La guerra de Ucrania está empeorando las presiones inflacionarias provocadas por el Covid y un mercado laboral ajustado.
Jay Rushin solía mirar los precios internacionales del trigo una vez al trimestre, más o menos. Ahora los revisa cada dos días.
El director ejecutivo de H&H Bagels, un establecimiento neoyorquino que opera hace 50 años, esperaba reabrir su tienda del barrio Upper West Side de Manhattan el verano pasado, pero la escasez mundial de semiconductores hizo que recién en febrero le enviaran las tostadoras que había pedido en mayo pasado.
Cuando se inauguró la tienda la semana pasada, rediseñada como la sucursal principal de una marca que Rushin espera franquiciar, el precio de contado del trigo - un ingrediente crucial de los bagels - se había disparado un 35 por ciento por encima de los niveles del año pasado en respuesta a la invasión rusa a Ucrania.
Con un mercado laboral ajustado que además ha elevado los salarios, Rushin subió los precios un 5 por ciento en promedio y ha buscado formas de reducir costos, eliminando del menú los productos menos populares, como el salmón al horno, y utilizando programas informáticos para programar los horarios de los empleados de forma más eficiente.
Los retos a los que se enfrenta H&H afectan a empresas grandes y pequeñas de todo Estados Unidos, a medida que los problemas provocados por la guerra de Rusia en Ucrania aumentan las presiones inflacionarias provocadas por el Covid-19.
El aumento de la inflación en EE UU a niveles máximos en 40 años está derivando en un aumento de los precios para los clientes, en la reducción de las perspectivas de ganancias de algunas empresas y en la ansiedad de los responsables políticos por el efecto sobre los consumidores de bajos ingresos.
Conagra Brands, el fabricante de los aperitivos de carne Slim Jim, advirtió esta semana que el aumento del costo de los ingredientes, desde el pollo hasta la materia grasa, lo llevó a enfrentarse a un aumento de precios "sin precedentes" del 26 por ciento en dos años.
Constellation Brands, la empresa que produce la cerveza Corona, dijo a los analistas que estaba pagando un 17 por ciento más por los cartones, un 26 por ciento más por las tapas de las botellas y un 35 por ciento más por las plataformas de carga de madera.
En las empresas estadounidenses, hubo tres veces más menciones de la "inflación" en las presentaciones de las compañías en marzo que el año anterior, según el proveedor de datos Sentieo.
Algunas empresas aducen la presión sobre los precios como motivo para reducir sus expectativas de ganancias. FactSet informó la semana pasada que el número de empresas del S&P 500 que habían emitido una previsión de menores ganancias era mayor que en cualquier otro trimestre desde antes de la pandemia.
WD-40, el fabricante de aceites lubricantes, por ejemplo, dijo que iba a subir los precios, pero que tendría que recortar sus previsiones de ganancias netas para todo el año en aproximadamente un 2 por ciento debido al "difícil entorno inflacionario".
Por su parte, Levi Strauss superó las expectativas de Wall Street para su primer trimestre fiscal, pero mantuvo sus perspectivas para todo el año a la espera de más presiones inflacionarias en los próximos meses.
Chip Bergh, el director ejecutivo, declaró al Financial Times que cuando gestionó empresas en la década de 1980, la última vez que la inflación estadounidense fue tan alta, aprendió a subir los precios antes de que los costos aumentaran. "Hay que adelantarse, porque si no, no se puede remontar", advirtió.
Hasta ahora, las empresas han podido trasladar la mayor parte de sus mayores costos sin afectar a las ventas. A medida que la guerra entre dos de los mayores exportadores de granos del mundo disparaba los precios de los cereales el mes pasado, Earnest Research descubrió que General Mills, PepsiCo y Kellogg's, los fabricantes de Cheerios, Quaker Oats y Special K, aplicaron aumentos de precios de dos dígitos.
Incluso cuando la Reserva Federal intenta controlar la inflación subiendo las tasas de interés, algunos responsables políticos expresan su preocupación por su efecto desproporcionado sobre los consumidores más pobres.
Lael Brainard, gobernadora de la Reserva Federal elegida por la administración del presidente Joe Biden para ocupar la vicepresidencia del banco central, señaló el martes que los hogares de bajos ingresos gastan el 77 por ciento de sus ingresos en artículos de primera necesidad, más del doble de lo que gastan los hogares de mayores ingresos, y muchos tienen menos posibilidades de ahorrar por comprar en grandes cantidades.
Explicó este reto citando el ejemplo de un aumento de los precios tanto de un cereal de marca como de una marca de tienda más barata que mantuvo la diferencia entre ellos.
"Un hogar que venía comprando cereales de marca podría ahorrar dinero comprando en su lugar cereales de la marca propia de las tiendas", observó. "Sin embargo, un hogar que ya estaba comprando la marca de la tienda tendría que absorber el aumento del costo o consumir menos de esa categoría".
Un director ejecutivo de las industrias de consumo masivo que está lidiando con mayores precios en resina y pulpa recordó esa preocupación, diciendo al FT: "A partir de aquí, la economía se vuelve cada vez más difícil para el conjunto económico medio y bajo".
Una encuesta de BCG reveló que solo el 40 por ciento de los inversionistas espera ahora que la inflación vuelva a niveles más normales a finales de 2022, comparado con el 60 por ciento de enero, y varios ejecutivos dijeron que el rápido aumento de los costos laborales y logísticos estaba exacerbando la inflación de los precios de las materias primas.
Los camioneros vieron un aumento de $1,50 por galón en el precio del diesel en cuestión de semanas, señaló Mac Pinkerton, presidente de transporte de superficie de Norteamérica en CH Robinson, un grupo de transporte de carga.
Si se mantiene, esto equivaldría a entre $50 mil y $60 mil millones de costos adicionales en la cadena de suministro para la industria, estimó, y la mayor parte se trasladaría a los clientes.
Los costos logísticos también subieron debido a las empresas que ofrecen salarios más altos para atraer suficientes conductores que les permita satisfacer la demanda. Walmart, la cual hace dos años dijo que sus camioneros ganaban un promedio de $87.500 al año, elevó la semana pasada el sueldo inicial para que pudieran ganar hasta $110 mil en su primer año.
Estas presiones están obligando a las empresas a adaptarse. Constellation Brands está utilizando operaciones de cobertura financiera de manera más agresiva, Levi Strauss ha renegociado los alquileres y Lowe's, la cadena de centros de bricolaje, está optimizando las rutas de los conductores para disminuir los costos de combustible.
Otros están recortando su oferta de productos como el replanteo del menú que hizo H&H Bagels.
Mike Alkire, director ejecutivo de Premier, una organización de compras grupales para hospitales, dijo que los proveedores habían presionado para que se aumentaran los precios de más de 170 productos, al tiempo que se triplicó la tarifa por hora de una enfermera itinerante.
Ante estas presiones, Premier ha tenido que comprar al por mayor y reducir la gama que ofrece, dijo. "La gente solía [pedir] un color específico de bacinilla. Todo eso ya no es posible".
Andrew Edgecliffe-Johnson y Peter Wells en Nueva York y Colby Smith en Washington
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