El embargo a la energía rusa probablemente pondrá a prueba el compromiso de los ciudadanos estadounidenses en un momento de gran incertidumbre económica.
El presidente Joe Biden lanzó el martes su advertencia más amplia de que los estadounidenses pagarían un precio importante como consecuencia de la guerra en Ucrania. Un precio que, según él, vale la pena en nombre del apoyo a una democracia incipiente.
En un día en el cual anunció el siguiente paso de la escalada, y el que más probablemente repercutirá en EEUU, Biden también pidió más sacrificios.
"Este es un paso que estamos dando para infligir más dolor a Putin, pero también habrá costos aquí en EEUU", dijo Biden al anunciar la prohibición de las importaciones de petróleo ruso. "Dije que sería sincero con el pueblo estadounidense desde el principio. Y cuando hablé por primera vez de esto, dije que defender la libertad iba a costar. También nos va a costar en EEUU".
Las declaraciones se produjeron en un momento en que los estadounidenses están experimentando las repercusiones de una guerra que se desarrolla a medio mundo de distancia. Las empresas se están desvinculando de la economía rusa, cerrando sus tiendas y retirando sus productos. El mercado de valores se ha desplomado y, en uno de los signos más visibles, los precios en las gasolineras se han disparado.
No obstante, también ha habido una avalancha de simpatía, con banderas ucranianas ondeando junto a las estadounidenses en las carreteras. Algunos estadounidenses han recurrido a Airbnb para alquilar casas en Ucrania pero sin intención de alojarse, como una forma sutil de ayudar a los ciudadanos en guerra.
Aun así, reunir esa voluntad colectiva de sacrificio sigue siendo difícil, especialmente para un país que la mayoría de los estadounidenses no sabrían señalar en un mapa y cuya capital muchos aún no saben pronunciar.
"Todos los presidentes de la era moderna han exigido algún tipo de sacrificio o participación del pueblo estadounidense", dijo Robert Citino, autor e historiador militar del Instituto para el Estudio de la Guerra y la Democracia. "Es algo integral al sistema estadounidense".
En el caso de Biden, inicialmente comenzó por reunir a la comunidad internacional para que apoyara paquetes de sanciones severas, un esfuerzo que requirió una cantidad significativa de diplomacia para alinear los diferentes intereses europeos. Ahora, dos semanas después de iniciada la guerra, está haciendo un llamamiento más directo a la opinión pública estadounidense para convencer a un público nacional.

"Me pareció una táctica interesante pedir al pueblo estadounidense que compartiera una carga de sacrificio por una guerra que realmente no está a nuestra puerta", dijo Citino. "Está a las puertas de Rusia, no en las nuestras".
"Es muy fácil decir que te sacrificarás por una buena causa. Pero entonces, te enteras de qué es lo que se te pide que sacrifiques. Ese es el momento en el cual algunos se bajan del tren y otros quieren seguir en él. Será interesante ver hasta qué punto se mantiene alineada la opinión pública".
Una encuesta publicada la semana pasada mostraba que el 83 por ciento de los estadounidenses apoyaba las sanciones económicas impuestas a Rusia. La encuesta de NPR/PBS NewsHour/Marist también determinó que el 69 por ciento de los estadounidenses dijo que apoyaba las sanciones, incluso si se traduce en un aumento de los precios de la energía en EEUU.
En este momento, Biden no pide que se sacrifiquen vidas estadounidenses, sino que solicita un sacrificio económico. No es la sangre lo que pide, es el tesoro. Está dando a Ucrania armas pagadas por los contribuyentes estadounidenses. Dirige un sólido programa de sanciones que afecta a las empresas estadounidenses.
Y, sobre todo, pide comprensión mientras los estadounidenses experimentan precios más altos al llenar sus tanques de gasolina.
Desde que Putin invadió Ucrania hace casi dos semanas, el precio de la gasolina ha subido 75 centavos por galón, reconoció Biden.
"Y con esta acción, va a subir más", dijo ayer martes.
Asumió la responsabilidad de la decisión, pero también dijo que un enemigo global forzó su mano. Calificó el aumento de la gasolina como "la subida de precios de Putin".
"La agresión de Rusia nos está costando a todos", dijo.
No obstante, su capacidad para unificar al país en torno a una noción de sacrificio compartido puede ser limitada.
"Es un dolor económico. Es lamentable, es difícil, pero no es el sacrificio que une a todas las facciones enfrentadas", dijo Carolyn Marvin, profesora de comunicación de la Universidad de Pensilvania y autora de "Blood Sacrifice and the Nation: Totem Rituals and the Flag."
"Creo que ha hecho un buen trabajo al explicar lo que sucede", añadió sobre Biden. "Pero el tipo de sacrificio que realmente impacta a la gente es la pérdida de vidas de su propio grupo. Y eso no es lo que está sobre la mesa para los estadounidenses en este momento".
En cierto modo, en todas las guerras llega un momento en el cual el presidente pide sacrificios.
Durante la Primera Guerra Mundial, se instó a los estadounidenses a reducir su consumo de ciertos alimentos para ayudar a las tropas en el extranjero. Tenían "martes sin carne" y "miércoles sin trigo" para, en vez de ello, poder enviar comida a los soldados. Unas décadas más tarde, las familias estadounidenses recibieron tarjetas de racionamiento y se les dijo que limitaran sus compras de artículos como automóviles, neumáticos y leña. El presidente Franklin D. Roosevelt impuso un tope salarial en tiempos de guerra.
"Pregunten a las mujeres y a los niños a los que Hitler está matando de hambre si el racionamiento de neumáticos, gasolina y azúcar es un 'sacrificio' demasiado grande", dijo Roosevelt durante una de sus llamadas charlas junto a la chimenea en 1942. "No tenemos que preguntarles. Ya nos han dado sus agónicas respuestas".
El presidente George W. Bush hizo un llamamiento a los estadounidenses para que se unieran después de los atentados del 11 de septiembre.

"Como la mayoría de los estadounidenses, veo las imágenes de la violencia y el derramamiento de sangre", dijo Bush en 2005 al instar a los estadounidenses a seguir apoyando la guerra de Irak. "Todas las imágenes son espeluznantes y el sufrimiento es real. En medio de toda esta violencia, sé que los estadounidenses se preguntan: ¿Vale la pena el sacrificio? Vale la pena y es vital para la seguridad futura de nuestro país".
El presidente Barack Obama habló del sacrificio que supone la permanencia de las tropas estadounidenses en Afganistán o Irak, y Biden, al retirar las tropas de Afganistán, dijo que el sacrificio ya no valía la pena.
"Lincoln pidió al país que se sacrificara en la Guerra Civil, Wilson pidió a los estadounidenses que se sacrificaran en la Primera Guerra Mundial, Roosevelt ciertamente en la Segunda Guerra Mundial", dijo Robert Dallek, autor e historiador presidencial. "Durante un tiempo, la lucha en Vietnam cobró popularidad. Ahora se ha olvidado, pero al principio era algo popular, porque Johnson apelaba a la idea de que teníamos que hacer algún tipo de sacrificio para evitar el éxito comunista en el sudeste asiático".
A pesar de todo, en esos casos, vidas estadounidenses estaban en juego.
"Es un sacrificio de otro orden", dijo Dallek sobre el actual postulado presidencial.
Pero si el conflicto se recrudece, y sobre todo si se extiende a los países de la OTAN, lo que podría requerir la participación militar estadounidense, eso podría complicar el reto de Biden.
"Ahora mismo su índice de aprobación no es tan alto", dijo Dallek. "No creo que esté en una posición de poder que lo habilite a pedir todo tipo de sacrificios".
Biden ya había señalado el potencial de los impactos locales, pero a menudo ponía menos énfasis en preparar al país para hacer sacrificios y más en decir a los estadounidenses lo que estaba haciendo para protegerlos del dolor.
"A todos los estadounidenses les seré sincero, como siempre he prometido", dijo durante el discurso sobre el estado de la Unión, en el cual los miembros del Congreso vistieron de azul y amarillo en honor a la bandera de Ucrania, y Biden resaltó la presencia de la embajadora de Ucrania sentada junto a la primera dama, Jill Biden.
"Un dictador ruso, invadiendo un país extranjero, tiene costos en todo el mundo", dijo. "Y estoy tomando medidas enérgicas para asegurarme de que el dolor de nuestras sanciones se dirija a la economía de Rusia. Y utilizaré todas las herramientas a nuestro alcance para proteger a las empresas y a los consumidores estadounidenses".
Biden también ha aludido a los costos que podría suponer la continuidad del conflicto.
"La defensa de la libertad también tendrá costos para nosotros, aquí en casa. Tenemos que ser honestos al respecto", dijo el 22 de febrero, días antes de la invasión rusa. "Pero mientras hacemos esto, tomaré medidas enérgicas para asegurarme de que el dolor de nuestras sanciones esté dirigido a la economía rusa, no a la nuestra".
Dos días después, dijo que sabía que los estadounidenses se sentían ansiosos por las escenas de guerra. Era consciente de que los precios seguirían subiendo. Sin embargo, dijo que no tenía más remedio que enfrentarse a Rusia con una serie de sanciones económicas que afectarían a EEUU, pero castigarían mucho más a Rusia.
"Esta agresión no puede quedar sin respuesta", dijo. "Si así fuera, las consecuencias para EEUU serían mucho peores. EEUU hace frente a los bravucones. Defendemos la libertad. Eso define quienes somos".
(c) 2022, The Washington Post - Matt Viser
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