(c) 2021, The Washington Post - David J. Lynch
Autoridades de EEUU y la UE tratarán este miércoles de superar un par de reñidas disputas en torno a su política exterior, buscando incrementar sus lazos comerciales y acordar un enfoque común para mantener el control de las tecnologías más sofisticadas.
La reunión inaugural del Consejo de Comercio y Tecnología EEUU-UE (U.S.-E.U. Trade and Technology Council) está programada en Pittsburgh, contando con la participación de tres miembros del gabinete del presidente Joe Biden y sus contrapartes de Bruselas.
La sesión fue casi descarrilada después del enfado de Francia tras la decisión de EEUU de proveer a Australia de submarinos de propulsión nuclear, algo que hizo perder a París un lucrativo contrato para la construcción de submarinos de propulsión diesel, de menor capacidad.
Este impase llegó luego de las críticas generales de Europa en torno a la decisión de EEUU de retirarse de Afganistán sin consultar primero con sus aliados. El episodio dejó a muchos en Europa quejándose de que Biden – a pesar de haber prometido reconstruir la unidad de la alianza – fue poco mejor que el expresidente Donald Trump, cuya agenda de “Estados Unidos Primero” (“America First”) alejó a muchos aliados tradicionales de EEUU.
El Comisionado para el Comercio de la UE, Valdis Dombrovskis, quien participará en el diálogo del miércoles, reconoció la “decepción” de Europa tras las recientes acciones de la administración. Pero indicó que ambos lados han tenido un acercamiento después de haber resuelto este verano la larga disputa sobre los subsidios a las aerolíneas comerciales y que ahora comenzarán a abordar la escasez de microchips y las regulaciones a los gigantes de la economía digital.
El mayor reto para el nuevo consejo será superar una larga historia de iniciativas transatlánticas similares que han quedado muy lejos de alcanzar logros tangibles. Más recientemente, en 2013 la administración Obama impulsó negociaciones con el objetivo de forjar una alianza comercial y de inversiones sólo para verlas colapsar tres años después.
“Hay una larga historia de esfuerzos por establecer este tipo de alianzas que luego colapsan cuando se empiezan a evaluar las aplicaciones prácticas y descubrimos que estamos en espacios distintos”, dijo William Reinsch, experto en comercio del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (Center for Strategic and International Studies).
Biden y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, acordaron en una cumbre de junio establecer el consejo, el cual abordará asuntos como el refuerzo de las cadenas de suministros, el control a las exportaciones, los límites de inversión y las regulaciones a la inteligencia artificial y a otras tecnologías emergentes.
Pero lo que dominará la agenda de la alianza serán las preocupaciones compartidas sobre las amenazas de competencia que representan las “economías que no son de mercado”, un eufemismo diplomático para referirse a China.
Washington ha sido más directa en cuanto a la necesidad de confrontar a China, incluso acusándola de genocidio por su trato a los pueblos musulmanes Uigures. Alemania, la economía más fuerte de Europa, tiene grandes contratos de exportación automotriz e industrial en juego y por esa razón es más renuente de criticar a Pekín.
Dombrovskis insistió en que el trabajo del consejo no está enfocado en un solo país. Pero su lista de problemas causados por las “economías que no son de mercado” hacen eco de las quejas de EEUU sobre el enfoque mercantilista de China hacia el comercio global, incluyendo la transferencia forzada de tecnologías, violaciones a las leyes de propiedad intelectual, la participación del Estado como dueño de empresas, y las políticas industriales “enfocadas en alcanzar el dominio global sin importar los costos”.
Los aliados comparten el interés de restringir el acceso de China a las innovaciones tecnológicas de punta que empresas del estado chino podrían aprovechar para lucrar ganancias comerciales.
“Debemos trabajar en conjunto para asegurar que las joyas de nuestra corona no terminen todas en Pekín. Y no queremos que los chinos compren todas nuestras buenas empresas”, dijo Reinsch, quien fue funcionario del Departamento del Comercio durante la administración Clinton.
En una entrevista, Dombrovskis ofreció pocos detalles sobre los principales objetivos del consejo. Los funcionarios estarán organizados en 10 grupos de trabajo con la misión de levantar un “marco de cooperación” general en vez de un acuerdo comercial tradicional. Algunos grupos pudieran producir guías regulatorias consensuadas mientras que otros se enfocarían simplemente emitir declaraciones sobre valores comunes, explicó.
“Los resultados, de alguna manera, van a depender de las discusiones y de cuántos elementos en común encontremos en las diferentes áreas”, aseveró.
La UE y Estados Unidos permanecen divididos sobre el enfoque apropiado para la regulación de corporaciones digitales. En Europa, los legisladores han propuesto la Ley de Mercados Digitales (Digital Markets Act), la cual implementaría cambios sustanciales a las operaciones de empresas como Facebook, Google, Apple y Amazon.
Dombrovskis también indicó que ambas partes continúan trabajando en torno a la derogación de los aranceles que impuso Trump sobre el acero y el aluminio europeo, buscando llegar a un acuerdo para el 1 de diciembre. Tiene programado reunirse con la secretaría de comercio de EEUU, Gina Raimondo, quien favorece los aranceles, y la representante de comercio de EEUU, Katherine Tai.
Ambas funcionarias del gabinete y el secretario de estado, Antony Blinken, participarán en la reunión del miércoles.
El objetivo de las conversaciones paralelas sobre los aranceles es buscar una manera alternativa de resolver las preocupaciones estadounidenses sobre el exceso de acero barato proveniente de China a la vez que deroga impuestos comerciales que afectan a Europa. “Debemos cooperar en vez de atacar a nuestras industrias del acero, las cuales no son la fuente de la sobreoferta global”, dijo Dombrovskis.
Información del Autor:
David J. Lynch es un escritor del equipo de finanzas del Washington Post, quien se unió al periódico en noviembre de 2017, después de trabajar para el Financial Times, Bloomberg News y USA Today.
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