El dolor por el asesinato de su padre impulsó al legislador del estado de New Hampshire a convertirse en un destacado defensor de la abolición de la pena capital.
Renny Cushing, legislador del estado de New Hampshire cuyo dolor por el asesinato de su padre lo impulsó a convertirse en uno de los principales defensores de la abolición de la pena de muerte, un castigo que, según él, sólo servía para agravar la agonía de la violencia, murió este mes de marzo en su casa de Hampton, N.H. Tenía 69 años.
La causa fue un cáncer de próstata con complicaciones provenientes del coronavirus, dijo su hija Marie Cushing.
Cushing fue activista durante medio siglo; hizo campaña contra la guerra de Vietnam, contra el uso de la energía nuclear y, como miembro Demócrata de la Cámara de Representantes de New Hampshire, a favor de causas como la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Pero fue más conocido por su papel en el esfuerzo por acabar con la pena de muerte en Estados Unidos, una práctica que describió como "asesinato ritualizado sancionado por el Estado".
"No elegí ser un sobreviviente de un asesinato; la situación me eligió a mí", dijo Cushing una vez a un entrevistador. "Sin embargo, sí puedo influir en cómo definir el resto de mi vida. Y esta es mi manera de honrar la memoria de mi padre".
El padre de Cushing, Robert R. Cushing Sr., era profesor de matemáticas jubilado y estaba en su casa con su esposa la noche del 1 de junio de 1988, cuando respondió a una llamada a su puerta. En el exterior se encontraba un agente de policía fuera de servicio que vivía en las cercanías y que, según las noticias, guardaba rencor a Cushing desde hacía más de una década. El agente de policía, Robert McLaughlin Sr., empuñó una escopeta y disparó dos veces contra Cushing, dejándolo, muriéndose en la puerta.
Laughlin fue declarado culpable de asesinato y condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. No se enfrentó a la pena de muerte. Pero tras la muerte de su padre, Cushing recordó que se encontró con un conocido que comentó que esperaba que el asesino lo “fieran” para que la familia Cushing "tuviera algo de paz".
"Existe el mito de que las familias de las víctimas necesitan otro asesinato para curarse", dijo Cushing a un entrevistador. "La verdad es que a mucha gente le horroriza la sola idea de una ejecución. . . . Sabemos de primera mano lo que significa la muerte violenta, y no queremos que la sociedad lo haga".
Cushing se convirtió en director ejecutivo de la organización de Familias de Víctimas de Asesinatos por la Reconciliación, y en 2004 ayudó a fundar otra asociación similar a favor de los derechos humanos. Habló por todo el país sobre su oposición a la pena capital y patrocinó eternos proyectos de ley en la Cámara de New Hampshire, donde cumplía su octavo mandato no consecutivo, para abolir la pena de muerte en el estado.
El esfuerzo tuvo éxito en 2019, cuando la legislatura anuló un veto del gobernador Republicano Chris Sununu, para convertir a New Hampshire en el vigésimo estado en abandonar la pena capital.
Durante el proceso judicial del caso de su padre, Cushing se encontró en un momento dado con el hijo del agresor, una experiencia que recordó con emoción.
"Estábamos uno al lado del otro", contó Cushing a la revista The American Prospect años más tarde, "y teníamos la sensación de que un agujero negro se interponía entre los dos, y ambos tratábamos desesperadamente de no ser absorbidos por él porque este horrible acontecimiento había tenido lugar y ambos estábamos involucrados, aunque no queríamos estarlo."
Recordó haberle dicho al hombre: "Ambos perdimos a nuestros padres el 1 de junio de 1988".
"En cierto modo", reflexionó Cushing, "yo fui el afortunado porque tuve la vida de mi padre para celebrar. Soy el hijo de una víctima de asesinato. Él vive su vida como el hijo de un asesino. Y no quisiera transferirle el dolor que sentí al perder a mi padre. Mi dolor no se alivia infligiéndole dolor".
En 2011, 23 años después de la muerte de su padre, Cushing perdió a otro miembro de su familia a causa de la violencia, cuando Stephen McRedmond, el marido del hermano de Cushing, Matthew, recibió un disparo de un sobrino que luego se suicidó, según el relato de la policía en ese momento.
Durante sus décadas en el centro del debate en torno a la pena capital, a Cushing se le atribuyó el mérito de haber ampliado el debate para representar el abanico de opiniones entre las familias de las víctimas, algunas de las cuales apoyan la pena de muerte con tanta fuerza como Cushing se oponía a ella.
Gracias a su defensa, conoció a David Kaczynski, que ayudó a las autoridades policiales a identificar a su hermano Ted Kaczynski, apodado Unabomber, a mediados de la década de 1990 y que posteriormente se convirtió en un prominente opositor a la pena capital.
(Ted Kaczynski, quien se declaró culpable en 1998 de los atentados con cartas bomba que mataron a tres personas e hirieron a muchas más, no estuvo expuesto a la pena de muerte y está cumpliendo una sentencia de prisión de por vida)
"Se trataba de alguien que venía de un lugar de profundo dolor y pérdida", dijo David Kaczynski sobre Cushing en una entrevista, "y sin embargo dio un verdadero número de razones conmovedoras por las cuales la pena de muerte no era la respuesta a su pérdida o a los traumas que sufren las víctimas."
"Renny tenía ese corazón de compasión", añadió, "que le ayudaba a ver más allá de su propio dolor para ver el dolor de los demás".
Robert Reynolds Cushing Jr. nació en Portsmouth, N.H., el 20 de julio de 1952. Su madre enseñaba a leer.
Cushing se convirtió en un político activo desde el principio; siendo adolescente habló en el pleno de la legislatura de New Hampshire para argumentar que la edad mínima para votar debía bajar de 21 a 18 años. Afirmaba que si uno era lo suficientemente mayor como para ser reclutado para combatir en Vietnam - donde había visto morir a amigos de la escuela secundaria y miembros de su familia habían sido gravemente heridos -, también lo era para emitir un voto.
Cushing asistió brevemente a la universidad, pero abandonó los estudios formales para llevar una vida itinerante que, según él, le permitió ver el mundo a través de los ojos de los demás. Cosechó uvas en California y naranjas en Florida, fue recolector de basura en Atlanta y extrajo oro en Ontario, relató su hija.
En 1971, Cushing fue detenido y acusado de entrar ilegalmente durante una manifestación de Labor Day a la sede del Servicio Selectivo en Washington. Junto con otros manifestantes, fue declarado culpable y condenado a un año de libertad condicional. Cuando un juez le preguntó por su profesión, Cushing, que entonces tenía 18 años, contestó que era un "hoboheniologist", o "alguien que vive la vida de un vagabundo para estudiarla", según un artículo del Washington Post de la época.
En su estado natal, New Hampshire, Cushing trabajó en soldadura y carpintería y se convirtió en organizador sindical. Más tarde dedicó sus dotes como organizador al movimiento contra la energía nuclear, al ayudar a fundar la Alianza Clamshell para oponerse a la construcción de la central nuclear de Seabrook, en New Hampshire.
Cushing ganó su primer mandato de dos años en la Cámara de New Hampshire en 1986, según contó su hija. Volvió para otro mandato en 1996 y luego otro en 2008. Había servido ininterrumpidamente en el parlamento desde su elección en 2012, incluso como líder Demócrata antes de su muerte.
Cushing y su esposa criaron a sus hijos en la casa de madera donde murió su padre.
"Me pareció muy importante no perder esta casa", dijo a un entrevistador. "Mi padre y mi abuelo la construyeron. El asesino puede habernos quitado a mi padre, pero no iba a quitarme también mis raíces. . . . Además, con el tiempo, la casa se ha convertido en algo más. Los pisos que una vez se mancharon con la sangre de mi padre son también donde mis hijas aprendieron a caminar".
Además de su hija, de Memphis, le sobreviven su esposa de más de tres décadas, Kristie Conrad de Hampton; otras dos hijas, Elizabeth Cushing de Dover, New Hampshire, y Grace Cushing de Portland, Maine; tres hermanas y tres hermanos.
En gran parte gracias al activismo de luchadores como Cushing, la pena de muerte es cada vez menos frecuente en Estados Unidos. En 2021 se llevaron a cabo once ejecuciones, menos que las 98 de 1999, el número más alto desde que la Corte Suprema de Estados Unidos restableció la pena de muerte en 1976, según el Centro de Información sobre la Pena de Muerte. Esta práctica se sigue aplicando en 27 estados.
Quizá la activista más famosa contra la pena de muerte sea la hermana Helen Prejean, la monja católica interpretada por Susan Sarandon en la película de 1995 Dead Man Walking, basada en el libro de Prejean del mismo título.
Contactada por teléfono móvil cuando llegaba a la puerta de la Penitenciaría Estatal de Luisiana en Angola, donde debía visitar a un condenado a muerte, Prejean reflexionó sobre la vida de activismo de Cushing.
"Fue tan incondicional, tan constante" en su esfuerzo por acabar con la pena de muerte en New Hampshire. "Finalmente lo logró", dijo.
Washington Post - Emily Langer
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