Taylor Nicole Rogers y Christine Zhang en Nueva York
Luego de que campañas dirigidas ayudaran a reducir la brecha racial en las tasas de vacunación de EE. UU. el otoño pasado, esa brecha se ha reabierto en el caso de vacunas de refuerzo.
Dicen los activistas que que la desconfianza en los sistemas de salud pública, los problemas de acceso y la escasez de personal han impedido que los residentes negros e hispanos reciban refuerzos en las mismas proporciones que sus pares de raza blanca.
Las disparidades son significativas, ya que la mortalidad entre las poblaciones negra e hispana a causa del Covid-19 es desproporcionadamente más altas que entre la población blanca, y los funcionarios trabajaron arduamente para promover la vacuna en esas comunidades. Los trabajadores de salud interactuaron con líderes religiosos y organizaciones comunitarias para abordar las preocupaciones sobre la vacuna y hacerla más accesible.
Once estados más Washington DC reciben información sobre los refuerzos desglosada por raza y etnia. En esos lugares, las tasas de refuerzo para las personas blancas (como porcentaje de la población completamente vacunada) se encontraban entre las más altas, mientras que las tasas para las poblaciones hispanas y negras estaban rezagadas.
En Illinois, por ejemplo, más de la mitad de los residentes blancos totalmente vacunados recibieron sus dosis de refuerzo antes del 19 de enero, en comparación con el 38 % de los residentes negros y el 33 % de los residentes hispanos. La población blanca de EE. UU. también es mayor, lo que significa que se recomendó que más residentes blancos recibieran refuerzos antes.
La brecha hace dudar que las campañas de inoculación de refuerzo estén llegando a algunas de las poblaciones más vulnerables a medida que aumentan los casos de Ómicron, la nueva variante del virus.
“Cuando vemos disparidades en la administración de la serie primaria, sabemos que eso tendrá un efecto de goteo a la proporción de gente reforzada”, dijo Joe Coyle, director de la Oficina de Prevención de Enfermedades Infecciosas de Michigan. "Obviamente hay un efecto cascada".
Los residentes blancos recibieron desproporcionadamente más dosis originales de la vacuna cuando comenzó la implementación la primavera pasada. El suministro limitado de vacunas y los sistemas complejos de programación en línea hicieron que las vacunas fueran menos accesibles en las comunidades de color de bajos recursos, las cuales también expresaron sus dudas sobre la vacuna. En mayo, solo el 56 % de los adultos negros y el 57% de los adultos hispanos dijeron que habían recibido al menos una dosis, en comparación con el 65 % de los adultos blancos, según una encuesta de Kaiser Family Foundation.
Ya en septiembre, Marcella Núñez-Smith, jefa del equipo del presidente Joe Biden para asegurar la equidad en el trato del Covid-19, citó cifras que mostraban porcentajes aproximadamente iguales de adultos blancos, negros e hispanos que afirmaron haber recibido al menos una dosis de la vacuna, datos que dijo ser “muy, muy alentadores”.
Pero luego, Omicron causó infecciones récord y los CDC a recomendaron una dosis adicional de la vacuna.
Omicron también provocó una escasez de personal en los centros de atención en todo el país que obligó a reducir gran parte del trabajo de divulgación previamente establecido, según indicó Monica Schoch-Spana, médica antropóloga de la Universidad Johns Hopkins y directora de Community Vax, una coalición de investigadores que estudia las comunidades negras e hispanas.
“Se ha retornado al enfoque de clínicas más centralizadas, en lugar de acudir a las personas donde están en la comunidad, en lugares como las barberías, las cuales albergaron clínicas de inoculación en el pasado”, dijo Schoch-Spana.
Agregó: “El recurso escaso ahora es el personal. Hay menos profesionales de la salud para el personal de las clínicas, donde no se trata de un gran número, se trata de poblaciones específicas y números más pequeños, pero con impactos significativos en la salud pública”.
También es difícil hacer un seguimiento consistente de la inoculación de refuerzo entrelos grupos raciales. El CDC no publica la raza o el origen étnico de quienes reciben la vacuna de refuerzo menores de 65 años; algo que si hace con las dosis iniciales de la vacuna.
Entre las personas de 65 años o más, los datos federales muestran que las personas blancas representan una proporción ligeramente mayor de los que reciben dosis de refuerzo en ese grupo de edad en relación proporcional respecto a la población completamente vacunada, mientras que las personas negras e hispanas constituyen una proporción ligeramente menor.
Las brechas son más sustanciales a nivel estatal.
En Michigan, existe una brecha de más de 15 puntos según las líneas raciales, con el 52 por ciento de los residentes blancos completamente vacunados que recibieron la dosis de refuerzo el 18 de enero, en comparación con el 37,3 por ciento de los residentes negros completamente vacunados y el 33,6 por ciento de residentes hispanos completamente vacunados. Las disparidades son más amplias entre los jóvenes.
Las encuestas sugieren el mismo patrón en todo el país. Entre el grupo de edad de 30 a 39 años, el 42 por ciento de los residentes blancos completamente vacunados habían recibido la dosis de refuerzo, en comparación con el 21 por ciento de los residentes negros y el 28 por ciento de los residentes hispanos.
A menudo no se necesita mucho para convencer a los pacientes completamente vacunados de que reciban una vacuna de refuerzo, dijo Brittani James, quien ejerce en una clínica médica que atiende principalmente a residentes negros en el lado sur de Chicago. El desafío, dijo, es asegurarse de que sepan que son elegibles para recibir uno y sepan dónde encontrarlo. Tres de cada diez adultos negros e hispanos no están seguros o no saben que necesitan un refuerzo, según una encuesta.
“Cuando los CDC finalmente decidieron hacer ese cambio y [recomendar refuerzos para todos los mayores de 18 años]. . . ¿Quién sabe qué tan bien se comunicó eso? dijo William Parker, profesor de medicina de la Universidad de Chicago.
Céline Gounder, una epidemióloga que formó parte del panel asesor del equipo de transición Covid-19 de la administración Biden, dijo que las altas tasas de aceptación de refuerzos entre los ancianos eran una buena señal, porque eran el grupo demográfico que más se beneficiaba de los refuerzos.
Sin embargo, Gounder también señaló datos que muestran que las personas blancas y de mayores ingresos, con educación se encontraban entre las que tenían mayores probabilidades de haber recibido refuerzos.
“Las personas que reciben refuerzos, dejando de lado a la demografía de mayor edad, son en su mayoría personas que, en términos relativos, tienen un riesgo menor que los demás”, dijo. “Eso significa que su rendimiento en términos de impacto real en hospitalizaciones y muertes será menor que si nos aseguráramos de llegar a esas poblaciones más vulnerables”.
Es poco probable que se reanude el alcance a esas poblaciones hasta después de que la ola de Ómicron disminuya, teme Schoch-Spana.
“Estamos retrocediendo en algunos aspectos respecto a los primeros días”, dijo Schoch-Spana. “Es un déjà vu”.
Reportaje adicional por Caitlin Gilbert
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