Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el término "Covid largo" hace referencia a los problemas de salud continuos o esporádicos que se producen al menos cuatro semanas después de la infección por Covid.
Gran parte de la afección es desconcertante: no existe una prueba de diagnóstico para confirmarla, ni una definición estándar de la dolencia, ni una forma de predecir quién la padecerá. Los síntomas más comunes, que pueden durar meses o años, son la fatiga, la falta de aire, el aumento del ritmo cardíaco, los dolores musculares y articulares, los trastornos del sueño y los problemas de atención, concentración, lenguaje y memoria; un conjunto de dificultades que se conoce como "niebla cerebral".
La inflamación continua o una respuesta inmunitaria disfuncional pueden ser los responsables, junto con los reservorios del virus que permanecen en el cuerpo, pequeños coágulos de sangre o daños residuales en el corazón, los pulmones, el sistema vascular, el cerebro, los riñones u otros órganos.
Solo ahora se está empezando a documentar el impacto en adultos mayores. En un estudio publicado en la revista BMJ, los investigadores estimaron que el 32 por ciento de los adultos mayores de Estados Unidos que sobrevivieron a las infecciones por Covid presentaban síntomas de Covid largo hasta cuatro meses después de la infección, más del doble de la tasa del 14 por ciento que un estudio anterior encontró en adultos de 18 a 64 años. (Otros estudios sugieren que los síntomas pueden durar mucho más, durante un año o más).
La tasa más alta de síntomas posteriores al Covid en los adultos mayores se debe probablemente a una mayor incidencia de enfermedades crónicas y vulnerabilidad física en esta población, rasgos que han provocado una carga superior de enfermedades graves, hospitalizaciones y muertes entre los mayores a lo largo de la pandemia.
Para las personas mayores afectadas por Covid largo, las consecuencias pueden ser devastadoras: aparición de una discapacidad, incapacidad para trabajar, reducción de la capacidad para realizar actividades de la vida diaria y una menor calidad de vida.
Pero en muchos ancianos, el Covid largo es difícil de reconocer.
"El reto está en que los síntomas inespecíficos como la fatiga, la debilidad, el dolor, la confusión y el aumento de la fragilidad son cosas que vemos a menudo en los adultos mayores gravemente enfermos. O la gente podría pensar que "es solo parte del envejecimiento", señaló Charles Thomas Alexander Semelka, becario postdoctoral en medicina geriátrica de la Universidad Wake Forest.
Washington Post - Judith Graham
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