La Junta Editorial – Financial Times
Joe Biden ya casi ni puede nombrarlos. “Dos personas”, es la forma en la cual un exasperado presidente de EEUU se refiere a los senadores que se han interpuesto al éxito de su legislación redistributiva. En sus temperamentos, sus estados y sus críticas del proyecto de la ley para Reconstruir Mejor, Joe Manchin (D-WV) y Kyrsten Sinema (D-AZ) son demasiado distintos como para formar equipo. Pero al presionar para un menor gasto, sin embargo, cada uno por su lado le está negando a Biden su primera gran victoria desde la primavera.
Algunos Demócratas han llegado hasta casi sugerir que “Sinemanchin” no tienen derecho a bloquear la voluntad unificada de un presidente y todo su partido. Eso es una sandez constitucional. Además ha dado rienda suelta al maltrato de Sinema en particular.
Es en cuanto a la sustancia, no al proceso, donde los liberales tienen un buen argumento. Manchin favorece ayudas específicas para los pobres en vez de dádivas universales. Pero lo que quiere puede generar la burocracia y los incentivos perversos que se dan cuando hay que demostrar necesidad para obtener una ayuda. El estado universal, al dar algo a todos los ciudadanos, no es únicamente simple. También es menos vulnerable a la erosión política del tiempo. El estado paternalista, por ejemplo, fue reducido ante un ruidoso y revanchista aplauso en los noventa. Por contraste, los esfuerzos por reformar el seguro social han destruido presidencias enteras.
Si bien se cree fuertemente autosuficiente, cuando EEUU aprueba una dádiva del gobierno, normalmente le agrada. Las ayudas por la pandemia es el principal ejemplo de esto. Si los cheques no se hubieran distribuido tan ampliamente, la atmosfera política relacionada a una intervención tan masiva durante los últimos 18 meses habría sido pútrida.
Tanto como pueda, por tanto, le proyecto de Biden debería mantener principios de universalidad. Esto es particularmente cierto para el crédito fiscal infantil que él quiere hacer casi integral. EEUU es poco común entre los países ricos en que su ayuda para niños es muy irregular. Sus tasas de pobreza infantil por tanto, son horrendas. Si, como implican los precedentes, los Republicanos ganan control del Congreso el año que viene, el crédito ampliado puede convertirse en lo más importante que Biden haya legislado. Sólo un político muy valiente y cuasi masoquista intentaría revertirlo posteriormente.
“Tanto como sea posible”, sin embargo, es más que un típico calificativo en este caso. La realidad política es que los Demócratas no lograron la clara mayoría que algunas encuestas prometían el año pasado. Esto quiere decir que “dos personas” pueden insistir en ahorrar algo dentro del gasto propuesto. Recortar el proyecto muy por debajo de la cifra inicial Demócrata de $3,5tn (millones de millones) – la posición negociadora de Manchin es de $1,5tn – implica un doloroso acuerdo. Si bien eso significa un proyecto de ley menos amplio, los Demócratas deberían aceptarlo como una ley mejor que el no tener ninguna.
Cuidado infantil gratuito, becas universitarias más generosas, subsidios para energía limpia: el proyecto de ley es de un rango tan amplio que existen oportunidades para podarlo. De hecho, políticamente, proyectos legislativos más centrados son más fáciles de comunicar a los votantes que la actual mezcolanza. El proyecto propuesto tiene de todo menos un ámbito definido.
Las ventajas de llegar a un acuerdo para aprobar el proyecto no finalizan allí. Las preguntas gemelas de infraestructura y reformas sociales han ocupado a la Casa Blanca durante gran parte de su primer año. Ninguno de los dos temas está entre las preocupaciones principales de los votantes, las cuales incluyen la el que la pandemia continúa, y una economía precaria. Y por tanto, en semanas recientes, los Demócratas han entrado riñendo entre si sobre algo que muchos estadounidenses consideran temas sustanciales pero de segundo plano.
Esto no debe perdurar si Biden piensa revivir lo que se ha convertido en una presidencia asediada. Aprobar una ley liberará por fin a la Casa Blanca para ocuparse de un sinfín de cosas que demandan su atención. El punto es reconstruir mejor no perfectamente.
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