Las plataformas de redes sociales deben vigilar más cuidadosamente tanto la publicidad médica como los contenidos generados por los usuarios.
¿Eres una mujer despistada? ¿Olvidadiza? ¿O muy habladora? pregunta un anuncio en TikTok, en el cual aparece una adolescente representando estas características para la cámara. El texto que aparece en la parte superior de la pantalla explica que, si es así, es posible que tengas un trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Y que éste es el momento de “tomar las riendas de tu TDAH”, solicitando una consulta y medicación a la empresa.
El anuncio de la start-up de telesalud Cerebral, con sede en San Francisco, es uno de decenas que aparecen en plataformas de redes sociales como TikTok e Instagram que animan a los adolescentes y jóvenes a auto diagnosticarse problemas de salud mental, y les ofrecen costosos tratamientos como solución.
Las tácticas de marketing han sido calificadas de “predatorias” por los grupos de supervisión, los cuales alegan que “simplifican demasiado” las afecciones de salud y fomentan los diagnósticos erróneos. Las recientes quejas han llevado tanto a TikTok como a Meta, propietaria de Instagram, a retirar algunos anuncios de Cerebral, empresa respaldada por SoftBank que inició operaciones en enero de 2020 y fue valorada recientemente en $4.800 millones, por considerar que constituían información médica errónea y perjudicial. Cerebral declaró al Financial Times que en el futuro empezará a evaluar sus anuncios con más detenimiento y que había “retirado todos los aviso comerciales preocupantes” en ese momento. “Estamos atendiendo los comentarios recibidos de los medios de comunicación y del mercado”, dijo.
Dejando a un lado la publicidad, el fenómeno responde a la explosión de contenidos sobre salud mental alimentada por la pandemia. Los influencers que comparten sus listas de síntomas han llenado cada vez más mis feeds en los últimos dos años, centrándose en afecciones como el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), el trastorno de identidad disociativo y el autismo. En TikTok, el hashtag TDAH tiene 10.600 millones de visitas, el de ansiedad 13.100 millones y el de neurodivergencia casi 3.000 millones.
Estas comunidades han forzado un debate más abierto en torno a la salud mental, han contribuido a desestigmatizar las afecciones y han aumentado la concienciación sobre los diagnósticos, sobre todo entre aquellos que pueden tener poco acceso a la asistencia sanitaria. Pero en el espacio libre de las redes sociales también hay grandes desafíos. Una investigación publicada recientemente en la revista Canadian Journal of Psychiatry, en la cual se analizan los 100 videos más populares de TikTok sobre el TDAH, ha descubierto que el 52 por ciento de los videos son “engañosos”. En algunos casos, los videos sugieren erróneamente que síntomas como la ansiedad, la ira y los cambios de humor son específicos del TDAH. Otros proporcionan información incorrecta sobre las causas del TDAH o sobre cómo hacer pruebas para detectarlo (uno presentó un test de audio como herramienta de diagnóstico).
En su versión más inofensiva, el autodiagnóstico puede surgir de un impulso adolescente por rebelarse de la norma, o por encontrar un terreno común con un nuevo grupo de compañeros. Incluso se han dado casos de falsificación de enfermedades, denominados “Munchhausen por Internet”. Pero más preocupantes son las implicaciones para quienes se identifican erróneamente como portadores de una determinada enfermedad. Doreen Dodgen-Magee, psicóloga y autora de Deviced! Balancing Life and Technology in a Digital Age, advierte que cuando los usuarios de las redes sociales se centran en un único diagnóstico médico, los algoritmos de las plataformas les brindan un sinfín de contenidos que ofrecen un “fuerte sesgo de confirmación” sin ningún contexto.
El año pasado, este fenómeno se reprodujo con un aumento de las adolescentes que acudían a las consultas médicas con afecciones que se atribuyeron en parte a TikTok. Según una carta publicada en el British Medical Journal, los jóvenes afectados “informan que obtienen apoyo de sus compañeros, reconocimiento y un sentido de pertenencia gracias a esta exposición”. Esta atención y apoyo pueden estar reforzando y manteniendo inadvertidamente los síntomas”. Algunos lo han llamado “efecto horóscopo”, es decir una profecía autocumplida.
Donde hay tendencias de TikTok, los anunciantes no se quedan atrás. Las marcas médicas imitan el tono y el formato de las publicaciones de los influencers. TikTok afirma que “elimina la publicidad que incita al autodiagnóstico o que pretende desalentar la búsqueda de un consejo médico adecuado por parte de un profesional de la salud”. Pero la implementación es claramente irregular. Olivia Little, investigadora principal de la organización sin ánimo de lucro Media Matters, afirma que los usuarios vulnerables son fácilmente explotados por empresas oportunistas que cobran no solo por una consulta, sino por suscripciones mensuales automáticas a medicamentos.
A pesar de todos los defectos del sistema sanitario, está claro que las plataformas de redes sociales deben vigilar con más cuidado tanto la publicidad médica como los contenidos generados por los usuarios, y domar los algoritmos que se alimentan de ellos. Los anunciantes “se aprovechan de una barrera a los servicios psiquiátricos, sobre todo en Estados Unidos”, señala Little. “Intentan explotar este vacío de diagnóstico”.
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