EMERGENCIA. “No es una exageración decir que el avance de la desinformación en nuestra sociedad es una emergencia y necesita ser combatida como tal”, dice Enrique Acevedo en este artículo para El Tiempo Latino. | FOTOS: Collage con fotos de EFE
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La historia de Eulalia Jiménez es más complicada de lo que parece, o al menos más complicada de lo que la narrativa dominante sobre los grupos conservadores en Estados Unidos sugiere.

A sus 47 años, la hija de migrantes cubanos establecidos en Miami vive lo que describe como un “gran despertar” tras permanecer la mayor parte de su vida alejada del quehacer político.

Enrique Acevedo es considerado uno de los periodistas latinos más influyentes y un líder global en los medios de comunicación, de acuerdo al World Economic Forum. Es conductor y corresponsal para la cadena CBS News y es el primer corresponsal latino en los 54 años del programa 60 Minutes. Acevedo ha colaborado con varios medios impresos y electrónicos, entre los que destacan The New York Times, The Washington Post, El País, Reforma y la revista Letras Libres.

“Mi padre fue prisionero político en Cuba y eso tuvo un gran efecto en mí. Yo crecí con resentimiento hacia todo lo que tenía que ver con la política y los políticos”, me dijo Jiménez durante una conversación telefónica.

Todo esto cambió en 2020. Su “despertar” comenzó durante los primeros meses de la pandemia como una reacción a las restricciones establecidas por las autoridades para evitar el avance del coronavirus: el cierre de negocios, el distanciamiento social y el uso obligatorio de tapabocas. Pero el punto de inflexión vino con las protestas del movimiento Black Lives Matter por el asesinato de George Floyd en la ciudad de Mineápolis en Minnesota.

“Yo estaba en shock con todo lo que estaba pasando, pero ver los negocios destruidos, las banderas de Estados Unidos quemadas y toda la violencia que acompañó a las protestas en las calles tuvo un gran impacto en mí. Y tengo que decirlo, yo soy de las personas que piensan que todo esto fue resultado de la muerte de un criminal porque eso era George Floyd, un criminal”.

Documentos legales muestran que Floyd fue detenido bajo sospecha de utilizar un billete de 20 dólares falso en un supermercado. El policía responsable de su detención, Derek Chauvin fue sentenciado por homicidio por mantenerse hincado sobre el cuello de Floyd durante 9 minutos mientras el afroamericano de 46 años se encontraba esposado en el suelo. Y aunque durante las protestas por la muerte de George Floyd se registraron episodios esporádicos de violencia, las movilizaciones fueron en su mayoría pacíficas.

No obstante, para Eulalia Jiménez estos hechos verificables carecen de credibilidad. Su acercamiento a la verdad no responde a un proceso racional, sino a una reacción estrictamente emocional. Hasta el tono de su voz cambia cuando habla de su activismo político.

“Me siento traicionada por un sistema en el que yo deposité toda mi confianza. Un sistema al que le confié a mis hijos y el resultado es asqueroso. Es vergonzoso ver cómo hemos permitido que el gobierno se apodere de nuestra libertad a través de los medios sociales y del adoctrinamiento de nuestros hijos en las escuelas”.

El año pasado Jiménez decidió retirar a sus hijos de la escuela y abrir el capítulo en Miami de la organización “Madres por la Libertad” o “Moms for Freedom”.  Un grupo conservador que tiene como misión luchar por “la libertad y los derechos de los padres de familia”. Su trabajo con el grupo la ha convertido en una de las voces más activas de la derecha en Florida y fue la razón por la que me pareció importante buscarla para iniciar nuestra conversación.

La cuenta en Instagram de la organización incluye publicaciones que muestran a Jiménez en Washington D.C. durante la toma del Capitolio que detonó la investigación federal más grande en la historia de Estados Unidos. Más de 700 personas han sido identificadas y arrestadas por su participación en los hechos.  También incluye fotografías con líderes republicanos como el gobernador de Florida Ron Desantis y mensajes críticos sobre el uso de tapabocas y las vacunas contra el Covid-19.

El contenido provocó que el semanario “Político” vinculara a Eulalia Jimenez con el grupo QAnon que propaga conspiraciones como la que asegura que Donald Trump libraba una guerra secreta contra pedófilos satánicos que forman parte del gobierno, el mundo empresarial y los medios de comunicación. Jiménez acepta que muchas de sus ideas coinciden con propaganda de QAnon, pero negó cualquier vínculo con la organización.

Al preguntarle si cree en las autoridades republicanas que investigaron acusaciones de presunto fraude electoral en varios estados sin encontrar instancias que pudieran haber alterado el resultado, Jiménez desechó la información como manipulación y mentiras.

“El resultado de la elección del 2020 fue muy decepcionante. Yo fui a los eventos de Trump y vi a miles de personas, yo vi cómo la noche de la elección Trump iba ganando y de pronto me fui a dormir y todo cambió. Eso es imposible”.

Durante el proceso electoral de 2020 se intensificaron los esfuerzos deliberados para manipular y crear divisiones entre los votantes latinos. Individuos y organizaciones bien financiadas se dedicaron a difundir falsedades y mentiras para limitar su capacidad de tomar decisiones basadas en hechos verificables. Aunque gran parte de esta desinformación estuvo enfocada en la contienda presidencial, también sobran ejemplos de información falsa sobre el movimiento Black Lives Matter y sobre la pandemia de COVID-19.

No es una exageración decir que el avance de la desinformación en nuestra sociedad es una emergencia y necesita ser combatida como tal. La desinformación afecta a todos los sectores de la sociedad, pero parece haber encontrado tierra fértil en sectores conservadores que se sienten marginados con la creciente desigualdad económica en el país y ofendidos por una agenda social de corte progresista. La realidad es que la misma tecnología de la que dependemos para mantenernos informados y conectados con el mundo ha facilitado la difusión de mensajes falsos, conspiraciones y mentiras.

La comunidad latina es particularmente vulnerable a este tipo de manipulación al consumir menos medios tradicionales y más información en línea, en donde proliferan las teorías de la conspiración, los rumores no verificados y el contenido falso, y en donde la información chatarra se difunde fácilmente. Un componente fundamental de la desinformación es que utiliza elementos históricos y experiencias específicas de las comunidades a las que está dirigida.

Adicionalmente, muchos latinos en Estados Unidos son inmigrantes de países en donde los medios de comunicación están cooptados por las fuerzas del Estado y están predispuestos a desconfiar de las plataformas de información o tienen dificultad para calibrar las diferencias entre medios confiables y medios dedicados a difundir desinformación. Sobre todo, cuando algunos líderes políticos buscan desacreditar a sus críticos tachándolos de tendenciosos o acusándolos de ser los “enemigos del pueblo”.

Como inmigrante mexicano en los Estados Unidos, he visto cómo la desinformación y la información falsa son utilizadas para manipular y confundir a la comunidad hispana. Es necesario invertir más recursos que nos permitan combatir este clima de mentiras y conspiraciones para convertirnos en consumidores de información más activos y responsables. Las grandes cadenas de televisión en español y organizaciones sin fines de lucro ya trabajan en iniciativas orientadas en este sentido.

Pero la raíz del problema está más allá de estos esfuerzos y requiere de un diálogo franco, particularmente con un amplio sector de la población latina que se identifica con principios conservadores. Estas voces no solo están subrepresentadas en los medios de comunicación nacionales, sino que muchas veces son el objeto de burlas y críticas que solo abonan a su radicalización. En un contexto diseñado para reforzar nuestras creencias y aislarnos de cualquier opinión que no confirme la nuestra, esta es la parte que parece más complicada. Hay que alejarnos de la narrativa que nos presiona a ver el mundo como una competencia entre ellos y nosotros.

Durante nuestra conversación Jiménez me dijo que busca generar conciencia sobre lo que describe como una gran conspiración entre grandes medios de comunicación, actores gubernamentales y empresas que se benefician de un sistema en el que la gente se enferma, los niños son adoctrinados y los políticos abusan del poder.

“Uno empieza a buscar información y entra en una madriguera sin fondo, en una telaraña de mentiras. Por eso mi visión es empoderar a más gente a través de mi negocio como terapeuta holística y mi trabajo con Madres por la Libertad para generar conciencia y proteger a mi comunidad y eventualmente a la humanidad”.

Jiménez dijo que está abierta a escuchar otros puntos de vista y aseguró que le gustaría vivir en un país menos dividido. Incluso reconoció que el diálogo público es sano y necesario, pero advirtió que las trincheras están marcadas para uno y otro lado y alertó que comunidades alrededor del país se preparan para una lucha sin cuartel en espacios públicos locales como las juntas escolares y los consejos ciudadanos. El corazón de la democracia estadounidense.


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