Especial para el Washington Post - Bobbi Dempsey
Como muchas personas que son o han sido alguna vez pobres, tengo varias historias sobre las ramificaciones costosas y avergonzantes que implican las comisiones por sobregiro. Una vez, una lata de leche de fórmula de $5 me desencadenó una cascada de recargos y penalidades tan sustanciales que terminó costándome cientos de dólares antes de que mi cuenta pudiera volver a un balance positivo.
En otra oportunidad, recibí con emoción un pago de $200 por correo correspondiente a un trabajo a cuenta libre y corrí al banco para depositarlo en mi cuenta corriente – la cual en ese momento tenía un balance de $3. En mi emoción, no me di cuenta de que el cheque no se haría efectivo por tres días. En mi camino a casa regresando del banco, compré cajitas felices para mis hijos. La transacción de $10 fue aprobada, pero puso mi cuenta a negativo, causándome un recargo por sobregiro de $100 antes de que me enterara de lo que había ocurrido.
Las personas de bajos ingresos sufren las consecuencias de los recargos por sobregiro más que aquellas personas financieramente cómodas – por un gran margen. Un estudio de la Oficina de Protección Financiera al Consumidor (Consumer Financial Protection Bureau, CFPB por sus siglas en inglés), determinó que aunque sólo un 9% de los dueños de cuentas corrientes son considerados “sobregiradores frecuentes”, pagan casi el 80% del monto total de los recargos por sobregiro. Estos recargos, que usualmente son de un mínimo de $35, son frecuentemente impuestos en múltiples lotes por transacción. Éstos, sumados a los recargos diarios por tener la cuenta en balance negativo, golpean de forma desproporcionadamente fuerte a quienes menos pueden pagarlo. El estudio de la CFPB reveló que el típico “sobregirador frecuente” tiene un balance diario promedio de menos de $350, comparado con una media de más de $1.550 para los clientes que no sobregiran sus cuentas.
Los recargos por sobregiro parecen diseñados intencionalmente para mantener a los pobres atrapados en la pobreza. Una vez que comienza el ciclo de comisiones por sobregiro – el cual rápidamente desencadena una espiral en caída de penalidades y recargos adicionales diarios – quedas atrapado en un hueco del cual es muy difícil, y muy costoso, salir. Esto parece especialmente cruel cuando ya de por sí estás comenzando con una gran desventaja financiera. De acuerdo al estudio de la CFPB, los consumidores que se sobregiran con frecuencia tienen una puntuación crediticia de menos de 600, y alrededor del 20% de los sobregiradores frecuentes ni siquiera tienen puntuación crediticia.
Los bancos no están motivados a ayudar a aquellos clientes que tienen problemas financieros, debido a que los recargos por sobregiro representan una fuente continua de ganancia. Los bancos les cobran a sus clientes más de $12 mil millones al año en recargos por sobregiro y penalidades relacionadas, según el FinHealth Report 2021, elaborado por la Red de Salud Financiera (“Financial Health Network”) – y la mayoría de esos recargos fueron cobrados a las personas con “Dificultades Financieras” o “Financieramente Vulnerables”.
El reporte del FinHealth encontró que el 43% de los hogares vulnerables con cuentas corrientes afirmaron haberse sobregirado el año pasado y haber pagado los recargos relacionados; con un promedio de 9,6 sobregiros por hogar. En cambio, apenas al 5% de los hogares “Financieramente Sanos” habían pagado comisiones por sobregiros. Los hogares negros son 1,9 veces más propensos a sobregirarse que los hogares blancos, mientras que los latinos son 1,4 veces más tendentes a hacerlo.
Los peores recargos – y, a mi parecer, los más indefendibles – ocurren cuando el banco se rehúsa a procesar la transacción que desencadena el sobregiro, y de todas maneras cobra el recargo. Algunas veces conocidas como recargos por operaciones con “saldo insuficiente” (“non sufficient funds”, NSF por sus siglas en inglés), estos recargos muchas veces se multiplican exponencialmente porque, cuando un pago o cheque es denegado, algunos negocios o instituciones financieras automáticamente lo vuelven a depositar una segunda vez, lo que significa que al cliente le cobran múltiples recargos por la misma compra aunque a veces ni siquiera obtenga el beneficio de lo que compró.
Varias instituciones financieras, incluyendo al USAA Bank y al Digital Federal Credit Union, han enfrentado demandas por prácticas similares. Algunos de los que cobran recargos normales por sobregiro muchas veces los justifican sobre la base de que efectivamente te están ayudando cuando no tienes efectivo a la mano. Pero en este caso, las instituciones están cobrando una comisión por no hacer absolutamente nada. Ahora el cliente no sólo tiene que pagar un recargo por sobregiro, pero además tiene que lidiar con las consecuencias del cheque rebotado o pago declinado por parte del comerciante o acreedor, una experiencia que puede desencadenar otros costos – materiales, sociales y psicológicos. Muchas veces he ilustrado el punto diciendo que es como si le pidieras prestado $20 a un amigo, sólo para que éste te saque $10 de tu cartera por haberte negado el préstamo.
Los recargos por sobregiro son un castigo especialmente duro cuando se les combina con otras prácticas bancarias que casi parecen diseñadas para atrapar a los clientes que están luchando por mantener su balance en positivo. Por ejemplo, la sede local del banco donde tengo una cuenta sólo abre los días de semana de 9am a 3pm. Si haces un depósito en el cajero automático del banco después de las 3pm durante la semana o a cualquier hora durante los fines de semana, no será acreditado a tu cuenta hasta el siguiente día laboral. Sin embargo, si uso mi tarjeta de débito para una compra, o tengo un cargo automático que se lleva a cabo en ese momento, el banco puede instantáneamente retirar el dinero de mi cuenta. Inevitablemente eso pone a aquellos que viven de su trabajo diario, o a aquellos que reciben sus pagos los viernes y no pueden llegar al banco antes de que éste cierre – en una desventaja, incluso si técnicamente tienen el dinero para cubrir sus gastos.
Yo entiendo que, como muchos negocios, los bancos están enfocados en generar ganancias. Yo no espero que sean entidades altruistas que van a desviarse de su camino para ayudar a los consumidores a evitar los recargos que esencialmente representan para ellos una gallina que pone huevos de oro. Yo sé que la mayoría de los bancos nunca dejaran voluntariamente de cobrar recargos por sobregiro. Simplemente quisiera que no se regocijaran tanto en cuando lo hacen. Me repugnó cuando escuché que un expresidente del TCF National Bank aparentemente nombró su barco “Sobregiro”. Me pareció un símbolo cruel de la manera en la cual los extravagantes placeres de pocos son pagados con el dolor diario de muchos.
Se han dado algunos pasos positivos en cuanto a este tema. Este verano, Ally Bank anunció que iba a eliminar por completo los recargos por sobregiro, y los legisladores Demócratas recientemente introdujeron un proyecto de ley que en gran medida va a limitar la habilidad de los bancos para imponer recargos excesivos por sobregiro.
Le doy la bienvenida a estos acontecimientos pero no soy optimista de que habrá cambios profundos en el corto plazo. Entre tanto, incluso si eventualmente las cosas mejoran, los clientes bancarios que están en situaciones financieras precarias van a seguir sufriendo. Habiéndome criado en una familia muy pobre, sé que para muchas personas de bajos ingresos, simplemente poder abrir una cuenta bancaria es como un gran logro. Mantenerla activa sin que caiga en saldo negativo, sin embargo, puede a veces parecer una tarea imposible.
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Información de la Autora:
Bobbi Dempsey es una periodista asociada al Economic Hardship Reporting Project, el cual apoyó este artículo.
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