(c) 2021, The Washington Post - Claire Parker
Funcionarios de EEUU opinan que las dos bombas detonadas en las afueras del aeropuerto de Kabul el jueves fueron ataques perpetrados por la filial del Estado Islámico en Afganistán, le dijo al Washington Post un oficial de EEUU con conocimiento del tema.
El ataque dejó a docenas de personas muertas o heridas, incluyendo a personal militar de EEUU y a civiles afganos. Multitudes han atiborrado el aeropuerto desde que el Talibán tomó el control de Kabul el 15 de agosto, y los oficiales de inteligencia de EEUU habían anticipado que el Estado Islámico del Jorasán/Korasán (ISIS-K por sus siglas en inglés) podría atacar en el medio del caos.
La filial de ISIS es un rival más extremista que el propio Talibán. Los expertos dicen que es probable que el Talibán trate de exterminar al grupo. Pero algunos alertaron más temprano este mes que ISIS-K podría beneficiarse del vacío de seguridad existente mientras el Talibán trata de consolidar su poder.
La retirada de EEUU estuvo basada en la conclusión de que los grupos terroristas ya no podrían usar el país para preparar ataques en Estados Unidos.
“Nosotros fuimos a Afganistán hace casi 20 años con objetivos claros – ir tras aquellos que nos atacaron el 11 de septiembre de 2001, y asegurarnos de que Al-Qaeda no podría usar a Afganistán como base desde la cual atacarnos nuevamente”, dijo el presidente Joe Biden en unas declaraciones desde la Casa Blanca la semana pasada, defendiendo la decisión de retirar las fuerzas armadas de EEUU después de que el gobierno afgano colapsara estrepitosamente. “Eso fue lo que hicimos”.
Pero las sangrientas escenas a las afueras del aeropuerto el jueves evidencian la aún latente amenaza terrorista en Afganistán, donde Al-Qaeda continúa operando.
Aunque Al-Qaeda ha sido sustancialmente debilitada desde 2001 – y el Talibán se ha comprometido a evitar que esta organización lleve a cabo nuevos ataques contra Estados Unidos o sus aliados – muchos combatientes de Al-Qaeda permanecen en Afganistán y han alabado la toma del poder por parte del Talibán.
El Talibán ha dicho que no permitirá que Al-Qaeda u otros grupos terroristas lancen ataques desde el país. Pero observadores externos dicen que el Talibán mantiene lazos con Al-Qaeda.
Les resumimos a continuación lo que se sabe de la presencia de Al-Qaeda y del Estado Islámico en Afganistán.
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¿Cuál es la relación de Al-Qaeda con el Talibán y qué tan fuerte es el grupo?
La primera vez que el Talibán gobernó en Afganistán, de 1996 a 2001, les dio refugio a los militantes de Al-Qaeda que organizaron los ataques del 11 de septiembre contra Estados Unidos. Una coalición liderada por EEUU invadió Afganistán en 2001 con el objetivo de aplastar al grupo extremista.
Después de dos décadas de conflictos y operaciones de contraterrorismo, “Al-Qaeda en Afganistán es un esqueleto de su antiguo ser” dijo Fawaz Gerges, profesor en el London School of Economics. Dijo que el grupo carece de un liderazgo carismático y está “financieramente hambriento”.
Un reporte reciente de la ONU indicó que Al-Qaeda mantenía presencia en al menos 15 provincias afganas. Otra filial, Al-Qaeda en el Subcontinente Indio, ha operado “bajo el paraguas del Talibán” desde las provincias de Kandahar, Helmand y Nimruz de acuerdo a las Naciones Unidas. En total, los miembros de Al-Qaeda suman una cifra aproximada de entre varias docenas hasta 500 personas.
Mohammad Naeem, un vocero del Talibán, negó la presencia de Al-Qaeda en Afganistán durante una entrevista con la cadena de televisión de Arabia Saudita, Al-Hadath TV, que salió al aire el domingo. Indicó que el grupo extremista no tenía presencia en el país ni relaciones con el gobierno Talibán, aunque puede que hayan “lazos familiares” entre los miembros de las dos organizaciones.
Pero un informe reciente de la ONU dijo que Al-Qaeda “no mostró indicaciones de romper las relaciones” con el Talibán, siendo que el alineamiento ideológico y las relaciones personales, incluyendo matrimonios entre miembros de ambas organizaciones, mantienen entrelazados a ambos grupos.
Un analista sobre Afganistán, Abdul Sayed, caracterizó la relación como “más cordial y más fuerte que de lo que era en el período previo al 11 de septiembre”.
La ONU reportó esta primavera que el Talibán ha “empezado a afianzar su control” sobre Al-Qaeda, pero “es imposible aceptar con confianza que el Talibán va a cumplir su compromiso de no permitir que surjan futuras amenazas internacionales de Al-Qaeda emanadas desde Afganistán”.
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¿Qué presencia tiene el Estado Islámico en Afganistán?
ISIS-K comenzó a operar en Afganistán en 2015, de acuerdo a un reporte del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (Center for Strategic and International Studies, CSIS por sus siglas en inglés).
Fundado por el nacional pakistaní Hafiz Saeed Khan, quien juró alianza al en 2014entonces líder del Estado Islámico, Abu Bakr Al-Baghdadi, ISIS-K comenzó como una pequeña banda de militantes mayoritariamente pakistaníes que operaban al este de Afganistán en la provincia de Nangahar. Algunos reclutas venían del Talibán, aunque miembros de otros grupos extremistas en la región también se incorporaron al grupo de Jorasán/Korasán, de acuerdo al reporte del CSIS.
Al igual que su grupo matriz –Estado Islámico en Irak y Siria – la filial de Afganistán tiene la ambición de controlar territorio y es conocida por llevar a cabo brutales ataques contra la población civil. Los chiitas, en particular, son objetivos frecuentes.
El secretario general de la ONU, António Guterres, alertó en 2019 que después de que el Estado Islámico perdió territorio en Irak y Siria, su división en Afganistán ha tenido acceso a cientos de millones de dólares para financiar actividades terroristas.
ISIS-K nunca ha podido capturar territorio con éxito en Afganistán. En cambio, su estrategia se ha centrado en atacar objetivos civiles como mezquitas, escuelas y bodas. El número de ataques que ha llevado a cabo anualmente ha disminuido en años recientes. Durante los primeros cuatro meses de este año, Naciones Unidas registró 77 ataques asociados al grupo. Estado Islámico asumió en mayo la autoría de un ataque con bomba, detonada en una escuela para niñas en Kabul que asesinó a más de 85 personas, la mayoría estudiantes.
Bombardeos aéreos de EEUU eliminaron a varios líderes claves del Estado Islámico Korasán, incluyendo a su fundador, a comienzos del conflicto. Y en 2017, las fuerzas armadas de EEUU lanzaron lo que se ha denominado “la madre de todas las bombas (MOAB por sus siglas en inglés)” sobre una cueva en la cual se escondían combatientes en la provincia de Nangahar.
Aún así, el grupo ha logrado sustentarse a sí mismo. Naciones Unidas estima que aún posee un grupo sólido de entre 1.500 y 2.200 combatientes en las provincias de Konar y Nangahar, con células más pequeñas dispersas por todo el país.
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¿Qué amenazas suponen el Estado Islámico y Al-Qaeda en Afganistán?
La mayoría de los analistas concuerdan en que Al-Qaeda carece de la fuerza y la capacidad para suponer una amenaza inmediata contra Estados Unidos.
El secretario de estado, Antony Blinken, dijo en “Fox News Sunday” que la capacidad de Al-Qaeda para atacar a Estados Unidos o sus aliados está “sustancialmente disminuida”, aunque reconoció que remanentes del grupo permanecen en Afganistán.
Pero dadas las posibilidades de que Al-Qaeda adquiera un santuario bajo el control Talibán – y las complicaciones que supone la victoria del Talibán para las operaciones de contraterrorismo – algunos dicen que el grupo podría reconstituirse.
Funcionarios de inteligencia de EEUU habían dicho previamente que eso podría tomarles hasta dos años. Pero Nathan Sales, quien fue oficial principal de contraterrorismo durante la administración Trump, dijo que, tras la victoria del Talibán, ese período podría reducirse a seis meses.
Mucho dependerá de qué tan permisivo sea el Talibán con el grupo.
Sayed dijo que Al-Qaeda está “siguiendo las instrucciones del Talibán en su totalidad para apoyar su estrategia” y respaldó el acuerdo del Talibán con Estados Unidos en febrero de 2020 que aseguraba el retiro de las tropas de EEUU y sus aliados. El acuerdo obligaba al Talibán a evitar que Al-Qaeda y otros grupos terroristas usaran Afganistán como base para atacar a Estados Unidos o sus aliados. El Talibán reiteró esta semana que permanece comprometido con su promesa.
“Es poco probable que el Talibán le permita a Al-Qaeda operar desde Afganistán y poner en riesgo la supervivencia de su naciente gobierno como lo hizo la organización terrorista en 2001”, dijo Gerges.
Michael Kugelman, director adjunto del Programa para Asia en el Wilson Center, dijo que la filial del Estado Islámico en Afganistán es “ciertamente resistente y potente” pero es poco probable que tenga la capacidad para planificar ataques contra objetivos lejanos.
Los vecinos de Afganistán, sin embargo, están preocupados por las actividades extremistas. Rusia ha incrementado sus ejercicios militares en Tayikistán, país que comparte una larga frontera con Afganistán, en el medio de preocupaciones por la presencia de grupos radicales islamistas que se han esparcido dentro del territorio de su aliado centroasiático.
Biden dijo la semana pasada que su gobierno está analizando con atención las amenazas provenientes de ISIS-K, particularmente después de que el Talibán liberara a muchos de sus combatientes encarcelados este mes.
En días recientes, oficiales de inteligencia de EEUU anticiparon un ataque de ISIS-K pero estaban limitados en cuanto a frustrar el ataque debido a su enfoque en las operaciones de evacuación de decenas de miles de personas a quienes les urge salir de Kabul.
Un oficial de EEUU dijo que ISIS-K era el sospechoso principal por los ataques de este jueves pero dijo que era muy pronto para llegar a conclusiones.
A diferencia de su actitud respecto a Al-Qaeda, sin embargo, el Talibán ve al Estado Islámico como una amenaza existencial y por años ha combatido contra el grupo en Afganistán.
Kugelman dice que el Talibán tiene “importantes razones” para luchar contra el Estado Islámico y podría usar las nuevas armas estadounidenses bajo su control para hacerlo.
Pero mientras se prepara para gobernar, el Talibán podría distraerse con prioridades más importantes, dicen los expertos, descuidando sus responsabilidades de seguridad. Naciones Unidas ha estimado que hay entre 8.000 y 10.000 combatientes pertenecientes a varios grupos militantes en Afganistán.
“La retirada de EEUU es un momento cada vez más unificador para estas fuerzas yihadistas en Afganistán y en toda la región”, dijo Kugelman.
El deseo de sacar a Estado Unidos de la región ha sido por mucho tiempo el enfoque de mucha de la propaganda de los grupos islamistas radicales, y Kugelman dijo que una retirada de EEUU puede inspirar a los militantes de las regiones circundantes para planificar ataques locales o mudarse a Afganistán.
Ya ha habido emoción y algarabía entre los simpatizantes de los grupos extremistas en la región. Un funcionario de inteligencia de una nación árabe, hablando en condición de anonimato para poder describir la actual situación, le dijo al Washington Post que los oficiales se habían percatado de un incremento en las comunicaciones entre grupos islamistas radicales sobre los acontecimientos en Afganistán y que la toma del poder por parte del Talibán “está animando a muchos yihadistas a viajar a Afganistán en vez de Siria o Irak”.
Un combatiente de Al-Qaeda, con el nombre de Abu Khaled, alabó la victoria del Talibán como un punto de inflexión para los grupos extremistas.
“Si Dios quiere, el éxito del Talibán también será una oportunidad para unificar a los movimientos de muyahidines como Al-Qaeda y Daesh”, comentó, usando otro de los nombres del Estado Islámico.
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Missy Ryan, Souad Mekhennet, John Hudson y Ellen Francis, del Washington Post, contribuyeron con este reporte.
Información de la Autora:
Claire Parker es editora asistente en la oficina internacional del Washington Post.
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