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Análisis Ampliado: La evolución estructural del problema inflacionario

Jerome Powell, chairman of the U.S. Federal Reserve, speaks with Rep. Bill Huizenga, R-Mich., as Janet Yellen, U.S. Treasury secretary, speaks with Rep. Madeleine Dean, D-Pa., during a House Financial Committee hearing in Washington, D.C., on Dec. 1, 2021. MUST CREDIT: Bloomberg photo by Al Drago.

La Junta Editorial – Financial Times

El Banco de Inglaterra prevé que la inflación alcanzará un punto máximo de cinco por ciento en abril.  Isabel Schnabel, del Banco Central Europeo dijo en noviembre que la inflación probablemente ya había alcanzado su culmen.  Janet Yellen, secretaria del Tesoro de EEUU ha sido menos precisa: simplemente ha dicho que comenzaría a descender en algún momento del primer trimestre.  La Reserva Federal no ha intentado predecir el punto de inflexión pero los gerentes de políticas estiman que la inflación anual será de 2,6 por ciento, en comparación a un 7 por ciento para el 2021.  Si estos banqueros centrales tienen razón, entonces durante buena parte del 2022, la inflación – la gran irritante del año pasado – estará desvaneciéndose.

Eso simplemente presenta un reto diferente.  El año pasado, los banqueros centrales podían justificar su inercia en base a que algunas presiones inflacionarias serían temporales y que la economía global seguía recuperándose de la recesión derivada de la pandemia.  Hasta cierto punto, las cifras de este año confirmarán esa teoría – aunque sus proyecciones sobre el pico estén erradas por algunos meses o puntos porcentuales.  En parte, los banqueros centrales podrán agradecer a una peculiaridad estadística.  La mayor inflación base del año pasado se calculó por comparación al peor momento de la pandemia en 2020.  Las cifras anuales del 2022, se compararán en vez, más favorablemente, con los repuntes de precios del 2021.

También hay otros efectos puntuales.  Eso incluye, en la eurozona, la reversión del recorte del impuesto al valor añadido inducido por la pandemia en Alemania.  Aunque los precios de los automóviles usados y la gasolina se mantengan altos, es poco probable que repitan su extraordinario aumento – en EEUU las dos categorías aumentaron 31,4 y 57,5 por ciento respectivamente durante los doce meses finalizados en diciembre de 2021.  Hay señales esporádicas de que los retrasos en los puertos se están reduciendo a la vez que las empresas de manufactura informan de mejoras en los plazos de entrega de componentes clave.

Es posible que la escasez de bienes duraderos podría de hecho convertirse en una sobreoferta en 2022.  El Banco de Pagos Internacionales ha advertido de un “efecto distorsionante” derivado de que la escasez temporal de componentes podría llevar a que las empresas compren de más y aumenten sus inventarios para anticipar problemas futuros.  En un primer momento esta demanda adicional – de consumidores que cambiaron sus gastos desde servicios hacia bienes – incrementa la tensión sobre la cadena de suministros.  Llega un punto, sin embargo, en el cual se genera una sobreoferta a medida que las empresas se dan cuenta de que sus inventarios son superiores a lo que pueden utilizar o a lo que sus clientes podrían requerir.

Pero al igual que fue errado que los banqueros centrales sobre reaccionaran en 2021 a los factores temporales que impulsaron la base inflacionaria, en el 2022 no deberían dejarse llevar por tendencias de corto plazo que la mantienen en línea.  Los banqueros centrales tendrán que, en vez de explicar su inercia frente al aumento de la inflación, mantener sus planes de restringir la política aun cuando la inflación esté cayendo.  Deben hacer lo que han urgido a otros que hagan, y concentrarse en los detalles de las cifras en vez de la cifra titular – siguiendo el libreto que han diseñado para “disminuir” las compras de activos y aumentar las tasas de interés.

Si bien los denominados propulsores transitorios de la inflación se reducirán cada vez más rápido, las expectativas del público sobre el aumento de precios probablemente alcancen a la inflación de los últimos doce meses.  Eso podría convertirse en una profecía auto promovida, especialmente si el mercado laboral se estrecha aún más a medida que el apretón de la pandemia disminuye – asumiendo que no haya nuevas variantes que impacten la situación.  Estos factores, y no las vicisitudes del mercado petrolero mundial o los temas idiosincráticos a la manufactura de semiconductores, son el mundo propio de los banqueros centrales.  Irónicamente, el principal reto inflacionario de los gerentes de política monetaria comenzará en el momento en el cual desaparecen las principales presiones sobre los precios.

Derechos de Autor - The Financial Times Limited 2021.

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