Si la mayor ola de protestas en Cuba en varias décadas fue espontanea, la respuesta del gobierno fue todo lo contrario.
Puesto que no hay un Castro en el poder por primera vez desde la revolución comunista de 1959, al presidente Miguel Díaz Canel, un aburrido tecnócrata del partido, le cayó la responsabilidad de responderle a miles de cubanos que abarrotaron las calles pidiendo libertad y una mejor calidad de vida.
En una transmisión de más de cuatro horas el lunes, Díaz-Canel se presentó con su gabinete para explicar en gran detalle lo que el gobierno estaba haciendo para ayudar al pueblo y porque la culpa de todo la tiene EEUU.
El guion es tan antiguo como los retos que enfrenta la nación unipartidista: una economía fracasada y un sistema político fosilizado.
El líder habrá convencido a pocos cubanos. Ellos conocen la realidad: un estado cuasi quebrado, una escasez crónica de dólares y una economía estatizada e ineficiente, incapaz de producir suficiente alimento y otros bienes básicos.
Si bien las protestas del domingo fueron un reto serio y poco común hacia el gobierno, las autoridades reaccionaron con cierta moderación. La policía y las fuerzas especiales no confrontaron directamente a los manifestantes aun cuando hubo algunos arrestos. El acceso a internet ha sido desconectado, evitando que se utilicen los medios sociales para movilizar nuevas protestas.
“Las próximas 72 horas serán críticas”, indicó un exembajador a la Habana. “Si las protestas se calman, habrá una erosión de la autoridad gubernamental y la disidencia podría volverse endémica. Pero si esto empeora, nunca se sabe que puede pasar”.
Las largas colas para obtener necesidades básicas, una de las principales quejas de los que han salido a protestar, no son nuevas en Cuba. Pero peor para el gobierno ha sido el reciente aumento de casos de coronavirus. Cuba ha promulgado durante mucho tiempo que su sistema de salud es la piedra angular de la revolución y tuvo buen control de la pandemia el año pasado.
Desesperados por ingresar los dólares que traen los turistas, los funcionarios reabrieron el país a visitantes rusos hace unos meses y el número de infecciones por coronavirus se disparó. El promedio semanal de nuevos casos en Cuba ha pasado a ser, proporcional a su población, uno de los mayores en Latinoamérica, a pesar de que están distribuyendo dos vacunas de producción propia.
Meses de controles férreos por la pandemia no han permitido que muchos cubanos salgan a trabajar, algo que complica la lucha diaria por obtener el sustento básico. Los intentos por reformar la economía a principios de año a través de una devaluación del peso han producido un aumento de la inflación. Y un vaivén en la política respecto al dólar, permitiendo los pagos en la moneda y luego prohibiéndolos en favor del euro, ha empeorado las cosas.
La inversión extranjera se ha visto mermada por los ajustes al embargo de los EEUU desde 2019, algo que también ha limitado el envío de remesas a la isla.
Díaz-Canel estará deseoso que sus aliados extranjeros – Rusia, China y Venezuela – puedan ayudar. Ninguno tiene entusiasmo por un nuevo rescate financiero, pero ninguno quiere perder a un aliado útil.
Si bien el gobierno cubano tiene pocas opciones viables, la administración Biden también enfrenta decisiones difíciles. La respuesta de Joe Biden fue notable por la dureza de su tono. Pidió que “el régimen cubano escuche a su pueblo y supla sus necesidades… en vez de enriquecerse a si mismos”. Cercado por un lado por la presión de los Republicanos y el cabildeo de los cubanos estadounidenses para que opte por una línea dura, y por el otro por el deseo de los Demócratas de izquierda para que se restablezca el relajamiento de políticas de la era Obama, la administración todavía no ha tomado ninguna medida para modificar el embargo más férreo que se impuso en los años de Trump.
Joe García, un Demócrata, cubano-estadounidense y exmiembro del Congreso, declaró que la posición del gobierno de La Habana le recordaba a la fabula espartana del niño que se robo un zorro y lo escondió bajo su capa. “Prefieren que el zorro se coma sus entrañas antes que admitir que el sistema no funciona”, comentó.
Derechos de Autor - The Financial Times Limited 2021
© 2021 The Financial Times Ltd. Todos los derechos reservados. Por favor no copie y pegue artículos del FT que luego sean redistribuidos por correo electrónico o publicados en la red.
Lea el artículo original aquí.