WASHINGTON.— El presidente electo, Joe Biden, ha insistido en que no teme por su seguridad, pese al reciente asalto al Capitolio donde la semana próxima prestará juramento de su cargo. Para evitar otro lapso de seguridad, el Capitolio y zonas aledañas quedarán convertidas en una fortaleza, con la presencia de al menos 10 mil soldados de la Guardia Nacional, retenes, vallas y detectores de metales, entre otras medidas de control.
La fallida insurrección en el Capitolio por parte de seguidores del presidente, Donald Trump, inconformes con la victoria de Biden, ha dejado de manifiesto lo que puede ocurrir cuando no hay coordinación ni suficientes recursos para resguardar lo que se considera como el símbolo de la democracia en Estados Unidos.
Los manifestantes, parte de una turba de extremistas y promotores de teorías de conspiración, irrumpieron en el Capitolio el pasado 6 de enero con el objetivo de frenar la certificación del triunfo electoral de Biden. Momentos antes, Trump había repetido en un mitin sus acusaciones sin fundamento sobre el presunto robo de su reelección.
Por ahora, Biden se resiste a las presiones de algunos líderes demócratas de realizar el juramento dentro del Capitolio o en un lugar secreto.
“No tengo miedo a prestar juramento afuera y hemos estado recibiendo información. Creo que es críticamente importante que haya un enfoque muy serio en exigir rendición de cuentas a quienes participaron en la sedición, pusieron en peligro las vidas, vandalizaron propiedad pública, y causaron grandes daños”, dijo Biden el lunes 11 de enero.
Se preparan para más violencia
En el asalto y toma del Capitolio, miles cercaron el complejo gritando consignas a favor de Trump, y algunos incluso instalaron una tarima con una horca, como símbolo del posible castigo contra quienes, a su juicio, “traicionaron” al mandatario.
Mientras tanto, decenas de extremistas, algunos armados, irrumpieron en el Capitolio, eliminando barreras y destruyendo ventanas, puertas, y muebles. Algunos portaban banderas confederadas, otros gritaban consignas alusivas a la guerra de independencia, y otros grababan con sus celulares el insólito ataque.
A través de los años, el Capitolio ha atraído a manifestantes pacíficos a favor y en contra de distintas causas, y algunos logran interrumpir audiencias antes de ser arrestados y expulsados por la policía.
Pero un asalto semejante al de la semana pasada no había ocurrido desde 1814, cuando tropas británicas le prendieron fuego al Capitolio, en el marco de un asedio a la capital estadounidense durante una guerra iniciada dos años antes.
Los grupos extremistas han compartido sus planes en las redes sociales, donde prometen regresar a Washington en mayores números y con más armas.
Por ello, el Pentágono desplegará a al menos diez mil soldados de la Guardia Nacional, que proveerán ayuda en las áreas de seguridad, logística y comunicaciones, según explicó el lunes a la prensa el general Daniel Hokanson, jefe del Buró de la Guardia Nacional.
Otros cinco mil soldados estarán listos para sumarse al primer contingente de ser necesario, agregó.
Las autoridades han arrestado a cerca de un centenar de personas vinculadas con el asalto, que causó la muerte de un policía del Capitolio y otras cuatro personas, y han aumentado el nivel de alerta ante la posibilidad de más violencia por parte de grupos supremacistas blancos y milicias de extrema derecha a partir del próximo sábado.
Un volante anónimo que circula en las redes sociales incluye una convocatoria a protestas callejeras en las capitales de los 50 estados, y alienta la portación de armas.
Otro mensaje, compartido en la red social de Parler, asegura que muchos simpatizantes de Trump regresarán armados a Washington en víspera de la investidura, para mostrar al mundo que están decididos a recurrir a la violencia.
“Vendremos en números que ningún ejército o agencia policial podrá superar”, afirmó un usuario de Parler que se hace eco de la red extremista de QAnon.
La Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por su sigla en inglés) ha iniciado una extensa investigación y ha pedido la ayuda del público para rastrear a los responsables. La agencia ha recibido decenas de miles de pistas, entre fotos, vídeos y mensajes compartidos en las redes sociales.
Los actos en torno a la investidura ya habían sido modificados debido a la pandemia del COVID-19, pero la insurrección en el Capitolio ha obligado a redoblar las medidas de seguridad.
Como cada cuatro años, las autoridades han designado la investidura como un “acto nacional de seguridad especial”, lo que permite que el Servicio Secreto lidere y coordine las labores de vigilancia con el resto de las agencias policiales locales y federales.
Otros eventos que reciben ese nivel de vigilancia incluyen cumbres internacionales en suelo estadounidense, encuentros deportivos, y convenciones para la nominación presidencial.
Trump firmó el lunes una declaración de emergencia en el Distrito de Columbia, lo que libera recursos federales para fortalecer las medidas de seguridad que ha adoptado la alcaldía en torno a la toma de posesión. Esa declaración de emergencia estará en vigor entre el 18 y el 24 de enero próximos.
Un funcionario de alto rango del Comité de Investidura Presidencial (PIC, por su sigla en inglés), que pidió el anonimato, dijo a El Tiempo Latino que el comité “se mantiene en contacto cercano con sus socios en el ámbito de seguridad” para coordinar las medidas de vigilancia.
“Confiamos en nuestros socios de seguridad, que han pasado meses en la planificación y preparación de la investidura, y trabajamos con ellos para resguardar la máxima seguridad” de los funcionarios y del público, agregó la fuente.
Con la investidura, “el pueblo estadounidense y el mundo serán testigos de una transferencia del poder pacífica. Esto marcará un nuevo día para el pueblo estadounidense centrado en sanar a nuestra nación, unirla, y reconstruir mejor” tras la recesión económica, enfatizó.
Por su parte, los senadores al frente del Comité Conjunto del Congreso para Investiduras (JCCIC, por su sigla en inglés), el republicano por Missouri, Roy Blunt, y la demócrata por Minnesota, Amy Klobuchar, señalaron que, en el pasado, las investiduras “se han llevado a cabo en tiempos de paz, de conflictos, de prosperidad y adversidad”.
“El ataque indignante en el Capitolio no nos impedirá que afirmemos a los estadounidenses y al mundo, que nuestra democracia perdura”, agregaron Blunt y Klobuchar, cuyo comité ha estado a cargo de organizar las investiduras desde 1901.