A pesar de las sólidas cifras de empleo y del descenso de las tasas de infección de covid-19, la inseguridad alimentaria sigue siendo elevada debido un aumento de precios que ha llevado a más personas a buscar ayuda.
Para Chelsi Lewis, las cosas empezaron a ajustarse de nuevo en diciembre. Comenzó a usar una parte del dinero de la cuenta de la luz para la compra de alimentos. Se preguntaba cómo iba a llenar el tanque de gasolina para llevar a sus gemelos de la secundaria a sus competencias atletismo y a sus trabajos.
Los tiempos difíciles empezaron cuando expiraron los créditos fiscales por hijo, dijo Lewis, de 48 años, madre soltera de tres hijos en Rockville, Maryland, y estudiante a tiempo completo en la Universidad Estatal de Bowie. Sigue recibiendo cupones de comida del programa SNAP por $800 al mes, pero eso le alcanza para unas tres semanas. También solía recibir un subsidio de desempleo ampliado, después de perder su trabajo temporal en UPS durante la pandemia, y un subsidio de educación para complementar las comidas escolares, pero ambos caducaron.
"He estado improvisando", contó Lewis, que estudia historia. "Hay algunas noches en las cuales no como, porque solo tengo lo suficiente para darles de comer a ellos. Me como todo lo que dejan en sus platos. Solo les digo que no tengo hambre".
Incluso mientras los índices de coronavirus siguen bajando y el mercado laboral estadounidense se acerca a la recuperación total de la pandemia, los bancos de alimentos están viendo otro aumento en las necesidades. La mayoría de los programas de asistencia de la época de la pandemia terminaron, la inflación está aumentando y muchos estadounidenses vuelven a tener problemas para llegar a fin de mes.
Los responsables de los bancos de alimentos informan que las filas en sus centros de distribución de todo el país son cada vez más largas. Además, los índices de hambre reportados han aumentado desde principios de agosto, cuando el 7,8 por ciento de los encuestados dijo que "a veces" o "a menudo" no tenían suficiente para comer, según los datos de la Encuesta de Pulso Doméstico de la Oficina del Censo. A principios de febrero, el 10,2 por ciento de los encuestados dijo que su hogar a veces no tiene suficiente para comer. Este aumento es más significativo en el caso de los hogares con niños, alcanzando 13,1 por ciento, aunque ha bajado de sus máximos durante la pandemia.
A finales de enero y principios de febrero, después de que terminaran los pagos del crédito fiscal por hijos, el 35 por ciento de los adultos que viven en hogares con niños dijeron que tenían dificultades para cubrir los costos habituales, según los datos del censo.
"No se equivoquen, la gente sigue teniendo dificultades. Es así en Richmond y en todo el país", señaló Levar Stoney, alcalde de Richmond. "Mi temor, y el de bastantes alcaldes, es que muchos de nuestros residentes vuelvan a las filas de distribución de alimentos. Queremos mantener intacta la red de seguridad social. Sigue siendo necesario mientras la gente se recupera".
Stoney fue uno de los miembros de la Conferencia de Alcaldes de EEUU que envió una carta al Congreso el jueves, instando a sus miembros a apoyar la ampliación de la elegibilidad y los mayores niveles de beneficios de los programas federales de nutrición.
La inflación es el nuevo reto, dijo Thomas Mantz, director ejecutivo de Feeding Tampa Bay, uno de los 200 bancos de alimentos de la red nacional.
"Ha habido una leve recuperación y eso es bueno, pero otra preocupación que se está gestando es que la inflación está haciendo subir los precios en tres áreas clave", comentó Mantz. "Para muchos estadounidenses, entre el 30 y el 40 por ciento de su presupuesto es el alquiler, la comida y la gasolina. Pero para las familias que atendemos, es más bien el 60 por ciento. Por lo tanto, hay familias a las cuales la inestabilidad las está afectando significativamente en este momento".
Aunque la economía se ha recuperado para muchos estadounidenses y el estímulo y los créditos fiscales para niños ayudaron a múltiples familias el año pasado, todavía hay bastantes familias que se están recuperando del impacto financiero de cesación laboral temporaria o de la reducción de los ingresos familiares, dijo Kyle Waide, presidente del Banco de Alimentos de la Comunidad de Atlanta.
"Aunque la distribución de alimentos a los vecinos necesitados ha disminuido desde el pico de la pandemia, el Banco de Alimentos de la Comunidad de Atlanta sigue experimentando una necesidad de ayuda alimentaria considerablemente mayor, hasta de un 30 por ciento, que antes de la pandemia", dijo Waide.
Los datos de inflación publicados en marzo indican un aumento sustancial de los precios de la gasolina, la vivienda y los alimentos. El índice de la gasolina subió un 6,6 por ciento en febrero y representó casi un tercio del aumento mensual. El índice de alimentos registró las mayores subidas mensuales desde abril de 2020.
Foodsmart, una aplicación para planificar comidas y pedidos de alimentos a distancia, informó que ha aumentado la cantidad de usuarios que se categorizan cómo inseguros alimentariamente en los últimos meses y que la mayoría de los miembros dijo que "la comida sana es demasiado cara".
"El impacto económico del Covid-19 se mantendrá durante los próximos años, mucho después de que los riesgos sanitarios del virus hayan desaparecido", afirmó Radha Muthiah, directora ejecutiva del Capital Area Food Bank, que presta servicio en la zona de Washington, D.C. "Sabemos que la necesidad sigue siendo significativamente mayor y proyectamos que seguirá siéndolo. Como dato, muchos de nuestros socios siguen observando un mayor volumen de visitantes, en algunos casos hasta dos o tres veces más que antes de la pandemia".
Además, los programas federales destinados a ayudar a los bancos de alimentos han finalizado, mientras que los costos de los alimentos han subido, lo que ha supuesto que el presupuesto del la zona capital para la compra de alimentos sea siete veces mayor que antes de la pandemia, señaló Muthiah.
A nivel nacional, los bancos de alimentos de la red de Feeding America siguieron trasaladando en febrero el doble de camiones de alimentos que en febrero de 2020 y los costos de transporte aumentaron un 20 por ciento, dijo la portavoz de la entidad, Zuani Villarreal. Además, el contenido de esos camiones cuesta más. Un camión cargado de atún enlatado costaba $46.000 en febrero de 2020 y ahora cuesta $57.000; un camión de mantequilla de maní costaba unos $34.000 y ahora cuesta $40.000; un camión de tomates picados costaba $15.000 y ahora cuesta $23.000.
La mayoría de los bancos de alimentos afirman que los costos de compra de alimentos han aumentado y que también están pagando más por el transporte y la distribución, al tiempo que informan de la escasez de mano de obra. Feeding America ha solicitado al Congreso más fondos para comprar alimentos incrementando el dinero a través del Programa de Asistencia Alimentaria de Emergencia.
El Secretario de Agricultura, Tom Vilsack, dijo al Washington Post que han dispuesto $100 millones en subvenciones adicionales para Programas de Asistencia Alimentaria de agencias estatales y que el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA por sus siglas en inglés) tiene el poder de compra a través de un programa separado para suplir los productos básicos que falten a los bancos de alimentos. Vilsack dijo que entiende que los bancos de alimentos se enfrentan a situaciones difíciles.
"Siempre podemos revisar la compra de alimentos. Pero lo que tenemos aquí es una situación en la cual tenemos mucha demanda y una oferta inestable. Estamos abordando el asunto de la cadena de suministro, pero eso va a tomar tiempo", dijo Vilsack, añadiendo que el USDA "está muy limitado en términos de lo que podemos hacer, a falta de asignaciones por parte del Congreso, o de la autoridad de exención, o de lo que queda que no se ha asignado en el marco de la asistencia para la pandemia".
Washington Post - Laura Reiley
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