Karen Grépin - Especial para The Washington Post.
Desde principios de 2020, los gobiernos del mundo han adoptado numerosas medidas sociales y de salud pública para contener y controlar la pandemia del coronavirus. Entre las políticas más drásticas se encuentran los controles fronterizos, que han tenido importantes efectos económicos y sociales, deteniendo los viajes internacionales en 2020. En los últimos meses, la mayoría de los países han reabierto sus fronteras, especialmente a los vacunados, lo que ha llevado a importantes aumentos en los viajes internacionales.
Ahora, los reportes de una nueva variante del coronavirus llamada ómicron han provocado que muchos países reimpongan medidas fronterizas con la esperanza de mantenerse aislados. Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Europea y otras naciones anunciaron en los últimos días que prohibirían o exigirían cuarentenas para vuelos o viajeros provenientes de países del sur de África, incluida Sudáfrica, donde los científicos secuenciaron por primera vez la nueva variante. Otros, como Suiza, han impuesto medidas a los viajeros provenientes de todos los lugares donde hasta ahora se ha detectado la variante.
Pero sabemos que las medidas fronterizas no siempre son efectivas. Y es muy poco probable que esta reciente ronda de restricciones específicas contenga el contagio de la variante ómicron.
Como parte del proyecto de investigación Pandemias y Fronteras, mi equipo y yo hemos realizado investigaciones para entender qué tipos de medidas fronterizas han sido efectivas y en cuales contextos. Esto incluye una revisión sistemática de la eficacia de las medidas de viaje y estudios en curso que analizan por qué los países han adoptado estas medidas. Si bien hemos descubierto que las medidas de viaje han sido extremadamente efectivas en algunos contextos internacionales, la mayoría sólo reduce, pero no elimina, los casos importados de coronavirus.
Cuando la gente habla de medidas de control fronterizo, existe una tendencia a referirse a tales acciones como "cerrar la frontera". Si bien un pequeño número de países, generalmente muy pequeños y aislados como Kiribati, han cerrado efectivamente sus fronteras a todos los ingresos durante la pandemia, pocos países se han aislado por completo. Más comúnmente, los países han adoptado una variedad de medidas: emitir consejos de viaje, exigir prueba de vacunación o pruebas de diagnóstico, incluso exigir que los viajeros pasen largos períodos en cuarentena a su llegada. Los países también varían en términos de a quién dirigen estas medidas: a todos los viajeros, a los de lugares específicos o sólo a los viajeros extranjeros. Por tanto, la eficacia de los tipos de medidas utilizadas durante la pandemia varía según el contexto internacional.
Al observar la eficacia de las medidas de viaje impuestas durante los primeros meses de la pandemia, se ha demostrado que las medidas impuestas al comienzo redujeron la exportación inicial de casos provenientes de China. Si bien es difícil comprender completamente lo que sucedió a principios de 2020 debido a que nuestra capacidad para realizar pruebas del virus era imperfecta en ese momento, sabemos que el bloqueo generalizado de los ciudadanos en Wuhan y las prohibiciones y restricciones de vuelos adicionales impuestas por algunos países contra los viajeros provenientes de ese lugar o de otros lugares de China resultó en reducciones cuantificables en el número de casos exportados y aumentó el tiempo que tardó el virus en propagarse internacionalmente. Sin embargo, el virus se propagó más rápido que las restricciones específicas que los países habían impuesto, y pronto los casos importados provenían de no sólo de China, sino de otros países como Irán e Italia, que no estaban sujetos a restricciones de viaje.
Las restricciones de viaje específicas, como las que se están imponiendo actualmente a los países del sur de África, son efectivas sólo para prevenir casos en lugares donde se ha detectado el virus, no necesariamente donde se encuentra en este momento, y ciertamente no donde estará en el futuro. Las secuencias genéticas del virus ómicron se habían compartido por primera vez el 11 de noviembre, el mismo día en el cual un viajero de Sudáfrica que portaba la nueva cepa llegó a Hong Kong. Ésa es una clara evidencia de que ómicron ya había estado en circulación al menos dos semanas antes de que se impusieran las últimas restricciones. En los últimos días, también se han detectado casos en Bélgica, Gran Bretaña, Israel y en la otra mitad del mundo en Australia. Ómicron probablemente ha alcanzado el estatus de viajero frecuente con numerosas aerolíneas.
Un segundo conjunto de lecciones proviene de la observación que se hizo de los lugares donde anteriormente se utilizó con éxito la política de "Covid cero", incluidos Australia, Singapur, China, Hong Kong, Nueva Zelanda y Vietnam. Todos estos lugares habían adoptado un conjunto de medidas comunes: cuarentenas prolongadas para todos o la mayoría de los viajeros entrantes en una instalación dedicada para ello, pruebas de PCR antes de la salida y/o llegada, y alguna forma de restricción sobre quién puede o no puede ingresar. La mayoría de estos lugares también implementaron los elementos centrales de sus medidas de control fronterizo en marzo o abril de 2020, aunque el ajuste de estas medidas continuó durante muchos meses. Usadas en combinación, estas medidas fueron muy importantes para mantener al coronavirus fuera de estos lugares durante la mayor parte de la pandemia. Las estrictas medidas de control fronterizo ya han detectado y aislado los primeros casos de ómicron en Hong Kong, impidiendo que ingrese a la comunidad.
Aunque metodológicamente es difícil precisar el efecto independiente de cada medida, el largo período de incubación del coronavirus significa que las cuarentenas de aproximadamente 14 días son probablemente el componente más importante para mantener el virus fuera, y los lugares más exitosos han aplicado estas medidas para todos los viajeros que ingresan, con pocas o ninguna excepción. Las medidas de viaje que se aplican sólo a algunas personas y no a otras hacen que las medidas de control fronterizo sean menos efectivas. Estados Unidos ha restringido los viajes para los extranjeros de ocho países del sur de África, pero los ciudadanos estadounidenses aún pueden regresar de estos lugares. Gran Bretaña exige que las personas se realicen una prueba de PCR dentro de los dos días posteriores a su llegada, y los viajeros sólo deben aislarse hasta que la prueba dé negativo. Si bien estas medidas ciertamente serán disruptivas para los viajes internacionales, harán poco para prevenir la importación del virus.
Los lugares que anteriormente aplicaron las políticas de “Covid cero” no sólo implementaron fuertes medidas en la frontera, sino que también impusieron fuertes medidas de salud pública a nivel doméstico. Hong Kong lleva a cabo pruebas a cientos de miles de personas cada mes. Australia impuso algunas de las medidas de bloqueo más duraderas y estrictas del mundo. Las medidas de control fronterizo no deben verse como una estrategia separada, sino como un componente integral de la respuesta general de una nación. Éstas refuerzan la eficacia de las medidas nacionales de salud pública, pero son insuficientes para controlar por sí solas epidemias internas. Paradójicamente, el valor de las medidas de control fronterizo aumenta cuando hay menos casos locales. A menos que los países que están reimponiendo medidas de control fronterizo también vuelvan a imponer fuertes medidas internas, como decretos sobre el uso de mascarillas y distanciamiento social, incluso si se importa un solo caso, las medidas de control fronterizo harán poco para detener la propagación del virus en la comunidad.
La pandemia ha desafiado gran parte de lo que creíamos cierto sobre la eficacia de las medidas de salud pública, así como de nuestra capacidad para cumplirlas. Y a pesar de lo cansados que estamos de luchar contra este virus, todavía el virus no ha terminado su proceso. Las nuevas variantes supondrán un desafío continuo. Por efectivas que hayan sido algunas restricciones de viaje establecidas por algunos países, es poco probable que la actual ronda de restricciones migratorias que se están imponiendo haga mucho para prevenir la propagación de esta variante del virus. En cambio, debemos trabajar más para garantizar tasas altas de vacunación en todas partes, pero especialmente en los países de bajos ingresos donde las vacunas aún escasean. Y también debemos seguir manteniendo medidas nacionales de salud pública para ayudar a controlar la transmisión comunitaria. Es la única manera en la cual podremos empezar a ver el final de esta pandemia.
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Karen Grépin es profesora asociada en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Hong Kong.
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