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Se avivan los desacuerdos entre aliados en la OTAN a pesar del alivio por la llegada de Biden

A la vez que intenta darle un enfoque más global al bloque de aliados militares, Joe Biden tratará de comenzar a reconstruir algunos de los puntos débiles de la alianza luego de cuatro años en los cuales su predecesor trató a sus aliados con excesivo desdén.

La caída del Muro de Berlin en 1989 significó un viraje en el papel de la OTAN en Europa el mundo. Una sección de ese muro es ahora desplegada ante el nuevo edificio sede de la organización. FOTO: Wikipedia - By Jim Garamone / United States Department of Defense - https://www.jcs.mil/Media/Photos/igphoto/2001918057/, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=77694586

(c) 2021, The Washington Post, Michael Birnbaum, Anne Gearan, Ashley Parker

BRUSELAS – El presidente Joe Biden inició el lunes su gira por Europa visitando el cuartel general de la organización que su predecesor amaba odiar, la OTAN, mientras sus líderes se reunieron allí para discutir cómo preparar a la alianza para enfrentar a China y cómo reconstruirla después de las divisiones de la era Trump.

Para los maltratados líderes de la organización, ya era una victoria que se pudieran reunir con un presidente de EE.UU. que, contrario al expresidente Donald Trump, no estaba amenazando con retirarse de la OTAN inmediatamente. Pero igual había profundas divisiones sobre qué tanto enfocarse en Beijing así como preocupaciones por el tratamiento unilateral que le dio Biden al retiro de tropas de Afganistán, similar a lo hecho por Trump.

Biden, mientras tanto, después de días de reuniones amigables en Gran Bretaña, estaba listo para tener la primera reunión difícil de su primer tour internacional como presidente, sentándose con el presidente de Turquía, Recep Tayip Erdogan. Biden llamó a Erdogan “autócrata” durante su campaña presidencial, y Ankara ha sido una piedra en el zapato tanto en la OTAN como en otras instancias. La reunión pudiera servir como antesala a la reunión de Biden el miércoles con el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

La noción de trasladar la atención de la OTAN al menos un poco hacia China extiende el alcance del viaje europeo de Biden, luego de que también tratara de profundizar las discusiones relacionadas con China en la cumbre del Grupo de los 7 en Gran Bretaña.  Y aunque se esperaba que los líderes de la OTAN firmaran un acuerdo para reenfocar parte de la atención hacia China, también hubo desacuerdos sobre el mejor papel que debería tener una organización que tradicionalmente ha estado enfocada en Rusia y las amenazas terroristas contra países de la OTAN.

Hace tan sólo unos años, en la OTAN no existían conversaciones sobre Beijing. Tan siquiera mencionar el asunto en los pasillos de la OTAN era tabú, con algunos miembros preocupados de que hacerlo podría llevar las relaciones con el país a un marco parecido al de la Guerra Fría, de rivalidad de superpotencias.  Pero China se ha comportado mucho más agresivamente en la escena mundial y Washington se ha vuelto más vigilante hacia Beijing.  Trump presionó a la organización para que fuera más combativa.  Biden ha continuado el esfuerzo, e incluso lo ha acelerado.

“China está incrementando su expansión, su influencia alrededor del mundo, y está confrontando a la OTAN cada vez más”, dijo el lunes el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en un foro paralelo a la cumbre organizado por el Marshal Fund de Alemania. “Necesitamos asegurarnos de que como alianza, aunque somos más del Atlántico que del Pacífico, estemos conscientes de la influencia global que tiene China”.

Pero no todos los países de la OTAN están de acuerdo en enfrentarse a China con más fuerza.  Algunos, como Hungría, tienen incluso relaciones amistosas con China y buscan inversiones de Beijing.  Otros, como Alemania y otros grandes poderes europeos, tratan de trabajar desde el centro, con la creencia que se debe lograr un balance para trabajar con Beijing en enfrentar el cambio climático y a la vez mantener a raya sus ambiciones globales.

Y los países de la primera línea de la OTAN, los que tienen frontera con Rusia, han estado preocupados en el pasado de que al enfocarse en otros lugares se pueda desatender la misión central de la alianza que es defenderse contra Rusia, aunque muchos se están dando cuenta de la necesidad de poder responder a ambos.

“China es un rival sistemático”, dijo la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, hablando junto a Trudeau. “La democracia se basa en la confianza, y si esta confianza es menoscabada, entonces está bajo amenaza”.

Las discusiones sobre China estuvieron entre las más contenciosas de cara a la cumbre, con los diplomáticos eligiendo cada palabra cuidadosamente para un comunicado conjunto que se espera que los líderes finalmente firmen el domingo.

“Trataremos de encontrar una redacción que describa los retos que nos está planteando China y las dificultades que le está causando China al orden jurídico internacional, dijo un diplomático de jerarquía de la OTAN, hablando en condición de anonimato para resaltar lo difícil de las negociaciones de cara a la cumbre.  Pero, “¿cómo podemos enfrentar el cambio climático sin China”?

Se espera que los líderes también acuerden un plan para incrementar modestamente el financiamiento destinado a las operaciones centrales de la OTAN, de manera de pasar la página a la incómoda retórica de los años de Trump que cuestionaron el nivel de gasto militar. La decisión aumentará la cifra que cada uno de los 30 miembros de la OTAN deben pagar para financiar los esfuerzos comunes como el entrenamiento y apoyo a las fuerzas de seguridad en Afganistán e Irak.

La intención es que la decisión muestre solidaridad con EEUU, el cual gasta más en defensa que ningún otro país.  Aun así, el incremento en el presupuesto anual de la OTAN, que actualmente es de alrededor de $2,5 millardos, se queda corto en comparación con los muchos miles de millones de dólares que estarían sobre la mesa si los países de hecho cumplieran con su compromiso de invertir en defensa al menos el 2% de su economía.

Francia se opuso inicialmente al incremento del presupuesto, ya que sus líderes lo ven como una costosa distracción que debilita el foco de los compromisos de gastos existentes, pero eventualmente acordaron un incremento modesto del presupuesto.

La hostilidad de Trump hacia la OTAN se extendió hasta su nuevo edificio de cristal, el cual ayudó a inaugurar en 2017, y del cual se burló al describirlo como un símbolo de despilfarro excesivo.  Biden, un dedicado promotor de la alianza transatlántica se ha ganado simpatizantes simplemente por asistir, a pesar del desencanto de algunos miembros por la manera en la cual EEUU manejó unilateralmente el retiro de sus tropas en Afganistán. La decisión de Biden de retirarse del país fue comunicada con un tono más amigable que aquel utilizado en su momento por la administración Trump, pero con poco tiempo de consulta previa.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, buscó poner su mejor cara el lunes sobre el retiro de las tropas de Afganistán, reconociendo que “no fue una decisión fácil”.  Algunos analistas dicen que es sólo cuestión de tiempo antes de que el país sea recapturado por los Talibanes.

El retiro “involucra riesgos, no hay duda de eso”, dijo Stoltenberg. “La alternativa, quedarnos allá, también es una opción que implicaba un riesgo de mayor violencia, más muertes, y quizá incluso la necesidad de incrementar el número de tropas de la OTAN”.

Información de los Autores:

Ashley Parker es reportera de la Casa Blanca para el Washington Post. Se unió al Post en 2017, después de 11 años en el New York Times, donde cubrió las campañas presidenciales de 2012 y 2016, así como el Congreso, entre otros temas.

Anne Gearan es corresponsal de la Casa Blanca para el Washington Post, con foco en política exterior y seguridad nacional. Cubrió el Departamento de Estado y la campaña de Hillary Clinton para el Post antes de enfocarse en la Casa Blanca. Se unió al periódico en 2012.

Michael Birnbaum es el jefe de la oficina del Post en Bruselas. Previamente sirvió como jefe de la oficina en Moscú y Berlín, y se unió al Post en 2008 como reportero en educación.

Lea el artículo original aquí.

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