La deuda corporativa es más preocupante para la estabilidad de los mercados que el endeudamiento soberano
Occidente prácticamente ha declarado la guerra económica a Rusia en respuesta a la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin. Independientemente de que Rusia consiga hacer el pago de los intereses de su deuda en dólares - los pagos de cupones de dos bonos que vencían el miércoles no llegaron, aunque hay un "periodo de gracia" de 30 días -, el país ya está sufriendo todas las consecuencias de un default: el rublo se ha hundido, el gobierno y la mayoría de sus empresas están impedidos de solicitar préstamos en otros lugares, y se avecina una profunda recesión. No haber pagado los cupones de los bonos a tiempo es, en definitiva, un síntoma más del daño que ha causado Putin.
Aunque una cesación de pagos podría ser un resultado inevitable de las sanciones, los gobiernos extranjeros estarían, en todo caso, contentos si Rusia pagara los intereses de su deuda externa, ya que eso disminuiría más las escasas reservas extranjeras del país. Los reguladores temen, por otra parte, que si Moscú incumple los pagos, esto pueda tener efectos imprevistos en los sistemas financieros occidentales. El default de la deuda en moneda local de Rusia en 1998 y la reestructuración de parte de la deuda en dólares de la era soviética - su último impago completo de la deuda en moneda extranjera fue en 1918, tras la Revolución de Octubre - contribuyeron a la quiebra de varios fondos de cobertura altamente apalancados.
En la actualidad, son menos los inversionistas con posiciones especulativas en Rusia, especialmente desde la anexión de Crimea en 2014. Pero existe la posibilidad de que quede al descubierto algún "apalancamiento oculto" en el sistema; las copiosas reservas de divisas y los ingresos por petróleo y gas de Rusia habían persuadido a los acreedores de que el país era una apuesta relativamente segura hasta ahora. Tampoco el volumen de la deuda es especialmente alto — consecuencia de años de gestión de un manejo fiscal ortodoxo y del intento de construir una fortaleza financiera, resistente a las sanciones occidentales.
Moscú ha indicado que puede pagar con rublos en lugar de dólares. Aunque hay disposiciones en algunos bonos que le permitirían hacerlo, constituiría un incumplimiento legal en otros. Sin embargo, es probable que el gobierno ruso argumente que, aunque está dispuesto a pagar y puede hacerlo, se lo impiden las sanciones. El miércoles, el ministro de Finanzas, Anton Siluanov, dijo que Rusia había enviado instrucciones a su banco estadounidense habitual para pagar los $117 millones de los cupones que vencían, pero que las sanciones podrían impedir que el dinero sea transferido.
Es probable que cualquier incumplimiento vaya seguido de una intensa disputa legal. El país se ha negado a renunciar a su "inmunidad soberana" en el marco de la emisión de bonos, el principio que señala que los gobiernos no pueden ser llevados a los tribunales. No obstante, los jueces pueden dictaminar que los inversionistas tienen derecho a embargar los activos rusos que salgan del país. En paralelo, se puede prohibir a los extranjeros negociar una reestructuración. Las implicaciones de esas decisiones pondrán a prueba el mercado de las permutas de incumplimiento crediticio (credit default swaps), una especie de seguro financiero en la cual están en juego miles de millones de dólares en base a la definición precisa de "incumplimiento".
Una preocupación mayor pueden ser las deudas de las empresas rusas. El endeudamiento del sector corporativo - la deuda externa de las empresas asciende a unos $150.000 millones, entre préstamos y bonos - supera con creces la deuda soberana en moneda extranjera, que asciende a unos $20.000 millones. Es posible que las empresas petroleras y de gas puedan seguir obteniendo préstamos, gracias a que están excluidas de las sanciones, pero la "autosanción" que se aplican los prestamistas y el derrumbe del comercio ruso seguirán afectando sus ingresos y pondrán en peligro su estabilidad financiera. Otras empresas rusas de primera línea tendrán que buscar otras alternativas de financiamiento o reducir sus operaciones.
Rusia carga con la ignominia de ser el país con la cesación de pagos más larga de la historia. El país finalmente pagó la repudiada deuda zarista en 1996. No le conviene a Rusia -ni al mundo- que se repita un daño de tan largo plazo. Un primer paso impostergable para evitar que eso ocurra es pactar la paz con Ucrania.
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