Me han impresionado los intentos del gigante de comercio electrónico Amazon por frustrar el nombramiento de la nueva presidenta de la Comisión Federal de Comercio (FTC por sus siglas en ingles), Lina Khan.
Alegan que no sería capaz de juzgar imparcialmente sobre la empresa porque su carrera se ha basado en el desarrollo de una nueva teoría antimonopolista, la cual ve las compañías de plataforma como Amazon en una luz distinta a la de los últimos 40 años de legislación monopólica. La empresa alega que ella ha construido su “carrera profesional y académica, en gran parte, a través de denunciar a Amazon como culpable de haber violado las leyes antimonopolistas”.
Ignoremos la noción de que la presidenta de la FTC no tiene permitido tener opiniones sobre el anti-monopolismo, aún si están opuestas a las opiniones de Amazon. Dejemos también a un lado la noción de que la creencia de Khan se debe a su opinión de Amazon – aunque en realidad ella de hecho ha explorado el anti-monopolismo en una variedad de industrias, desde la farmacéutica hasta la de comida y la aérea. La realidad es que la posición de Khan, al igual que otros en la escuela “neo Brandeis” de anti-monopolismo, es crucial para comprender el auge de las grandes plataformas tecnológicas y el llamado efecto superestrella dentro de la economía tangible.
Kahn cree que la escuela de Chicago se equivoca en su interpretación laissez-faire que utiliza los precios al consumo como el único parámetro valido para medir daños en los litigios sobre monopolios. Durante más de cuatro décadas, los eruditos del anti-monopolismo – tomando como biblia el libro La Paradoja Antimonopolista, escrito por Robert Bork en 1978 – han atado sus definiciones de poder monopólico a los efectos a corto plazo sobre los precios; de manera que si alguna empresa en alguna industria hace que los precios sean menores para los consumidores, entonces el mercado debe estar funcionando eficientemente.
Khan ha presentado un argumento contrario muy poderoso: no importa que las empresas como Amazon estén logrando reducir los precios en dólares si están usando estrategias depredadoras de cotización para dominar múltiples industrias y ahogar la competencia y el número de productos entre los cuales un consumidor puede elegir.
“Me impresionó la manera en la cual Wall Street evaluaba a Amazon y cuan distinta era esa evaluación respecto a lo que la teoría económica convencional diría sobre la empresa”, expresó Khan. Hablando con fondos de cobertura y bancos durante su investigación sobre Amazon, Khan encontró que valoraban la compañía y su capacidad de crecimiento bajo parámetros que implicaban poder monopólico – algo que los modelos económicos clásicos no tenían.
Cómo me dijo ella en un almuerzo del FT en 2019:
“En un nivel básico, me interesan los desequilibrios en el poder de mercado y cómo se manifiestan. Eso es algo que puede afectar no solo el sector de la tecnología sino muchas industrias. Hay gente que habla de los mercados como estas fuerzas que son producto de la globalización y la tecnología y que están totalmente desarraigadas, que están totalmente separadas de las leyes y las instituciones legales.
Khan, como muchos en su cohorte, cree lo contrario:
"Pero si los mercados nos están guiando en direcciones que nosotros, como sociedad democrática, decidimos que no son compatibles con nuestra visión de la libertad o la democracia, le corresponde al gobierno hacer algo".
La posición de Amazon en realidad fortalece esa idea. Al igual que los titanes de industria que al final tuvieron que rendirse ante Louis Brandeis (quien fue el responsable de desmantelar la Standard Oil), Amazon piensa que está por encima de la ley – o al menos que puede influir sobre la Casa Blanca. Es crucial que no lo logre. Uno de los factores clave sobre el cual los Demócratas serán juzgados en las elecciones intermedias es si lograron hacerle frente a los intereses corporativos en favor de los de la gente común.
Yo me imagino que Amazon tomará el lugar de Facebook como blanco antimonopolista número uno, ya que es un caso más fácil de presentar – el gigante de comercio electrónico crea los mercados y participa en ellos al mismo tiempo. Al igual que los ferrocarriles, o los bancos de inversión y bancos comerciales, puede ser fácilmente desarmada en varios componentes que hacen cosas distintas – una parte podría gerenciar la plataforma de comercio electrónico, otra parte gerenciar la parte logística y de servicios de nube, etc. Ciertamente, es muy fácil que la persona promedio entienda que la empresa que gerencia la plataforma sobre la cual funciona la mayor parte del comercio minorista global, no debería poder utilizar esa plataforma opacamente para favorecer sus propios productos.
No hay nada oculto en eso. Es sentido común. Yo me imagino que tanto el público como la Casa Blanca lo verán igual.
Peter, ¿estás de acuerdo?
Peter Spiegel responde
Rana, nunca estaría en desacuerdo contigo en tu área de experticia (un pequeño secreto es que cuando yo requiero entender mejor algún tema de regulación tecnológica, muchas veces llamo a Rana para que me aclare las cosas). Pero lo que me llamó la atención sobre la posición de Amazon respecto al nombramiento de Khan no fue su novedosa teoría del derecho de la competencia sino más bien su excesiva falta de modales. Y cabe decir que tengo algo de experiencia respecto al historial del Big Tech en mal manejo de las relaciones con Washington, ya que me tocó cubrir la batalla de Microsoft contra el Departamento de Justicia en mi primera posición dentro del FT hace varias décadas.
El juez federal basado en Washington que oyó la presentación del caso del gobierno contra Microsoft, Thomas Penfield Jackson, comentó una vez que como parte de su decisión que ordenaba separar en partes la empresa, consideró mandar al cofundador Bill Gates a que escribiera un trabajo sobre Napoleón Bonaparte: “Creo que Gates tiene un concepto napoleónico de si mismo y de su compañía, una arrogancia derivada del éxito y el poder ilimitados, sin reveses o duras experiencias que lo hayan fermentado.”
El juez Jackson fue ultimadamente removido del caso por sus comentarios poco políticos sobre Gates y Microsoft. Pero su análisis no era incorrecto. Gates se había enfrentado al gobierno de EEUU como si no le aplicara. Se dice que Jeff Bezos y su generación de fundadores tecnológicos aprendieron de la experiencia de Gates y han tomado un enfoque algo más reservado hacia Washington. Por su parte, Bezos ha contratado varias empresas de cabildeo, ha comprado un prominente periódico local y ha abierto una segunda base empresarial de Amazon en los suburbios de DC en Virginia.
Pero si sus tácticas respecto a Khan son algún indicativo – como bien preguntas Rana, ¿puede Amazon alegar en serio que la presidenta de la FTC debe recusarse debido a sus opiniones sobre el derecho de monopolios? – Bezos no ha aprendido suficiente. Su rival Mark Zuckerberg de Facebook ha tenido problemas similares en el Capitolio, donde sus esfuerzos iniciales de evitar presentarse ante comités se vieron luego empeorados por su comportamiento evasivo y robótico cuando finalmente acudió a testificar frente al Congreso. A título personal un alto ejecutivo de una compañía de tecnología se molestó conmigo indignado como si yo estuviera siendo injusto porque se me ocurrió sugerirle que la defensa de su empresa ante acusaciones de evasión de impuestos no era totalmente convincente.
En otras palabras, en lo que a Washington se refiere, aparentemente algunos de los líderes del Big Tech siguen pensando que están por encima de las turbias reglas y regulaciones que gobiernan el resto del capitalismo. Es una visión que deberían descartar rápidamente, o el creciente número de dardos bipartidistas que apuntan hacia ellos podrían dar pronto en el blanco.
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