
Sí se espera la participación de los expresidentes Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, y sus respectivas parejas, quienes además acompañarán a Biden al Cementerio de Arlington para depositar una ofrenda en la Tumba del Soldado Desconocido, en honor a los caídos en combate.
Se trata de un acto revestido de patriotismo y pensado para demostrar que, en medio de la crisis, siempre hay espacio para trabajo bipartidista.
A lo largo y ancho del “Mall”, una zona verde entre el Capitolio y el monumento a Washington, también se colocarán cerca de 191 mil 500 banderas estadounidenses de distintos tamaños y 56 “columnas de luz”, una por cada uno de los estados y territorios, según los organizadores.
Este denominado “Campo de Banderas” , que tiene el propósito de impedir la congregación de personas en el área, representará a quienes no pueden viajar a Washington y permitirá que millones de personas lo disfruten en sus hogares.
La investidura también contará con la participación de latinos en distintos actos, según explicó a El Tiempo Latino una fuente del Comité de Investidura Presidencial, que pidió el anonimato porque los organizadores no han finalizado la planificación.
La sombra de la pandemia del COVID-19
Normalmente, millones de personas se congregan en el sector del “Mall” en Washington para presenciar el inicio de un nuevo gobierno, pero, para minimizar el riesgo de contagio del coronavirus, los organizadores han reducido drásticamente el número de boletos gratuitos para la ceremonia en el Capitolio.
“La elección del presidente electo Biden y la vicepresidenta electa (Kamala) Harris fue histórica y sabemos que muchos estadounidenses hubiesen querido presenciar la investidura en persona. Pero, al mismo tiempo, la seguridad debe ser nuestra máxima prioridad”, ha explicado la senadora demócrata por Minnesota, Amy Klobuchar, miembro del Comité Conjunto del Congreso para Ceremonias de Investidura, que desde 1901 ha estado a cargo de organizar la ceremonia.
En tiempos normales, el Comité hubiese distribuido 200 mil boletos para los actos oficiales en el Capitolio, tanto para los miembros del Congreso como para sus electores. En esta ocasión, los legisladores sólo podrán llevar a un invitado cada uno, y no habrá boletos para sus votantes.
También se canceló el almuerzo que tradicionalmente reúne a los miembros del Congreso después del juramento y, en vez del desfile hacia la Casa Blanca, la nueva pareja presidencial tendrá una escolta militar. También habrá un “desfile virtual” para el resto del país.
Es que, pese a la promesa de un retorno a la normalidad con la distribución de millones de vacunas contra el coronavirus, la pandemia se sigue cobrando vidas: en los primeros diez días de 2021, cerca de 30 mil personas han fallecido del COVID-19, según el Proyecto de Rastreo de la pandemia.
Esa cifra representa cerca del 8% de todas las muertes por COVID-19 desde que se declaró la pandemia en el país, con más de 380 mil hasta el 12 de enero.
Crisis política sin par
La investidura, tradicionalmente designada como un evento de máxima seguridad, también se llevará a cabo en medio de la mayor crisis política en la historia reciente del país tras el asalto al Capitolio, el pasado 6 de enero, por parte de seguidores de Trump que tampoco aceptan su derrota.
La fallida insurrección, que pretendía frenar la certificación de los resultados electorales, ha venido a complicar aún más el complejo panorama que enfrentará Biden cuando asuma las riendas del Gobierno.
Biden ha hecho un llamado a la unidad nacional, pero eso no quita que el liderazgo del Partido Demócrata, y su base, exijan rendición de cuentas tanto para quienes protagonizaron la inédita rebelión como para quienes la alentaron con su retórica incendiaria sobre robo de elecciones.
Según Langer, es importante enjuiciar a los responsables de la toma del Capitolio para enviar el mensaje de que las autoridades no tolerarán semejantes actos de violencia, y que, en un proceso democrático, se tiene que respetar y aceptar la voluntad de los votantes.
En la actualidad, las autoridades federales han arrestado a cerca de un centenar de personas, en el marco de una extensa investigación sobre la cadena de sucesos de la semana pasada.
Mientras, los demócratas han intentado presionar al vicepresidente, Mike Pence, a que invoque la Enmienda 25 para destituir a Trump, argumentando que no tiene aptitudes para continuar en el cargo.
Pence causó la furia de Trump al negarse a bloquear la certificación de los votos -la Constitución no le da ese poder-, pero no ha apoyado la idea de destituir al mandatario en los pocos días que le restan en la Casa Blanca.
Por ello, los demócratas también quieren iniciar un segundo juicio político o impeachment contra Trump, esta vez por “incitar una insurrección” en el Capitolio.
Sería el primer presidente en enfrentar dos procesamientos de esa índole, pero para que eso ocurra los demócratas necesitarían el apoyo de 67 senadores.
Trump representa “una amenaza inminente” para la Constitución y la democracia, y surge “una necesidad inmediata para actuar”, advirtió la presidenta de la Cámara de Representantes y legisladora demócrata por California, Nancy Pelosi.
“No podemos simplemente sacar como respuesta comunicados de prensa con palabras duras (contra el asalto). A menos que Trump renuncie, el Congreso debe iniciarle un juicio político para exigirle rendición de cuentas”, afirmó el legislador demócrata por California, Ted Lieu, quien elaboró la medida del impeachment junto a su colega de Rhode Island, David Cicilline.
Trump ya había enfrentado en 2019 un juicio político por abuso de poder y obstrucción del Congreso, que investigaba su campaña de presión para que Ucrania propagara cierta información sobre el hijo de Biden, Hunter Biden, y así ayudarlo a triunfar en los comicios de 2016.
La Cámara de Representantes, bajo control demócrata, aprobó los cargos en su contra en diciembre de 2019, pero el Senado, entonces bajo dominio republicano, lo exoneró en febrero del año pasado.
Ahora, los demócratas además quieren aprobar una medida -si no esta semana, en las próximas- que negaría a Trump toda posibilidad de volverse a postular a cualquier cargo público en el futuro. Esa medida solo requiere una mayoría simple de 51 senadores -no 67 como es el caso en un juicio político para su destitución-, y el Senado ya ha recurrido a ese castigo contra jueces federales.
Según una encuesta conjunta de PBS Newshour/Marist, el 63% de los estadounidenses cree que Trump tiene buena parte de responsabilidad por el asalto al Capitolio, aunque no hay consenso de que éste tenga que dimitir. El 48% cree que Trump debe ser destituido y el 49% opinó lo contrario.
Retos para los primeros 100 días
Biden condenó de forma enérgica los actos de violencia en el Capitolio, que ocasionaron la muerte de cinco personas y la repulsa internacional, pero a la vez hizo un llamado a la unidad nacional.
El lema de la ceremonia será la unidad nacional y tiene el propósito de “demostrar la resiliencia del pueblo estadounidense, su heroísmo, y su compromiso de juntarnos como nación para sanar y reconstruir, de manera que surjamos como una fuerza indomable”, explicó el Comité para la Investidura Presidencial, otro comité organizador.
Ya antes del asalto al Capitolio, Biden afrontaba una larga lista de retos para los primeros días su presidencia, encabezada por frenar la propagación de la pandemia del COVID-19, agilizar las campañas de vacunación, y alentar la reactivación de la anémica economía nacional.
Un juicio político, como exigen los demócratas, opacaría los primeros 100 días del Gobierno de Biden, periodo en el que éste ha prometido corregir la marcha del país.
Parte de la ecuación, según Langer, es que Biden sea “increíblemente ambicioso con sus programas sociales” y adopte un paquete económico que ayude pronto a los trabajadores, a las minorías, y muestre ese contraste respecto a las políticas de Trump.