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El retorno de la amenaza nuclear del siglo XX

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha sido enfático en expresar su advertencia de que su país podría recurrir a las armas nucleares debido al desarrollo de la guerra en Ucrania y ha puesto en máxima alerta al arsenal nuclear ruso. FOTO: EFE / EPA / ALEXANDR DEMYANCHUK / KREMLIN POOL / SPUTNIK.

Putin ya rompió un tabú al amenazar con el uso de armas y Occidente debe planificar su respuesta.

La voluntad de Vladimir Putin de amenazar con armas nucleares es, de cierta manera, una buena señal: significa que Rusia probablemente esté perdiendo en Ucrania.  También es potencialmente catastrófico.  Si el objetivo de Putin es asustar a Occidente, está fracasando. La OTAN sigue aumentando sus suministros para Ucrania.  La cuestión es qué hará él si piensa que la derrota rusa es ineludible.  Putin sigue insinuando que sabe exactamente qué medidas tomaría. ¿Acaso está fingiendo? Es posible que ni siquiera él sepa la respuesta.

En cualquier caso, el genio ya salió de la botella.  Putin ha roto el tabú post Cuba de amenazar con el uso de armas nucleares.  Eso, en sí mismo, nos sitúa en un nuevo plano. Sin que la mayoría de la gente sea consciente de ello, el mundo está entrando en su periodo más peligroso desde la crisis de los misiles en Cuba de 1962.  La mayoría de las personas menores de 50 años han crecido pensando que el fantasma nuclear es una reliquia del siglo pasado. En las últimas semanas, la posibilidad de un intercambio nuclear se ha convertido en la amenaza más viva para la paz de este siglo.

En cuanto a la conciencia pública, el debate sobre el lenguaje de Putin es un buen ejemplo de que "los que no saben hablan, y los que saben no hablan".  Es fácil pensar en Putin como un adicto al póker que intenta salir airoso de una mala apuesta.  Al final debe retirarse.  Los funcionarios civiles y militares de EEUU no sufren tal complacencia.  Muchos han participado en ejercicios de juegos de guerra en los cuales el uso de armas nucleares tácticas de bajo rendimiento la mitad de las veces escala a un intercambio nuclear estratégico: llanamente, el fin del mundo.

Si hubiera un 5 por ciento de posibilidades de que Putin detonara un arma nuclear en el campo de batalla, el mundo correría más riesgo que en cualquier momento de la vida de la mayoría de la gente.  En los últimos días, podría decirse que la señal de Moscú ha elevado las posibilidades a una en 10.  Putin describió la prueba de la semana pasada del misil balístico intercontinental hipersónico Sarmat como algo que hace reflexionar a Occidente, lo que no sonaría fuera de lugar viniendo de Blofeld, el villano de Bond del siglo XX.  El miércoles Putin dijo: "Tenemos todos los instrumentos para esto [responder a una amenaza existencial para Rusia] — instrumentos de los que nadie más puede presumir.  Y los usaremos, si es necesario".

La respuesta natural es que Joe Biden y sus pares europeos han dejado claro que la OTAN no luchará en Ucrania.  En otras palabras, Occidente no representa ninguna "amenaza existencial" para Rusia, su umbral para el uso de armas nucleares.  Pero eso es solo lo que ve Occidente.  Las amenazas de Putin, y las de sus funcionarios, se han hecho en el marco de su afirmación de que Rusia ya está en guerra con la OTAN.  A los rusos se les dice todos los días que están en una lucha por la supervivencia nacional contra los nazis apoyados por Occidente.  Este nivel de retórica supera cualquier cosa dicha durante la guerra fría.

El concepto de destrucción mutua asegurada, que se impuso después de 1962, consiste en que cada lado tiene una visión clara de las rutinas y el pensar del otro.  La mayor parte del intercambio de información que se puso en marcha se ha abandonado en la última década. Putin ha cerrado los protocolos de la Guerra Fría e incluso ha acusado de espías a los científicos nucleares rusos que quieren reunirse con sus colegas estadounidenses.  Esto significa que los dos adversarios, que cuentan con el 90 por ciento de las ojivas nucleares del mundo, ignoran mucho más las señales que da el otro comparado con los años 70 y 80. La ignorancia, en esta situación, no trae la felicidad.

Una pregunta apremiante es cómo respondería Biden si Putin detonara un arma nuclear táctica en Ucrania. Entre sus opciones estaría un ataque convencional al lugar donde se origina el misil — una fábrica, por ejemplo, o el lugar de lanzamiento.  Otra sería imponer un embargo comercial total y sanciones secundarias a los que no lo cumplan, especialmente a China.  La primera — atacar territorio ruso — corre el riesgo de desencadenar una escalada letal que podría salirse de control.  La segunda podría ser desestimada por no ser suficiente.  Puede haber medidas intermedias, como apuntar a un barco ruso, o un gran ciberataque.

Todo ello implica adivinar cómo respondería Putin.  El resto de nosotros somos ajenos a los escenarios que se desarrollan en la Casa Blanca, y mucho menos en la mente de Putin.  Sin embargo, ahora mismo no hay nada más urgente para nuestro destino.

Edward Luce

Derechos de Autor - The Financial Times Limited 2021.

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