
Las guerras santas son guerras inspiradas por motivos religiosos y según la historia, suponen una recompensa espiritual para quienes participan o mueren en ella. Cuando son inspiradas por un líder carismático, pueden convertirse en la cuna de muchos fanáticos con terribles consecuencias. Estamos en presencia de una de ellas en este este siglo. La inspirada por Donald Trump.
El 6 de enero antes del ataque al Capitolio de Estados Unidos, los Proud Boys, grupo de derecha que se creen embarcados en una guerra santa por Trump, rezaron arrodillados en la calle en el nombre de Jesús para apoyar a su líder. ¿Alguien me puede explicar qué tiene que ver Donald Trump con Jesucristo? Jesús, quien se sacrificó por la humanidad y murió por nosotros y quien con su sufrimiento y su crucifixión nos dejó la lección de amor y desprendimiento más grande de la historia, ¿qué tiene que ver con Trump? Ese hombre que lo sacrificó todo por quienes creían en él, repito, ¿qué tiene que ver Jesús con un narcisista como Donald Trump? No tiene nada que ver. Pero hay quienes lo están utilizando para sus fines viles.
Yo sé que no tienen nada que ver. Sabemos que Jesús hubiese escogido a Donald Trump de primero para echarlo del templo con los mercaderes, por egoísta, acaparador, avaro, cruel con los necesitados y promiscuo. Entonces me pregunto, si yo lo veo claro ¿por qué no lo ven los sacerdotes que siguen apoyándolo y continúan azuzando esta inventada guerra santa?
La peligrosa mezcla de fervor religioso con la imagen de Trump es algo que poco se puede explicar desde la razón. Es una fuerte mezcla de resentimiento, miedo con fervor religioso mal interpretado porque al final del día no es otra cosa que racismo puro. Trump ha logrado aglutinar a todos los blancos que se hayan sentido amenazados por la América multicolor con la bandera que más les convenga. Por ejemplo, la de Jesucristo junto con la del nazismo y el KKK. Eso sí es profano.
¿Qué va a hacer la Iglesia con esto? Esa misma gente que rechaza cuidarse del COVID-19 y que se burla de las máscaras y las vacunas. ¿Qué van a hacer?
Esta no es una guerra entre el bien y el mal, ni entre los valores cristianos y los anticristianos. Lo que estamos viviendo en Estados Unidos, disfrazado de Guerra Santa, es una cruzada de la blancura minoritaria del pasado por sentirse amenaza por el multicolor del futuro.
Lindsay French, una cristiana evangélica de 40 años de Texas, decidió ir a Washington y dijo: “Estamos en una lucha del bien contra el mal, de la oscuridad contra la luz”, y declaró que se estaba alzando como la reina Ester, la heroína bíblica que salvó a su pueblo de la muerte. La toma del Capitolio del 6 enero, fue causada por una multitud blanca y en su mayoría por encima de los 40 años.
Dentro del Capitolio, los senadores más vocales a los resultados de las elecciones Ted Cruz, Josh Hawley y Cindy Hyde-Smith. Ampliamente apoyados por organizaciones religiosas cristianas blancas.
Vi a una mujer, la pobre muerta de miedo por culpa de las teorías conspirativas, Abigail Spaulding, madre de 15 hijos quien viajó desde Carolina de Sur al evento del 6 de Enero para participar en la “Guerra Santa”. La vi declarar con los ojos llenos de lágrimas que había ido a Washington por el terror que sentía por sus hijos bajo un gobierno de Biden. Dijo que su esposo les había “explicado” que cuando Joe Biden fuese juramentado como presidente, tomarían la Biblia y la desecharían como un discurso de odio.
Cuidado con esta “guerra santa”, no estamos en una cruzada entre el bien y el mal, sino en una lucha entre el pasado racista y el futuro tolerante. No se dejen engañar. Esperamos que la Iglesia asuma de inmediato su responsabilidad histórica en estos momentos de confusión para sus fieles. Si no, como Judas, habrán traicionado a Jesús.
“Cuidado con esta ‘guerra santa’, no estamos en una cruzada entre el bien y el mal sino en una lucha entre el pasado racista y el futuro tolerante. No se dejen engañar. Esperamos que la Iglesia asuma de inmediato su responsabilidad histórica en estos momentos de confusión para sus fieles. Si no, como Judas, habrán traicionado a Jesús.