(c) 2022, The Washington Post - Ashley Parker, Tyler Pager, Sean Sullivan
La segunda semana de agosto comenzó un período de vacaciones para el presidente Joe Biden y parte de su equipo. Entonces colapsó Afganistán. Los reportes que llegaban de Kabul eran desgarradores: imágenes de ciudadanos afganos desesperados cayendo de aviones militares estadounidenses que abandonaban el país y, días después, un atentado suicida en la puerta del aeropuerto que mató a 13 soldados estadounidenses y a decenas de civiles afganos.
Dirigiéndose a la nación el 16 de agosto, Biden defendió su decisión de abandonar Afganistán, pero reconoció que la toma del poder en el país por parte de los talibanes “se desarrolló más rápido de lo que habíamos anticipado”. Funcionarios de la administración y aliados argumentaron públicamente que no había una buena manera de salir de una guerra que ya se había perdido hace años, y en privado dijeron que la mayoría de los estadounidenses, quienes en gran medida apoyaron la decisión de traer repatriar las tropas estadounidenses después de 20 años de conflicto, en pocas semanas se olvidarían de la caótica retirada.
Pero al otro lado del río, en Arlington, Virginia, los asistentes que trabajaban en la campaña para gobernador del Demócrata Terry McAuliffe estaban detectando tendencias preocupantes. Su popularidad se estaba erosionando, en medio de lo que luego describirían en un memorando como "un clima nacional negativo": daños colaterales de la caótica retirada de Afganistán, entre otros problemas. El memorando describió que los votantes también veían la pandemia del coronavirus y la economía como dos de sus tres problemas más importantes.
En las sesiones informativas con los Demócratas posteriores a la derrota electoral de McAuliffe, los asistentes de campaña argumentaron que las crisis que enfrentó la administración Biden en agosto socavaron el mensaje de competencia y de regreso a la normalidad del presidente y su partido.
Biden se presentó a sí mismo como el antídoto al veneno de su predecesor, ofreciendo la promesa de lo que sus propios anuncios de campaña llamaron "liderazgo fuerte, firme y estable" después de cuatro años de caos bajo la presidencia de Donald Trump. Pero el desastre que implicó la retirada de Afganistán ofreció un abreboca de lo que sería una cascada de problemas que ha erosionado gravemente la imagen de Biden como “restaurador de la calma”.
Mañana jueves, Biden cumplirá el primer año de su presidencia, mientras enfrenta el desorden dentro del Partido Demócrata, legislación estancada, problemas de la cadena de suministros, alza de la inflación, crecientes tensiones con Rusia y otra variante del coronavirus altamente transmisible llamada Ómicron, todo lo cual ha llevado a un índice de aprobación promedio estancado cerca de 40 por ciento.
El personal de Biden y otros defensores dicen que asumió el cargo enfrentando una calamidad sin precedentes, desde una pandemia histórica hasta una economía en apuros, y señalan que, a pesar de una escasa mayoría en el Congreso, logró aprobar dos leyes importantes en su primer año: un plan de estímulo económico diseñado para ayudar a rescatar al país de la pandemia y un paquete masivo de infraestructura.
Pero la administración también ha subestimado repetidamente la magnitud de los desafíos de la nación, incluyendo por su incapacidad para anticipar las variantes Delta y Ómicron del coronavirus, además de no haber logrado unir la base liberal y el ala más moderada del Partido Demócrata. El presidente y su equipo también han fracasado en ofrecer un mensaje claro y tranquilizador, y no han podido convencer a muchos estadounidenses de que la administración comprende sus tribulaciones o de que se avecinan días mejores.
"La gente está comprensiblemente ansiosa por la persistencia de la pandemia y las continuas interrupciones a nuestra vida diaria", dijo el representante Tom Malinowski (D-NJ). "Y siempre responsabilizarán al presidente en funciones cuando las cosas no van bien".
Y la representante Dina (D-NV), dijo: "Habiendo sido Si les estuviera dando una calificación, y fui profesora de ciencias políticas durante mucho tiempo, tendría que darles un ‘incompleto’".
La disminución de los índices de aprobación de Biden en las encuestas, que ya estaban cayendo, se aceleró drásticamente durante el verano. A principios de septiembre, por primera vez en su presidencia, había más estadounidenses que desaprobaban de la gestión de Biden de los que la aprobaban, según un promedio de encuestas del Washington Post a partir de mayo de 2021.
Las encuestas de ABC y del Post mostraron una caída de 10 puntos en la aprobación del manejo de la pandemia por parte de Biden desde finales de junio hasta principios de septiembre. La encuesta Post-ABC de septiembre también encontró que el 60% desaprobaba su manejo de la situación en Afganistán, y en noviembre, las calificaciones laborales generales de Biden habían bajado aún más en medio de una creciente desaprobación de su manejo de la economía y del coronavirus.

Las bajas cifras de las encuestas de agosto para Biden, dijo David Axelrod, exasesor principal de Barack Obama, se debieron a "una combinación de la retirada de Afganistán con el resurgimiento del virus que se les había dicho a las personas seis semanas antes que en gran medida había quedado atrás, lo cual creó una sensación de desorden, cuando lo que realmente buscaban era orden".
La administración Biden, agregó, tiene una historia de logros reales que contar, pero muchos estadounidenses "todavía tienen una sensación de inquietud, desorden y perturbación".
La evaluación de los Republicanos es aún más dura. La presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, dijo que “durante mucho tiempo, vimos que Biden, sin importar las circunstancias, recibió el beneficio de la duda del pueblo estadounidense, que decía: ‘Es un buen tipo. Está haciendo todo lo posible’".
Pero Afganistán, dice, resultó ser "su primer gran golpe".
“Ése fue el momento en el cual el propio Biden se vio insensible, indiferente, incompetente y fracasó en un momento clave de liderazgo”, dijo McDaniel. “El resto ha sido el desgaste por el Covid, la inflación y otras cosas. En este momento, la mayoría de los estadounidenses están frustrados porque no pueden hacerse una prueba, no pueden obtener nada de lo que consideran que la administración Biden debió haber estado preparada para suministrar”.
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"Viejo." "Incoherente." "Perezoso." "Joe el dormilón".
Éstas fueron algunas de las primeras descripciones que le vinieron a la mente a 10 mujeres votantes indecisas de los suburbios que se reunieron a fines del año pasado para un grupo de enfoque virtual realizado por la encuestadora Demócrata Celinda Lake en nombre de varias organizaciones liberales. Los resultados fueron revisados por el Post bajo condición de anonimato para proteger la identidad de las participantes y los grupos.
Cuando se les pidió que dieran más detalles, las mujeres en el grupo de enfoque dijeron que parecía que "él lo está intentando", pero que Biden parece indeciso y con frecuencia parece perder el hilo de sus pensamientos. Biden es "ambiguo" a la hora de enfrentarse a su propio partido, dijo una mujer, y explicó que pensaba que el presidente parecía más un actor en un "papel secundario".
"Él no transmite ser fuerte", dijo. "Parece débil".
Otras ofrecieron sugerencias: "Si necesita una siesta de antemano, tómela, porque necesitamos que esté ahí para nosotros".
En un intento por superar tales críticas, la administración ha comenzado a cambiar su estrategia de mensajes, permitiendo que Biden hable directamente, y más frecuentemente, con los estadounidenses que están pasando por momentos difíciles, dijo un alto funcionario. Los colaboradores creen que la capacidad de empatía de Biden se manifiesta en tales presentaciones.

Como ejemplo, dijo este funcionario, la Casa Blanca celebró el primer evento público de Biden este año con granjeros y ganaderos para abordar el aumento de los costos de la carne y las aves.
Los colaboradores de la Casa Blanca también están hablando sobre el próximo discurso de Biden para el Estado de la Unión en marzo, diciendo que el discurso representa la mejor oportunidad para destacar los temas más importantes de la agenda y generar impulso de cara a las elecciones intermedias.
“Lo que la gente ve en el presidente Biden es alguien que todos los días, cuando se despierta y entra en la Oficina Oval, piensa en lo que les preocupa y está haciendo todo lo que está a su alcance para mejorar sus vidas”, dijo la directora de comunicaciones de la Casa Blanca, Kate Bedingfield. “Así que seguirá haciendo el trabajo. Continuaremos avanzando”.
El tono de Biden también ha cambiado. En dos discursos de alto perfil este mes, uno para conmemorar el primer aniversario de la insurrección contra el Capitolio del 6 de enero y el otro para impulsar la legislación sobre el derecho al voto, el presidente adoptó un enfoque más contundente, desafiando directamente a Trump y a los Republicanos.
La postura más agresiva animó a los Demócratas que creen que Biden pasó su primer año demasiado empantanado en las minucias de la legislación y no se centró lo suficiente en el liderazgo. Algunos aliados se quejaron de que Biden, un senador durante casi cuatro décadas, se estaba comportando más como el presidente del Comité Judicial del Senado que como el presidente de la nación. Varias veces, Biden viajó al Capitolio para impulsar uno de sus objetivos legislativos, sólo para verse decepcionado por miembros de su propio partido.
Un área que no ha cambiado mucho es el personal: la Casa Blanca se ha resistido a los llamados de algunos en ambos lados para despedir a los actores centrales en sus decisiones sobre la pandemia y Afganistán, y los asesores dicen que no están planteados cambios importantes para los próximos meses.
"Tenemos mucho trabajo por hacer, pero hemos tenido un año muy productivo", dijo el subjefe de gabinete de la Casa Blanca, Bruce Reed. "La Casa Blanca ha hecho un muy buen trabajo ayudando al presidente a llevar a cabo la agenda que presentó, a pesar de los estrechos márgenes en el Congreso y en medio de enormes desafíos en el país y en el extranjero. Así que creo que la estrategia para el próximo año será la misma fórmula que utilizamos el año pasado, que es seguir trabajando, seguir haciendo las cosas y seguir moviendo el balón campo abajo".
Lake, quien trabajó en la campaña de Biden y ahora está trabajando con el Comité Nacional Demócrata, describió a Biden como "pasando de la fase legislativa a una fase más de liderazgo" de su presidencia.
"La fase legislativa estuvo dominada por hablar con la gente, tratar de negociar, tratar de unir a la gente", dijo. Refiriéndose a una frase en los dos principales discursos de Biden este año, donde el presidente advirtió que los manifestantes del 6 de enero le habían puesto una daga en la garganta a la democracia estadounidense, Lake agregó: “Ésa no es una postura legislativa, pero el público responde a ella".
Un estratega Demócrata dijo que el equipo de Biden aún pueden salvar su presidencia, pero probablemente no a tiempo para evitar la derrota en las elecciones de mitad de período en noviembre.
"Están en una situación difícil", dijo esta persona, hablando bajo condición de anonimato para compartir una opinión sincera. "¿Pueden recuperarse? Para la reelección de 2024, sí. Para 2022, probablemente no".
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Los funcionarios de la administración han mantenido durante mucho tiempo que si pueden controlar el coronavirus, mejorará drásticamente la vida de los estadounidenses, así como sus propias perspectivas políticas. Pero esa tarea, hasta ahora, ha resultado una misión incumplida.
En un país polarizado, algunos todavía se niegan a vacunarse. Biden y su equipo están luchando para solucionar la escasez de kits de prueba, lanzando un sitio web esta semana que permite a los hogares solicitar pruebas gratuitas a domicilio. Y la semana pasada, la Corte Suprema bloqueó el requisito de vacunación o prueba de la administración para algunos de los empleadores más grandes del país.
Los funcionarios de la Casa Blanca y otros Demócratas también argumentan que Biden heredó de su predecesor un desastre épico y merece crédito por una variedad de victorias, desde ayudar a vacunar a casi el 75% de los estadounidenses contra el coronavirus con al menos una dosis y reabrir la mayoría de las escuelas hasta aprobar el Plan de Rescate Estadounidense de $1,9 billones y un proyecto de ley de infraestructura bipartidista.
"Es importante hacer un balance de hasta dónde hemos llegado", dijo Jen O'Malley Dillon, subjefa de gabinete de la Casa Blanca. "Éste no es un momento para cantar victoria; hay mucho trabajo por delante. Pero también hay una historia realmente sólida que contar sobre lo que sucedió en esta administración durante el pasado año y el enfoque del presidente en el Covid y en la economía y en aprobar legislación para ayudar directamente al pueblo estadounidense a mejorar sus vidas".
Tanto los aliados como los críticos dicen que la administración está a merced de una histórica y rápidamente cambiante pandemia, pero que no la han logrado vencer como prometió Biden.
“Biden necesitaba ayudarnos a superar el Covid, y cuando nos ayudó a superar el Covid, sus números aumentaron y cuando el Covid nos empezó a derrotar nuevamente, sus números bajaron, y ahí es donde estamos ahora”, dijo Simon Rosenberg, un estratega Demócrata. "Tiene que ser el general que nos ayude a superar la batalla contra el Covid y unir al pueblo estadounidense, y creo que todavía hay tiempo para hacerlo, pero Ómicron lo ha hecho más difícil".
Steven Law, exasesor principal del líder de la minoría del Senado Mitch McConnell, Republicano por Kentucky, quien dirige el Fondo de Liderazgo del Senado, un súper PAC que apoya a los Republicanos del Senado, dijo que cree que "casi nadie votó por Biden, votaron en contra del otro tipo".
"El argumento dominante de Biden fue: 'Voy a solucionar este problema del Covid que el presidente anterior no pudo solucionar’, y en muchos sentidos, esta Casa Blanca de Biden se ha convertido en todo lo que el candidato Biden dijo que estaba mal en la gestión de su predecesor”, dijo Law.
Algunos Demócratas también dicen que el equipo de Biden ha sido demasiado optimista, no sólo por esperar siempre lo mejor, sino también por no prepararse para lo peor.
“No creo que hayan establecido expectativas adecuadas ante lo que estaban enfrentando”, dijo Doug Sosnik, estratega Demócrata y exdirector político de la Casa Blanca de Clinton. "Hay un viejo dicho en Washington que dice que no se trata de ganar o perder, sino de cubrir el margen de las apuestas".
Hablando en la Casa Blanca el viernes para promocionar el proyecto de ley de infraestructura recientemente aprobado, incluso Biden pareció reconocer brevemente la promesa incumplida de su primer año, antes de volver a centrar su atención en sus logros.
“Se habla mucho sobre decepciones y cosas que no hemos logrado”, dijo Biden. "Vamos a lograr muchas de ellas, debo agregar".
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Scott Clement y Emily Guskin contribuyeron con este reporte.
Información de los Autores:
Ashley Parker es reportera del Washington Post cubriendo la Casa Blanca. Se unió al Post en 2017, después de 11 años en el New York Times, donde cubrió las campañas presidenciales y el Congreso de 2012 y 2016, entre otras cosas.
Tyler Pager es reportero del Washington Post para la Casa Blanca. Se unió al periódico en 2021 después de cubrir la Casa Blanca en Politico y la campaña presidencial de 2020 en Bloomberg News.
Sean Sullivan cubre la Casa Blanca para The Washington Post.
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