Las metáforas de aviación no disimulan el hecho de que los banqueros centrales están luchando contra el exceso de inflación.
Los graves momentos que atraviesan los mercados suelen venir acompañados de algún tipo de artimaña para explicarlos. En 2020, fueron las letras del alfabeto. Tras la caída inicial de los mercados y de la economía por la pandemia de Covid, los inversionistas se centraron en la forma que tomaría la recuperación. ¿Tendría forma de V, con un rápido repunte desde las profundidades? ¿O en forma de W, con una sucesión de retrocesos? ¿O tomaría forma de "L", en la que todos somos derribados y no podemos volver a levantarnos?
Los economistas y los banqueros centrales dedicaron mucho tiempo a utilizar las letras para ayudar a la gente a entender lo que podría ocurrir. Al final, se impuso la V. Ahora, el alza histórica de la inflación es motivo de preocupación — la mano invisible que dibuja el movimiento ascendente en la letra elegida no suelta la pluma.
Los bancos centrales se defienden, pero las letras han sido descartadas. En cambio, el esquema para ayudarnos a todos a entender la tarea del presidente de la Fed, Jay Powell, y de sus colegas responsables políticos se ha centrado en los aterrizajes: aterrizajes forzosos, aterrizajes suaves y, en el medio, los aterrizajes bruscos.
Se han hecho muchos análisis sobre la cantidad de espacio que tiene el piloto Powell para trabajar. "El aterrizaje suave sigue siendo nuestro escenario de base, pero la pista de aterrizaje se está acortando y estrechando", como dijo el mes pasado Anders Persson, director de inversiones de Nuveen.
Sin embargo, la confianza de los inversionistas en esa trayectoria se está evaporando. A este ritmo, esa corta y estrecha pista estará rodeada de aguas infestadas de tiburones y asolada por huracanes. "Los responsables políticos han perdido el control de la narrativa, así que ahora tienen que actuar, pero si consiguen aterrizar suavemente, será porque son unos genios", afirma Kit Juckes, estratega macro de Société Générale. Juckes menciona que en un reciente viaje para visitar clientes inversionistas por Europa "todos dijeron que será un aterrizaje brusco".
Personalmente, creo que este tema podría ser más divertido si Powell se pusiera un uniforme y unas gafas de sol de aviador para sus ruedas de prensa, pero de momento, no hay alegría.
En sus últimas declaraciones al respecto esta semana, el presidente de la Reserva Federal efectivamente les dijo a los pasajeros que se preparen para un vuelo difícil. "Es muy probable que la lucha contra la inflación implique algo de sufrimiento", declaró en una reunión de banqueros centrales en Portugal.
Por supuesto, es conveniente centrarse en la Reserva Federal. A pesar de que se habla de un sistema financiero multipolar, los mercados estadounidenses dominan claramente el panorama de la inversión mundial. Cuando los inversionistas perciben que la inflación de EEUU va mucho más allá del control de la Reserva Federal y que ésta subirá las tasas de interés de forma aún más agresiva de lo que el mercado ya teme, los bonos del gobierno de EEUU caen con fuerza, arrastrando a las acciones a su paso y, por lo general, impulsando también al dólar.
Y el efecto dominó se extiende ampliamente — un ejemplo es el último susto relacionado con los bonos públicos de la eurozona que afectó especialmente a Italia. Al menos en opinión de Juckes, eso se debió en gran parte al campo gravitacional de los rendimientos de los bonos estadounidenses, y no a las noticias específicas de la eurozona o de la propia Italia.
Pero no solo Powell está intentando aterrizar de imprevisto, lo que podría hacer que los mercados se desplomen. Los mercados de deuda europeos aún tienen capacidad de quebrarse si los fondos deciden ir en contra del compromiso del Banco Central Europeo de evitar que se fragmente el mercado de bonos de la eurozona. La confianza en su capacidad para detener el vertiginoso aumento de los rendimientos italianos no es universal.
Y no hay que olvidar al Banco de Japón, que está llevando la contraria a la tendencia de tasas más altas y sigue esforzándose por mantener el rendimiento de los bonos del gobierno japonés cerca de cero. Algunos inversionistas y fondos de cobertura detectan una oportunidad para invertir en el fracaso de esta política, apostando a que los rendimientos están a punto de subir.
Mansoor Mohi-uddin, economista jefe del Banco de Singapur, advierte que, si están en lo cierto, este sería un momento desestabilizador para los mercados mundiales, estableciendo un paralelismo con la sorprendente eliminación del tipo de cambio máximo para el franco por parte del Banco Nacional Suizo en enero de 2015, una medida que hizo que la moneda suiza se disparara, acabara con todo tipo de operadores, desde gestores de fondos de cobertura hasta minoristas esporádicos, y sacudiera todas las divisas importantes.
"Los rendimientos de los bonos soberanos japoneses estarían por las nubes", afirma. Eso, a su vez, probablemente dispararía también el rendimiento de otros bonos. Cree que, en general, esto no sucederá. "El gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, no cederá", afirma. "Esta es una oportunidad única en una generación para conseguir que la inflación llegue al 2 por ciento".
Schroders señala que, para lograrlo, el Banco de Japón ha tenido que esforzarse para mantener los rendimientos bajos. Adquiriendo recientemente más de 10tn (millones de millones) de yenes en bonos semanalmente, cinco veces el promedio de menos de 2tn (millones de millones) de yenes que adquiere normalmente. Ahora es dueño de casi la mitad de todos los bonos soberanos japoneses en circulación.
Así pues, el Banco de Japón está volando en dirección contraria a la mayoría de sus homólogos, pero se enfrenta también a un difícil aterrizaje. Para la mayoría, la cuestión es tratar de no evitar un sufrimiento excesivo en las economías y, por extensión, en las carteras.
El Banco de Pagos Internacionales -el llamado banco central de los bancos centrales- tiene claro que los responsables políticos deben ser firmes. "La transición para salir de un régimen de alta inflación puede ser muy costosa una vez que se consolida. Todo ello exige una respuesta oportuna y firme", declaró la entidad de Basilea en un análisis de las presiones inflacionarias publicado como parte de su informe anual.
"Los bancos centrales entienden perfectamente que los beneficios a largo plazo superan con creces cualquier costo a corto plazo", añadió. "Y esa credibilidad es un bien demasiado preciado como para ponerlo en riesgo".
Si todavía tiene amigo lector la esperanza de que los banqueros centrales rescaten el valor de su cartera después de una espantosa primera mitad de año para la mayoría de los inversionistas, esa afirmación debería indicarle que es el momento de buscar la salida del avión más cercana a usted. Y recuerde que la salida podría estar detrás de su asiento.
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