El partido de Joe Biden debería prepararse para una dura derrota en noviembre.
Hace unos días se oyó un gemido colectivo cuando la ciudad de Filadelfia anunció que reestablecería su mandato de uso de mascarilla. Fue un mal presagio para los Demócratas. Al margen de si se trata de una medida necesaria -la mayoría de los expertos, incluidos los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, piensan que no lo es-, los liberales pagarán un precio por cualquier restricción, incluso las esenciales. Los votantes ya estaban furiosos por los cierres de escuelas en el primer año o más de la pandemia que, en retrospectiva, parecen un exceso. El regreso al uso obligatorio del cubrebocas es justo el tipo de medida que se convertirá en un bumerán.
La pregunta es si los Demócratas pueden revertir su suerte menguante. El partido ya se enfrentaba a una probable derrota en las elecciones de mitad de mandato en noviembre. Las últimas tendencias amenazan con convertir eso en una derrota aplastante. Los encuestadores prestan mucha atención a la brecha de entusiasmo: la diferencia de motivación entre los votantes Republicanos y los Demócratas. En noviembre del año pasado, cuando los Demócratas perdieron las elecciones a gobernador en Virginia, el porcentaje ya era de 11 puntos. Desde entonces, se ha ampliado hasta un enorme 17 por ciento.
La mayoría de los factores que contribuyeron a la derrota Demócrata en Virginia, de tendencia liberal, se han deteriorado desde entonces. Entre ellos se encuentran la inflación, que alcanzó el 8,5 por ciento el mes pasado, su tasa más alta desde diciembre de 1981; las fricciones por las persistentes restricciones debido a la pandemia, algo que la mayoría de los estadounidenses cree que debería haber terminado; la inmigración ilegal, que parece que aumentará el mes que viene después de que el presidente Joe Biden elimine la norma del Título 42 que permitía a los guardias fronterizos rechazar a la gente por motivos de pandemia; y la anti incumbencia. El índice de aprobación de Biden ha seguido cayendo. Con un 41 por ciento, está solo uno o dos puntos por encima de Donald Trump antes del triunfo de mitad de mandato de 2018 contra los Republicanos.
Gran parte del malestar de los votantes se reduce a la inflación. El mercado laboral estadounidense está en crecimiento: la creación mensual de empleo se ubica cerca de los máximos históricos desde que Biden asumió el cargo. Con un 5,6 por ciento en el último año, los aumentos salariales también han sido muy elevados. No obstante, los incrementos de precios son considerablemente mayores, lo que significa que los salarios ajustados a la inflación han caído casi un 3 por ciento en el mismo periodo.
Además, lo poco que puede hacer Biden para abordar la inflación, el aumento de la delincuencia y otras preocupaciones de los votantes podría disgustar a la izquierda Demócrata y en particular a los jóvenes, a quienes necesitan que voten en noviembre. El índice de aprobación de Biden entre los votantes menores de 30 años se sitúa en el treinta y pico por ciento, lo cual es inusualmente malo — el peor de cualquier grupo demográfico.
Un ejemplo de por qué sucede esto fue la decisión de Biden el mes pasado de liberar 1 millón de barriles de petróleo al día de la reserva estratégica de EEUU para amortiguar los precios de la gasolina. La nueva oferta está teniendo un efecto modesto. Pero debilita el avance de Biden hacia el desarrollo de una economía post carbono, lo cual es muy popular entre los jóvenes. Después de haber declarado la lucha contra el calentamiento global como una de sus principales prioridades, Biden ahora presiona a las empresas energéticas para que utilicen sus permisos de fracturación hidráulica y perforación en tierras federales. Esto es un giro de 180 grados. Culpar al presidente ruso Vladimir Putin -cuya invasión de Ucrania desencadenó sanciones que están provocando inflación en todo tipo de productos básicos - difícilmente influya en los votantes. La inflación aumentó en cada uno de los 12 meses anteriores a la invasión rusa.
Biden tampoco está recibiendo reconocimiento por su gestión de la crisis de Ucrania. Siete de cada 10 votantes expresaron poca confianza en la capacidad de Biden para gestionar la guerra, según una encuesta de la NBC. Un número casi igual dijo que le preocupaba que las tropas estadounidenses corran peligro, a pesar de que Biden ha dejado claro que la OTAN no intervendrá directamente.
¿Qué puede hacer Biden para evitar el choque de trenes que se avecina? Una de las esperanzas Demócratas es que los Republicanos metan la pata, lo cual siempre es una posibilidad viva. Si este verano la Corte Suprema de EEUU anula la sentencia Roe vs Wade, que legalizó el aborto en 1973, podría impulsar a las mujeres votantes a volver al redil Demócrata. Una escalada del conflicto de Ucrania también podría hacer que los votantes se unan al presidente. La única vez reciente en la que el partido de un presidente mantuvo el control en sus primeras elecciones de mitad de mandato fue la de George W. Bush en 2002, después de los atentados terroristas del 11-S.
Sin embargo, salvo que se produzca un gran cambio en el clima político, Biden debería prepararse para un Washington hostil en la segunda mitad de su presidencia. Dos años después de eso, es probable que EEUU asista a una repetición de las elecciones presidenciales de 2020. Trump dice que quiere volver a presentarse en 2024. Sus antecedentes sugieren que hay que tomarlo al pie de la letra.
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