Una repentina escasez de combustible empeoró en toda la mitad oriental de Estados Unidos el miércoles después de que un ciberataque paralizara un oleoducto importante, ya que largas filas, palabras agudas y bombas secas saludaron a los conductores descontentos desde las estribaciones de Alabama hasta la bahía de Chesapeake.
Aunque funcionarios del gobierno y de la industria dijeron que la nación tenía mucho combustible y que el gasoducto iba a reanudar sus operaciones por la noche, los conductores nerviosos obstruyeron las gasolineras y crearon escasez en parte o en todos los 11 estados. Al menos 12 mil estaciones de servicio reportaron estar completamente vacías, y la compresión empujó el precio de un galón más allá de $3, su monto más alto en ocho años.
La crisis se debió al hombre, primero por el ataque “ransomware” a los sistemas de Colonial Pipeline que llevó a la compañía a cerrar su gasoducto que conecta Texas con Nueva Jersey, luego por un pánico que llevó a los conductores a llenarse por temor a que el país pudiera quedarse sin gasolina.
Mientras funcionarios federales, ejecutivos y expertos en ciberseguridad trabajaban para poner en marcha el gasoducto en medio del frenesí, las largas filas de conductores frustrados fueron el último recordatorio de un país vulnerable a los choques, y recordaron las colas fuera de los bancos de alimentos, los centros de pruebas de coronavirus y las tiendas de comestibles durante el año pasado.
Las instalaciones de almacenamiento de la costa del Golfo estaban inundadas de gasolina y combustible para aviones, ya que las refinerías han seguido operando, pero sin el principal oleoducto de la región en funcionamiento había pocas posibilidades de reabastecer las estaciones de servicio. La escasez creó una especie de bucle de retroalimentación en algunas áreas a medida que los conductores desesperados por encontrar más combustible quemado a través de la disminución de los suministros.
“Era como buitres pululando por la bomba de gas, simplemente conduciendo en círculos revisando todas las bombas”, dijo Alfonso Forte, un empleado de un Círculo K al norte de Charlotte, N.C.
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Reanudación del servicio
El miércoles por la noche, Colonial anunció que reiniciaría sus operaciones después de las conversaciones con el gobierno de Biden.
Mientras tanto, Colonial y sus consultores de ciberseguridad estaban trabajando para asegurar sus servidores, después de haber decidido no pagar un rescate exigido por hackers extranjeros, según dos personas familiarizadas con el asunto.
En Carolina del Norte, el 65% de las estaciones estaban sin gasolina el miércoles por la tarde, según GasBuddy. Más del 43% estaban en Georgia, Carolina del Sur y Virginia.
“Los estados de emergencia permiten que el sistema se recupere. Están destinados a reparar el sistema, no a causar alarma”, dijo Jeff Lenard, vicepresidente de la Asociación Nacional de Tiendas de Conveniencia.
Reacciones
La compra de pánico y las alzas de precios han sido aprovechadas por algunos republicanos que trataron de vincularlos a las políticas ambientales de la Administración Biden. El líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y otros han dicho que la crisis muestra la locura de cancelar el oleoducto Keystone XL, aunque ese proyecto fue propuesto para transportar crudo, y puede duplicarse por transporte ferroviario.
Colonial Pipeline dijo que podría tomar varios días arreglar el lío multiestatrindo. Y si la compra de pánico continúa, eso extenderá aún más la debacle, dijo Ryan Streblow, presidente interino de National Tank Truck Carriers, una asociación comercial.
El gobierno de Biden ha relajado las reglas de carreteras y los límites de horas de trabajo para los camioneros en 10 estados, así como las regulaciones que rigen las mezclas de gasolina que se pueden vender. Se ofrece a renunciar a la Ley Jones, que normalmente prohíbe a los buques con bandera extranjera transportar cargas entre puertos estadounidenses, caso por caso.
The Washington Post. Traducción libre por El Tiempo Latino.
