Por Jude Webber y Michael Stott | Los aliados del populista de derecha Nayib Bukele obtienen una victoria aplastante y toman el control del parlamento
El presidente populista de El Salvador, Nayib Bukele, se convertirá en el líder más poderoso del país en décadas después de que sus aliados obtuvieron el control del parlamento en las elecciones legislativas, eliminando el principal freno a su gobierno autoritario.
Los resultados electorales del domingo causarán alarma en Washington, donde la administración de Joe Biden ya ha expresado “preocupaciones” sobre las tácticas de Bukele. Éstas han incluido desobedecer los fallos de la corte suprema y enviar tropas a la asamblea nacional para obligar a los legisladores a aprobar sus planes de gastos.
El partido Nuevas Ideas de Bukele y sus aliados han ganado más de la mitad de los escaños en el nuevo parlamento, según los resultados parciales de la autoridad electoral con el 75 por ciento de los votos contados, y parecían estar cerca de una mayoría de dos tercios que le permitiría nominar a los jueces de la corte suprema.
Incluso antes de que se publicaran los resultados oficiales, el presidente de 39 años, aliado del expresidente estadounidense Donald Trump, tuiteó “¡VICTORIA! ” sobre imágenes de fuegos artificiales. Luego afirmó que sus aliados ganarían 60 de los 84 escaños en el parlamento, y agregó: “Gracias al pueblo salvadoreño. Gracias a Dios”.
La dura represión de Bukele contra la violencia de las pandillas y sus hábiles campañas en las redes sociales en contra de la corrupción y la política tradicional lo han hecho popular entre los salvadoreños que están cansados de la violencia endémica en uno de los países del mundo con más delincuencia.
Los votantes en las elecciones del domingo rechazaron decisivamente a los dos partidos que han dominado el gobierno en El Salvador desde el fin de la guerra civil en 1992, el izquierdista FMLN y el derechista ARENA. Entre ellos, obtuvieron menos de una cuarta parte de los votos, según resultados parciales.
Giancarlo Morelli, analista de América Latina y el Caribe de Economist Intelligence Unit, dijo que “una concentración tan extrema de poder también podría ser perjudicial para la joven democracia de El Salvador”.
“El electorado está listo para otorgarle a Bukele una oportunidad incomparable para aprobar las reformas socioeconómicas estructurales urgentes y necesarias”, dijo. “Sin embargo, la concentración de tal poder político en un individuo conlleva riesgos sustanciales para las instituciones de El Salvador”.
Antes de emitir su voto, con una máscara y una gorra de béisbol al revés, Bukele usó una conferencia de prensa televisada para instar a sus seguidores a que votaran para lograr el “triunfo avasallador que el pueblo necesita”.
Sus declaraciones públicas el día de las elecciones violaron las reglas electorales y el tribunal electoral inició una investigación. El año pasado, Bukele desobedeció repetidamente a la Corte Suprema por las regulaciones de cuarentena de Covid-19 y envió tropas a las calles para hacer cumplir un estricto confinamiento, lo cual provocó el reproche de la comisionada de derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet.
El presidente instó a los votantes a apoyar a los legisladores que trabajarían con su presidencia, criticó presuntas irregularidades en los colegios electorales y promovió un hashtag #VotoMasivoMataFraude, aparentemente diseñado para asustar a los salvadoreños para que salieran a votar en mayor número.
“¿Suena familiar?” tuiteó Orlando Pérez, decano de la Escuela de Artes Liberales y Ciencias de la Universidad del Norte de Texas en Dallas. “No hay evidencia de que el tribunal electoral o cualquier otra persona esté planeando robar las elecciones”.
Después de pisotear a la oposición política en casa, Bukele se enfrenta a la difícil tarea de establecer una relación con la administración de Biden, que ha enfatizado la importancia de los derechos humanos. Los funcionarios estadounidenses se negaron a reunirse con Bukele cuando se apareció en Washington sin previo aviso el mes pasado, según Associated Press.
Es probable que Bukele utilice su nueva mayoría parlamentaria para seguir adelante con los planes de endeudamiento, incluyendo una solicitud de un programa del Fondo Monetario Internacional (FMI) para apuntalar las inestables finanzas de El Salvador. El déficit fiscal alcanzó el 9.6 por ciento el año pasado y la deuda se está disparando.
Moody’s Investors Service cree que el endeudamiento superará el 90 por ciento del producto interno bruto (PIB) el próximo año y las preocupaciones sobre la sostenibilidad de su deuda han provocado un fuerte deterioro en el sentimiento del mercado hacia El Salvador, que necesita mantener el acceso al mercado ya que tiene que pagar US$800 millones en préstamos en enero de 2023, dijo la agencia calificadora.
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