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Política Exterior en el Primer Año de Biden – Desafíos han socavado imagen de liderazgo calmado y competente

conflicto Rusia Ucrania
POLÍTICA. El presidente Biden durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca/The Washington Post

The Washington Post - Karen DeYoung

Los principales funcionarios de seguridad nacional de la administración Biden, casi todos con amplia experiencia en política exterior bajo presidentes Demócratas anteriores, sabían cuando asumieron el cargo que el mundo había cambiado desde la última vez que prestaron servicio.

Además de la misión de restaurar la reputación y las relaciones internacionales de Estados Unidos dañadas por Trump, hubo que enfrentarse a crisis globales sin precedentes, desde la pandemia del coronavirus hasta el cambio climático y la migración. Ha habido que lidiar con una China en ascenso, una Rusia cada vez más beligerante, con avances nucleares de Irán y Corea del Norte, y con el fracaso del experimento estadounidense de 20 años en Afganistán.

Lo entendían todo en teoría, reflexionó un alto funcionario de la administración. "Pero hasta que estás sentado en el cargo, es difícil comprender completamente" el efecto de tantos problemas simultáneos "explotando a todo volumen".

Después de un año de desafíos ensordecedores, el historial de política exterior del presidente Joe Biden es mixto. Tal como prometió, la administración ha vuelto a asumir el rol prominente de EEUU en una serie de foros internacionales que fueron ignorados por el presidente Donald Trump, y encabezó varios acuerdos internacionales importantes, incluso en relación a impuestos y al clima. Ha suavizado las plumas erizadas de algunos aliados y socios de larga data.

Ha navegado con éxito una controversial alianza con Israel y ha reforzado las descuidadas relaciones en Asia.  A pesar de la inflación, ha construido lo que el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan llamó un "registro económico bastante bueno" de crecimiento y empleo.

"Si pienso en la reserva de poder estadounidense desde el punto de vista de la salud de la economía a largo plazo, estamos en una posición mucho mejor que hace un año", dijo Sullivan en una entrevista.

Pero Biden y su equipo han tenido menos éxito en lo que el presidente calificó como un requisito indispensable para restaurar el lugar prominente de Estados Unidos en el mundo: la proyección de un liderazgo calmado y competente, tanto en casa como en el extranjero, después de cuatro años de caos.

Al prometer una nueva era de liderazgo mundial estadounidense, Biden dijo que la política exterior y la interna estaban indisolublemente unidas: que la posición mundial de Estados Unidos fluiría de la fuerza y la estabilidad revitalizadas en casa. Sin embargo, lo contrario también ha sido cierto, ya que los percibidos errores internos y externos se han reforzado negativamente entre sí.

Dos elementos esenciales, el fracaso en detener la pandemia del coronavirus y la profunda división política interna en EEUU, a menudo han socavado tanto la imagen como la realidad del poderío estadounidense.

“El Covid ha acelerado y acentuado casi todas las deficiencias importantes del sistema”, incluidas las instituciones, las economías, las cadenas de suministros y los patrones de migración, dijo Sullivan.

Las divisiones políticas internas y las dificultades de gobernar con una ínfima mayoría en el Congreso han mermado la capacidad de la administración para presentarse como un liderazgo fuerte al frente de una democracia funcional.

Si bien hubo una conmoción bipartidista inicial e indignación por no haber anticipado la velocidad con la que caería el gobierno afgano y la posterior retirada caótica de Estados Unidos, los Demócratas han enfatizado que fue Trump quien capituló ante los Talibanes y se apresuró a salir. Sin embargo, para los Republicanos es la Prueba A de una serie de fiascos en la política exterior de Biden.

“La debilidad tiene sus consecuencias. Lo vimos en Afganistán”, dijo el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Steve Scalise, Republicano por Luisiana, en un comunicado el jueves titulado “El año del fracaso de Biden”.

"Sabemos que Rusia estaba observando.  Sabemos que China estaba observando. Irán también. Todos nuestros adversarios en todo el mundo estaban observando, y vieron la debilidad estadounidense, y se están aprovechando de ella en este momento", dijo Scalise.

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En ocasiones, el presidente ha dañado su propio mensaje de liderazgo competente y colaborativo.  Francia, el aliado más antiguo de Estados Unidos, retiró a su embajador en septiembre pasado después de que Biden anunciara abruptamente negociaciones secretas que culminaron con la compra australiana de submarinos estadounidenses de propulsión nuclea y la cancelación de un contrato multimillonario para la compra australiana de embarcaciones francesas.

En una conferencia de prensa el miércoles con motivo a su primer aniversario en el cargo, Biden prometió enérgicamente imponer "costos severos y daños significativos" a Rusia si invade Ucrania. Pero diluyó su propia amenaza al indicar que una "incursión menor" podría provocar una respuesta menor.

En ambos casos, la administración trató de enmendar sus errores. Después del anuncio sobre la venta de submarinos nucleares a Australia, diseñado para mostrar una nueva alianza con el objetivo de mantener a China bajo control, se enviaron a París importantes asesores. Tras una llamada iniciada por Biden con el presidente francés, Emmanuel Macron, y una declaración conjunta en la que se acordó "que la situación se habría beneficiado de consultas abiertas entre aliados sobre asuntos de interés estratégico para Francia y nuestros socios europeos", el embajador francés regresó a Washington.

Apenas una hora después de la rueda de prensa del miércoles, la Casa Blanca aclaró el lenguaje impreciso de Biden sobre Ucrania, asegurando que cualquier acto de agresión ruso, incluidos ataques cibernéticos y/o paramilitares "sin acción militar", sería "enfrentado con una respuesta decisiva, recíproca y unitaria". "

Los Republicanos se apresuraron a tomar provecho del tropiezo. "¿Creen que la gente fuerte y maravillosa de Ucrania piensa que sería una ‘incursión menor’ si [el presidente ruso Vladimir] Putin trasladara tanques a Ucrania, incluso si fuera sólo a una parte de Ucrania? Por supuesto que no. Pero él sí", dijo Scalise sobre Biden.

Para algunos expertos, es la forma en que reacciona el cuerpo político estadounidense, más que la forma en que la administración responde a las crisis de política exterior, lo que socava la imagen del país en el exterior.

"No se puede subestimar el grado en que nuestra crisis democrática está cambiando la visión que tiene el resto del mundo sobre nosotros", dijo Eric Edelman, un funcionario de carrera del Servicio Exterior que ocupó altos cargos en el Departamento de Estado y de Defensa bajo administraciones Republicanas y Demócratas. “La disfuncionalidad… la violencia… el asalto a las instituciones democráticas está teniendo una influencia en la manera en la cual el resto del mundo nos evalúa”, dijo Edelman la semana pasada en un foro sobre el primer año de política exterior de Biden en el Centro Miller de la Universidad de Virginia.

Otros descartan la noción de que todos los ojos están enfocados en los Estados Unidos y el resto del mundo simplemente sigue el ejemplo de Washington. "Rusia está haciendo lo que está haciendo porque está en sus intereses hacerlo", dijo un alto funcionario de un importante aliado europeo que, como otros, habló bajo condición de anonimato para discutir asuntos políticos y diplomáticos. “Básicamente, desde 2007, ha estado bastante claro que Rusia está siguiendo una política revisionista: durante el reinicio [de Obama], Trump y ahora la administración Biden”, dijo el funcionario.

El potencial peligro interno de división política en EEUU se extiende mucho más allá de las próximas elecciones, según el alto funcionario de la administración.

"¿Te imaginas si el 11 de septiembre ocurriera hoy?" dijo el funcionario. "¿Se uniría el país? ¿Todos apoyarían al presidente y se unirían para derrotar a un enemigo común?".

Algunos aspectos del primer año de política exterior de Biden siguieron el plan de juego que estableció durante su campaña. Estados Unidos se reincorporó rápidamente al acuerdo climático de París y a la Organización Mundial de la Salud, y extendió el casi vencido acuerdo New START con Rusia, que impone ciertas limitaciones al tipo de armas nucleares de ambos países. La Fuerza Espacial permaneció, pero una nueva revisión de la distribución de fuerzas militares estadounidenses revirtió los planes de Trump de retirar las tropas de Europa.

Se rescindieron las restricciones de visa dirigidas a los musulmanes y se detuvo la construcción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México. Pero el coronavirus, lejos de comenzar a desaparecer para el Día de la Independencia, como Biden había prometido, generó aún más limitaciones para viajar. Muchos planes para una frontera más humana y las esperanzas de una reforma migratoria fueron pisoteados por una avalancha de nuevas entradas ilegales y solicitudes de asilo.

Ha habido poca acción visible en muchos temas internacionales que dominaron los años de Trump, incluidos Siria, Corea del Norte y Venezuela. En algunos casos, ha habido pocos cambios. Un plan de Biden para hacer retroceder el duro trato de Trump a Cuba fue víctima de la propia represión de La Habana contra los manifestantes en protestas recientes y la renuencia de la administración a desafiar las sensibilidades de los estadounidenses de origen cubano, tan poderosos políticamente en el Congreso y Florida.

La política hacia China, a pesar de mucho esfuerzo retórico, alcance regional y planificación a puertas cerradas, permanece más o menos donde estaba al comienzo del mandato de Biden. Un mayor respaldo diplomático para Taiwán, incluida la continuación de la iniciativa de Trump de enviar delegaciones de alto nivel para interactuar con el gobierno en Taipéi, parece más una reacción a las amenazas chinas que una iniciativa política bien pensada.

La diplomacia prometida sobre el reingreso de Estados Unidos al acuerdo nuclear de 2015 con Irán se retrasó primero por una revisión de la administración y luego por la reticencia de Teherán. Una vez que el diálogo comenzó finalmente en abril, se suspendió después de seis sesiones debido a que Irán eligió un nuevo gobierno. Desde que se reanudaron las negociaciones en noviembre, el progreso ha sido lento, incluso cuando la administración y otras potencias mundiales participantes advirtieron que las conversaciones no pueden continuar para siempre.

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La desorganizada toma de decisiones de Trump en torno a asuntos de seguridad nacional ha sido reemplazada por una estructura más sobria basada en el Consejo de Seguridad Nacional. Las opciones se examinan de abajo hacia arriba con la participación de las agencias apropiadas de todo el gobierno, con las tradicionales quejas internas de que la Casa Blanca ejerce demasiado control.

Pero "han sucedido cosas que han alterado las trayectorias" y los planes políticos, dijo el alto funcionario europeo. "Hace cinco o seis meses, alguien de la administración me dijo que Rusia prácticamente se había puesto a un lado como problema... Ahora, estamos frente a un paradigma completamente diferente".

Se han aprendido algunas lecciones. A medida que la crisis con Rusia en torno a Ucrania se ha intensificado en las últimas semanas, altos funcionarios de seguridad nacional han realizado docenas de llamadas y visitas a sus homólogos europeos. El secretario de Estado Antony Blinken, de hecho ha estado hablando por teléfono prácticamente todos los días desde diciembre con la OTAN, la Unión Europea y sus colegas ministros de Relaciones Exteriores, y esta semana viajó a Europa para reuniones en persona.

La búsqueda por estrechar esos lazos diplomáticos es el resultado directo de los gritos de queja de los aliados más cercanos de Estados Unidos al criticar que no fueron suficientemente consultados sobre Afganistán, donde muchos de ellos también tenían tropas, e igualmente sobre el nuevo pacto de defensa del Pacífico que condujo a la venta de submarinos a Australia.

Los funcionarios cuestionan la idea de que defraudaron a los aliados, especialmente en torno a Afganistán, alegando que los europeos estaban completamente informados de las decisiones pero simplemente no les gustó el resultado.

“No me creo la historia de la falta de consultas sobre Afganistán”, dijo el alto funcionario de la administración, señalando una serie de visitas a la OTAN por parte de Blinken y del secretario de Defensa Lloyd Austin antes de que se hubiese tomado la decisión en torno a la retirada, así como las conversaciones de Biden con los socios del G7.

“Pero es irrelevante, porque la percepción estaba ahí”, dijo el funcionario.

Los arduos esfuerzos de la administración han restaurado las relaciones con Europa, según personas en varias capitales aliadas.

"No sé si hubiera sido diferente sin Kabul" y la tumultuosa retirada, o sin el acuerdo de los submarinos, dijo un segundo funcionario europeo. “Pero sí, tenemos consultas directas con Estados Unidos en este momento” sobre Ucrania y otros temas. "No estamos simplemente allí como un socio esperando" a que los estadounidenses decidan.

Otras percepciones, sin embargo, no se han disipado tan fácilmente. La aprobación interna del desempeño de Biden en cuanto a su política exterior osciló alrededor del 40% en una variedad de encuestas de opinión la semana pasada, casi el mismo porcentaje que marca su índice de aprobación general.

"No está claro que al estadounidense promedio le preocupe demasiado" lo que sucede en el extranjero, dijo Suzanne Maloney, directora de política exterior de la Institución Brookings, en el foro del Centro Miller la semana pasada.

Pero debido a tantos desafíos, dijo, la administración "ha sido perjudicada por la narrativa... de que estaban siguiendo un plan para lograr que los estadounidenses estuvieran más seguros y fueran más prósperos".

Información de la Autora:

Karen DeYoung es editora asociada y corresponsal principal para temas de seguridad nacional en el Washington Post. En más de tres décadas en el periódico, se ha desempeñado como jefa de la oficina para América Latina y la oficina de Londres, y como corresponsal para la Casa Blanca, para política exterior, y para las agencias de inteligencia.

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