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Rusia amenaza cínicamente el acuerdo de exportación de granos por el Mar Negro

La devastación de los ataques con misiles rusos en Odesa hacen prácticamente inviable que se ejecute el acuerdo para la exportación de granos de Ucrania. FOTO: EFE/EPA/STRINGER.

El bombardeo de Moscú plantea dudas sobre la seguridad de los barcos al momento de cargar la mercancía.

Si se necesitaba una prueba más del cinismo del Kremlin, pues se obtuvo este fin de semana. Apenas se había secado la tinta del acuerdo alcanzado un día antes para permitir la reanudación de las exportaciones de grano desde los puertos ucranianos bloqueados, cuando Rusia atacó el puerto de Odesa con dos misiles de crucero; se derribaron otros dos. El acuerdo sobre los granos, mediado por la ONU y Turquía, tiene por objeto evitar una crisis alimentaria mundial que, según ha advertido el Programa Mundial de Alimentos, podría sumir a otros 47 millones de personas en el hambre aguda. Si el acuerdo que tanto costó alcanzar fracasa ahora, la responsabilidad será de Moscú.

El bloqueo del Mar Negro por parte de Rusia tuvo un peligroso efecto sobre una cadena mundial de suministro de alimentos que ya estaba en dificultades por las interrupciones del coronavirus y las malas cosechas. Antes de la invasión de Moscú en febrero, Ucrania era el quinto exportador mundial de trigo, un proveedor vital para los países de Oriente Medio y África. Las restricciones a las exportaciones ucranianas han dejado 22 millones de toneladas de trigo, maíz y otros granos atrapados en los silos. La escasez de alimentos y la subida de precios ya están afectando a las economías en desarrollo de todo el mundo.

El ataque con misiles es especialmente perjudicial, ya que el acuerdo del viernes se basaba en gran medida en la certeza de que Rusia se atuviera a los compromisos de no atacar a los barcos comerciales que transportan granos desde los puertos ucranianos. Los funcionarios advirtieron que no estaba claro cómo se aplicaría en caso de infracciones.  La confianza entre Kiev y Moscú es tan escasa que ninguno firmó ningún acuerdo mutuo, sino acuerdos paralelos con la ONU y Ankara.

Ucrania no removerá minas a gran escala de sus puertos -lo cual podría dejarlos vulnerables al asalto ruso-, pero sus pilotos guiarán a los buques mercantes de granos por canales seguros. A cambio de las promesas de permitirlo, Rusia obtuvo garantías de la ONU y la UE para los armadores y las compañías de seguros de que podrían exportar granos y fertilizantes rusos sin que les apliquen las sanciones occidentales.

En realidad, Rusia no dio garantías de que no atacaría zonas de los puertos ucranianos que no estuvieran relacionadas directamente con la exportación de granos, por lo que el ataque del sábado sobre lo que Moscú afirma que eran objetivos militares técnicamente no rompió el acuerdo. Sin embargo, los operadores ya se mostraban escépticos sobre cuántos armadores estarían dispuestos a arriesgarse a navegar hacia los puertos ucranianos o a pagar las elevadas primas de riesgo que exigirán las aseguradoras. Aunque Kiev se ha comprometido, con toda razón, a seguir preparándose para exportar granos, incluso al mismo tiempo que condena el ataque de Moscú, y ha pedido a los barcos comerciales que se unan a las "caravanas", existen dudas sobre cómo se pueden cargar cantidades importantes de granos con seguridad si los bombardeos rusos continúan en las cercanías.

Moscú puede estar tranquilamente satisfecho. Complicó la vida a Kiev en la reanudación de las exportaciones. También hizo subir los precios de los futuros del trigo, que cayeron luego del acuerdo del viernes, por lo que ganará más con las exportaciones de sus propios granos, que pueden verse facilitadas por ese acuerdo, o de los productos que se sacan en contrabando de Ucrania y se les pone la etiqueta de origen "ruso".  Mientras tanto, al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, lo enviaron a varias capitales africanas para insistir en que la causa de la crisis alimentaria es Ucrania y las sanciones occidentales a Rusia, y no la invasión de Moscú.

Los países occidentales deben seguir haciendo todo lo posible para facilitar rutas de exportación alternativas, incluso por camión y tren, para los granos ucranianos, además de estar preparados para proporcionar ayuda a gran escala a los países afectados por la escasez. También deberían emprender una diplomacia más vigorosa con los países en desarrollo que han sido notablemente más comprensivos con la versión del Kremlin sobre lo que está ocurriendo en Ucrania. El conflicto no provocado del presidente Vladimir Putin sigue amenazando con provocar inanición a millones de personas. Si eso sucede, no se debería permitir que Moscú se escabulla de las consecuencias.

La Junta Editorial

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