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Cuando un niño llega a la familia es natural ver al pequeño compartiendo junto a su padre mientras disfrutan de alguna disciplina deportiva. Lo que en algún punto es para algunos una actividad de recreación que no necesariamente debe marcar el futuro del joven, en otros casos es el inicio de un camino con un destino predeterminado por el talento que ocultan los genes.

El deporte estadounidense tiene dos casos brillantes que involucran a familias latinas y su impacto. Dos profesionales del más alto nivel y que dicen presente en la discusión sobre si fueron los mejores en lo que hicieron tienen en linaje casos que ponen a su hijos como las estrellas del presente y el futuro.

Aunque para los más jóvenes el reto es destacar y no manchar el apellido, el tiempo siempre es el encargado de poner cada cosa en su sitio y también abrirle espacio a aquellos atletas que con mucho trabajo, esfuerzo y enfoque son capaces de trascender para salir de la sombra de quienes los precedieron y así instalarse en la élite bajo sus propias herramientas.

Pelota e inmortalidad

Uno de esos ejemplos se enmarca bajo la calidad que siempre acompañó a Vladimir Guerrero. El excelso jugador dominicano que hizo de las suyas en el béisbol de las Grandes Ligas será siempre recordado por propios y extraños.

La imagen principal que se viene a la cabeza de todo fanático que sabe de su existencia tiene que ver con su poco ortodoxo bateo, sin guantines, como si la fuerza natural de su estructura no se viera alterada ni incidida por el madero. Aún así, el quisqueyano que hoy en día tiene su placa en el Salón de la Fama de Cooperstown fue capaz de conectar 449 jonrones repartidos en 16 campañas de pasantía en la pelota norteamericana.

Todo comenzó en el año 1996, cuando con apenas 21 años de edad debutó en las mayores vistiendo el uniforme de los Expos de Montreal, franquicia que mutó y hoy en día son los Nacionales de Washington. En el cuadro canadiense, Guerrero fue toda una estrella y un representante fijo en Juegos de Estrellas con dicho uniforme, pues cuadro de sus nueve participaciones en el clásico de mitad de temporada los jugó bajo estos colores.

En esos ocho años como el rostro de los Expos, el latino soltó poco más de su total de cuadrangulares (234) y produjo 702 de las 1496 carreras que lo convirtieron en una de las piezas más productivas de toda su generación.

Poco a poco fue obteniendo el mérito suficiente para ser considerado uno de los mejores peloteros del momento, algo que concretó de gran forma en el año 2004, cuando con el uniforme de los Angelinos de Los Ángeles se alzó como el Jugador Más Valioso de la Liga Americana. Ya para esos días, Guerrero era uno de los más grandes del béisbol, un jonronero indetenible que también tenía una clara presencia en el jardín derecho. Su guante, aunque nunca a la par de su ofensiva, tampoco defraudó.

Con 10 años retirado, el dominicano ahora ve a través de los ojos de su hijo, Vladimir Guerrero Jr., a un potencial Salón de la Fama.

El trayecto del joven de 22 años de edad apenas comienza para él, quien en 2021 transita por su tercera zafra en las mayores; no obstante, esta es consagratoria. Salvo el caso del japonés Shohei Ohtani, un fenómeno destacado tanto en la lomita como en el cajón de bateo, el de los Azulejos de Toronto sería un claro favorito para llevarse el premio al Más Valioso este año.

Pero tiempo y oportunidades sobran para un muchacho a quien se le reprochó en sus inicios que su forma física sería su principal obstáculo. Contrario a estancarse y dejarse llevar por las críticas lejanas, Guerrero Jr. trabajó durante el invierno en su organismo y llegó a los entrenamientos primaverales con la promesa de ser uno de los peloteros más llamativos este año en la Liga Americana.

Y así fue.

Hoy en día supera la barrera de los 40 jonrones y las 100 carreras empujadas, números sobresalientes para un muchacho que se va ganando el respeto de los lanzadores rivales con cada jornada que pasa.

Otro aspecto importante dentro de su repertorio ha sido su selección al momento de batear. El hijo del todopoderoso Vladimir Guerrero suma más de 300 puntos de average en la presente campaña, mucho más que los 272 que bateó en su temporada de novato. Aunque ha sido corta su pasantía por las mayores, el toletero ha demostrado la madurez de quien entiende cuáles son sus debilidades y lucha por superarlas para convertirlas en fortalezas.

Si todo marcha como se ve, más temprano que tarde eclipsará los registros de su padre, un reto ambicioso, pero posible y agradable dentro del seno de la familia Guerrero.

FAMILIA. Vladimir Guerrero padre (der.) y su hijo, dos estrellas de la MLB/@vladguerrero27

Poder histórico

El pugilismo en Estados Unidos ha visto triunfar a los más grandes de la disciplina. Entre muchos nombres de inmortales, uno resalta por su alto número de victorias: Julio César Chávez.

El púgil mexicano acumuló entre 1980 y 2005 (lapso en el que disfrutó de largos descansos de casi un año en al menos cuatro calendarios) un total de 107 triunfos por apenas seis caídas. Chávez fue una fuerza de la naturaleza y una apuesta fija en cada careo que lo tuvo como protagonista en Las Vegas, la capital mundial de las principales riñas de dicho deporte.

Durante su apogeo, el azteca puso muy en alto la bandera de su país y llevó un paso más allá aquello de que los boxeadores mexicanos tenían ese ingrediente especial dentro de su ADN, un coraje increíble para sostenerse incluso frente a los más complicados rivales para imponerse sin miedo cuando sonara la campana.

Al final de su carrera, cuando las manos no eran tan pesadas y sus pies perdieron velocidad, el mundo del deporte se rindió ante uno de los hombres que más alegría le brindó a Latinoamérica gracias a su regularidad para salir airoso del siempre difícil cuadrilátero.

Junto a él, especialmente en la etapa final de un exitoso periplo de más de 20 años por el boxeo, se preparaba su hijo Julio César Chávez Jr. Espigado, con mayor alcance y la promesa de potenciar el apellido familiar por otras muchas temporadas, el joven mexicano apareció en el profesional luego de 13 peleas en el amateur.

Luego de siete años seguidos sin conocer la derrota, el joven Chávez Jr. cayó por decisión unánime frente a la figura del argentino Sergio Martínez, un duelo cerrado que pudo haber sido para cualquiera de los dos y que finalmente quedó en manos del sudamericano hoy en día retirado.

Ese fue el inicio de un lamentable trayecto que lo vio despedirse con el revés en cinco de sus próximas 10 peleas. Además, se vio involucrado en una polémica por uso de sustancias ilícitas que lo alejaron del ensogado.

Aún así, el alto y delgado peleador sedujo a muchos con un estilo distinto al de su padre, pero igual de efectivo cuando estuvo en su mejor momento.

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