Este es el cuarto de una serie de artículos publicada por nuestros socios del Financial Times en su Informe Especial Mundial 2022. Los artículos tratan de varios temas domésticos e internacionales en las áreas de salud, economía, relaciones internacionales, y política. El Tiempo Latino publica algunos de ellos esta semana, traducidos en su totalidad.
La apertura de Davos 2022 estaba destinada a señalar el regreso a la normalidad. En cambio, la cancelación del encuentro presencial anual del Foro Económico Mundial ha enviado el mensaje opuesto. Dos años después de que comenzara el brote, la pandemia del coronavirus sigue dominando los asuntos globales.
Sin embargo, ha surgido una divergencia importante sobre cómo enfrentar la pandemia entre China y las otras grandes economías del mundo, que puede cobrar más relevancia en el transcurso de 2022. China sigue decidida a forjar una estrategia de cero Covid. En cambio, EEUU, la UE y la mayoría de las grandes economías asiáticas están aprendiendo a vivir con el Covid-19.
El gobierno de Xi Jinping resalta a un número de muertos mucho más bajo como una reivindicación de la estrategia de China: el número oficial de muertos en China todavía está por debajo de los 5.000 muertos, en comparación con los más de 800.000 en EEUU. Pero persistir en este enfoque implica seguir castigando con confinamientos a las grandes ciudades como Xi'an, y mantener restricciones extremadamente radicales para viajes, que han reducido enormemente la interacción entre China y el mundo exterior. El objetivo de la estrategia de cero Covid también puede volverse más difícil de lograr si surgen nuevas y más transmisibles variantes del coronavirus.

Pero el mayor peligro para el sistema internacional es que el Covid profundice las divergencias económicas y geopolíticas existentes entre Beijing y Occidente. Eso, a su vez, podría aumentar las tensiones en el sistema de comercio mundial, además de aumentar el peligro de tensiones militares en torno a Taiwán y al Mar de la China Meridional.
Una amenaza de conflicto más inmediata es la acumulación de tropas de Rusia en su frontera con Ucrania. Los analistas occidentales de inteligencia comenzaron el año estimando como muy probable que Vladimir Putin, presidente de Rusia, dé la orden de atacar Ucrania, probablemente a principios de febrero.
Aunque es posible que la intensa diplomacia entre la Casa Blanca y el Kremlin, con algún aporte de la UE, logre enfriar la crisis, Rusia describió las recientes conversaciones en Ginebra y Bruselas como “infructuosas”.

La escala, los objetivos y el impacto de cualquier invasión a Ucrania siguen sin estar claros. El escenario más probable parece ser algún tipo de ofensiva rusa en el este del país con el objetivo de reforzar el movimiento separatista allí, o incluso anexar parte de Ucrania, siguiendo el modelo de la anexión de Crimea en 2014. Los objetivos rusos más amplios podrían incluir causar el colapso del gobierno de Ucrania y que éste sea reemplazado por una nueva administración pro-Kremlin. Hacer que EEUU y la OTAN parezcan débiles y desacreditados también son objetivos rusos de larga data.
Sin embargo, incluso un limitado asalto militar a Ucrania conllevaría riesgos sustanciales para Putin. Después de la anexión de Crimea, el líder ruso se regocijó de haber logrado su objetivo sin disparar un solo tiro. Pero es probable que una invasión al este de Ucrania sea un asunto bastante sangriento. El gobierno de Estados Unidos también ha amenazado a Rusia con severas sanciones económicas si Moscú toma la vía militar.
La amenaza más temida por el Kremlin sería la exclusión de Rusia del Swift, el sistema internacional de transferencias financieras. Esto podría tener un efecto devastador en el comercio internacional ruso. Pero EEUU aún podría no utilizar la opción del Swift porque la UE sigue siendo muy dependiente de las importaciones de gas ruso, y los precios de la energía ya están aumentando considerablemente en Europa, lo cual probablemente cause problemas políticos a sus líderes.
Europa, en cualquier caso, se enfrenta a un año de incertidumbre política. En la última década, Angela Merkel, la excanciller alemana, fue la figura política dominante en la UE. Su estilo cuidadoso y deliberativo la ayudó a capear una serie de crisis, incluido el colapso de Grecia debido a su endeudamiento, el Brexit y la presidencia de Trump. Pero Merkel ahora se ha retirado de la política y su reemplazo, Olaf Scholtz, aún no ha sido probado en el contexto de una grave crisis.
En ausencia de Merkel, Emmanuel Macron, presidente de Francia, tiene la oportunidad de liderar la agenda europea, particularmente dado que Francia ocupará la presidencia de la UE durante los primeros seis meses del año. Pero Macron se enfrenta a una complicada batalla por la reelección en abril. Es probable que derrote a cualquiera de los candidatos de extrema derecha, Marine Le Pen o Eric Zemmour, si llegan a la segunda vuelta. Una contienda contra Valérie Pécresse, la abanderada de la centroderecha, podría estar bastante más reñida.

Cualquiera que sea el resultado final, la campaña para las elecciones presidenciales francesas parece ser bastante amarga. Es probable que el énfasis de la extrema derecha en temas de identidad e inmigración domine el debate, en una atmósfera ya radicalizada por las protestas contra las restricciones del coronavirus.
Abril o mayo también será cuando se celebren elecciones en Hungría, lo que podría poner fin al mandato del primer ministro Viktor Orban, el autodenominado campeón de la “democracia iliberal” dentro de la UE. La fuerte oposición de Orban a la migración y al "globalismo", así como su declarado conservadurismo cultural, han elevado su perfil en EEUU, donde mantiene el respaldo de Donald Trump.

El propio Trump fijará sus objetivos en las elecciones de mitad de período, a realizarse en noviembre de 2022, para dar un fuerte golpe a la administración de Biden y preparar el terreno para un posible regreso en las elecciones presidenciales de 2024. Con la inflación en aumento y la pandemia aún sin controlar, parece probable que los Demócratas perderán el control de ambas cámaras del Congreso en noviembre.
Tanto Trump como Orban han capitalizado los temores hacia la inmigración ilegal. Es probable que ese tema vuelva a surgir en la agenda política de 2022.
La situación en la frontera sur de EEUU sigue siendo caótica, con un gran número de migrantes de América Central generando un amargo debate público sobre la mejor respuesta política al asunto. La economía de Afganistán está a punto de colapsar y, con la hambruna que se avecina, es probable que millones de refugiados más intenten abandonar el país.

También es probable que los conflictos en África causen inmensas cantidades de víctimas y daños económicos masivos, lo que incrementará aún más los flujos de migrantes africanos hacia Europa. La guerra en Etiopía, el segundo país más poblado de África, podría también intensificarse. Así mismo, Sudán está fuertemente amenazado por un clima de agitación política, ya que los manifestantes civiles presionan para que los militares abandonen el poder.

En tiempos normales, el Foro Económico Mundial presentaría numerosas sesiones sobre temas como estos, en las que los líderes empresariales, académicos y funcionarios internacionales discutirían los problemas, como parte del compromiso de Davos, a menudo objeto de burlas, de "mejorar el estado del mundo". La incapacidad del Foro Económico Mundial hasta para reunirse en persona, por segundo año consecutivo, es un lamentable símbolo de la incapacidad de los líderes mundiales para abordar los problemas más peligrosos del mundo. La falta de una reunión presencial del Foro Económico Mundial por segundo año consecutivo, es un lamentable símbolo de la incapacidad de los líderes mundiales para abordar los problemas más serios del mundo.
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