
Un revés no necesariamente es el fin de un plan. En el fútbol europeo, la Superliga que no fue tal obtuvo una vida extra. La decisión de la UEFA de no aplicar sanciones contra Real Madrid y Juventus (cocreadores de la cita), además del Barcelona, deja abierta una ventana para el evento de mil discusiones.
Pensar que algún día se celebrará un campeonato con los clubes más poderosos del Viejo Continente es tan atroz como desleal. Desde el plano deportivo, medir a los grandes de la región cada semana es un sueño; sin embargo, la sensación es diametralmente opuesta del otro lado.
El hecho de que los históricos acumulen más riqueza de la que acostumbran supone un golpe casi mortal a los cuadros de mediana tabla, ni hablar de los que cada temporada batallan por seguir en la máxima categoría de su respectivo país.
Ahora, la resolución de la UEFA es un respiro para que la planificación siga su marcha. La duda, ahora, pasa por saber cuándo volverá a hablarse del tema entre los principales presidentes de los clubes involucrados.
Real Madrid y Juventus seguramente se mantendrán firmes, aunque con cautela. El resto, especialmente los ingleses, seguro esperarán por las maniobras del regente del balompié en Europa. Una posible flexibilización será suficiente para volver a sumarse a la fiesta.
Todos quieren ver el más atractivo de los juegos, pero ese deseo no es mayor al de aplaudir la épica de unos pocos con mucha historia pero con un palmarés corto.
Los que triunfan y saben cómo hacerlo parecen tener un camino más sencillo que el resto, aunque no siempre sea así. Otros, tal vez con más deseo que planificación, también tienen derecho a soñar y materializarlo. Pero solo será posible si se ganan el derecho de medirse a las leyendas. Y eso solo no será posible en torneos hechos a la medida de los pudientes.