El comienzo del año escolar, aunque puede ser emocionante, también puede ser muy estresante para los niños. Observar en sus hijos síntomas de ansiedad y darles un tiempo para adaptarse, sea a una nueva escuela o a sus nuevos compañeros, les facilitará a los progenitores y a los estudiantes un regreso a las aulas con menos incertidumbres.
El nivel de angustia aumenta si se suman factores tan desafiantes como el alto costo de la renta, la inflación, el alza de las tasas de interés, la guerra, las balaceras en las escuelas, que preocupan a los niños, a los padres de familia, maestros y autoridades. Esos temores son absorbidos por menores y tienen que detectarse a tiempo para buscar ayuda. Nunca olvide que en las escuelas y en los colegios hay equipos de trabajadores sociales y terapistas para darle soporte a sus hijos.
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Unos 15 días antes del primer día de escuela restablezca la rutina de sus hijos, con una hora fija para cenar e ir a dormir. Es importante volver a los horarios firmes para que las primeras semanas del comienzo de clases no sean estresantes para los estudiantes y padres de familia.
En caso de que para el alumno va a ser su primer año o irá a una escuela diferente, antes del primer día de clases vaya con él a pasearse en los alrededores del plantel educativo y, si puede, pida permiso para visitar sus interiores, eso le dará calma y seguridad al estudiante. “Hay que hacer lo posible para ofrecerle la sensación de control y seguridad”, dice Elena Rasines, psicóloga educativa del sistema de escuelas públicas de Montgomery.

Un factor a tomar en cuenta es que muchos niños inmigrantes tienen que adaptarse a un idioma diferente al que hablan con sus familiares en casa. Esa es una fuente de estrés y timidez que requiere un período de transición y adaptación. En el hogar puede ayudarlo de muchas maneras, una de ellas es comprándole cuentos e historietas en inglés y con dibujitos, eso les despertará el deseo de aprender. Si su bolsillo está desfinanciado en el área metropolitana hay muchas tiendas de segunda mano con una buena oferta de material didáctico y lúdico y a precios muy baratos.
Algo no anda bien
“Es normal que los niños al comienzo experimenten cierto nivel de angustia, más los que entran a primer año o los que se han cambiado de plantel. Si ya pasó el tiempo de ajuste y repentinamente, sin razón evidente, se niega a ir a la escuela, se queja de dolor de cabeza, sufre de náuseas, moja la cama, hace berrinches o tiene pesadillas hay que prestarles atención”, ese es el consejo de Rosa Delmy Alvayero, directora de servicios clínicos de la Universidad de Maryland.

Insomnio, falta de apetito, irritabilidad, llanto fácil o hiperactividad son signos que se suelen presentarse en niños angustiados. Entre los preadolescentes, en muchos casos, se producen daños físicos con cortes. Esta es una forma de lidiar con el dolor, pero a veces se vuelven modas y retos que se imponen entre los chicos y las chicas.
Al departamento de Alvayero no son pocos los casos que llegan con este tipo de laceraciones físicas. Estos síntomas son un grito de auxilio que requiere la intervención de profesionales en salud mental.
Si los adolescentes se vuelven agresivos sin razón, deja de gustarles lo que antes les apasionaba, dicen frases como “no sirvo para nada”, “soy un desastre”, “nada me hace feliz” o empiezan a dibujar actos violentos, algo anda mal y tal vez están pensando en lastimarse. “En ese momento vaya rápido a la escuela y pida ayuda a los psicólogos educativos. No deje de darles cariño, confianza, comprensión y de mantener una continua comunicación. En esta era de internet manténgase vigilante en todo momento”, es el pedido de Rasines.
Ellos son la prioridad
Hablar con los hijos, preparar la cena juntos, salir a caminar y propiciar conversaciones con vocabulario propio de la edad es una forma de hacerles sentir que son importantes. Aunque los peores días y temores sobre el contagio del coronavirus ya han pasado, no está por demás que les recuerde, con el ejemplo, los buenos hábitos que aprendieron durante la pandemia, como el de lavarse las manos en casa y en la escuela.
Si hay dificultades financieras o problemas de pareja, déjeles saber a sus hijos que están haciendo todo lo posible para resolverlos, “pero no les prometa lo imposible”, dice Rasines. Esta especialista les sugiere a los padres de familia mantenerse al tanto de las noticias, pero no más de lo suficiente. Los pronósticos de una recesión y de próximas turbulencias económicas, violencia e inseguridad aumenta el nivel de angustia y eso se trasmite a los niños. “Mi consejo es: si las noticias le hacen daño, no las vea”.
Establecer responsabilidades fáciles de seguir para los niños, como sacar a caminar al perro y ponerle agua fresca todas las mañanas, poner la mesa para comer o hacer la cama, les hará sentirse apreciados y útiles en las tareas familiares. “Nunca olviden -insiste Rasines- en que, pese a las situaciones difíciles, la prioridad son los niños”.
Entre otras técnicas recomendables para bajar las tensiones y la ansiedad es hacer ejercicios de respiración profunda, mejor si es en el patio de la casa o en un parque. Hágalos partícipes a sus hijos de estas actividades.
Portales para padres
Lo de ahora ya no es tanto el temor al coronavirus. Lo de hoy son las consecuencias que dejó la pandemia entre los escolares. “Tenemos más problemas de conducta y de retraso académico a nivel nacional y local y esas son fuentes de preocupación y estrés para niños, padres y maestros”, asegura Rasines.
Las desigualdades académicas antes de la pandemia eran muy conocidas. Ese vacío hoy es más amplio y profundo. De acuerdo al Harvard University’s Center for Education Policy Research, se espera un declive de al menos un 5% de ingresos a futuro entre los 50 millones de estudiantes de escuelas de áreas empobrecidas y que debieron aprender vía online, al menos la mitad del año escolar 2020-2021. “Esto podría parecer que no es mucho pero cuando se suma entre todos, la pérdida de por vida asciende a unos $2 trillones”, le dijo Thomas Kane, director de este centro de investigación educativa, a The Harvard Gazette.
Para aminar, en algo, estas disparidades académicas, sobre todo en matemáticas e inglés, el gobierno federal destinó $190 mil millones y en lo local, municipalidades como la de Fairfax, en Virginia, tiene el programa tutor.com para ayudar a nivelar a los estudiantes que están rezagados.
Los sistemas de escuelas públicas del área metropolitana ofrecen recursos para apoyarlos. Rasines pide encarecidamente que se inscriban en los portales de padres de familia, allí encontrarán información en español sobre programas extracurriculares en lo académico y emocional. “Reconozco que las familias están abrumadas, pero por la salud mental vale la pena que se involucren. Pregunten a los maestros, ellos los guiarán”.
A través de estos portales pueden recibir información sobre los programas extracurriculares y novedades de beneficio para los estudiantes. Además, las escuelas tienen consejeros y trabajadores sociales con información sobre salud mental, de alimentos, renta y consultas legales, en caso de asuntos inmigratorios. “Por ejemplo en Montgomery el vínculo entre las escuelas, los servicios comunitarios y los trabajadores sociales es completo”, asegura Rasines.
Póngase en guardia
Los tiroteos en las escuelas son una razón de preocupación, temor y estrés. “Me da miedo, pero solo tengo que encomendarlo a Dios”, le dicen algunos progenitores a Alvayero. “Los niños ven esas noticias y que sus pares son víctimas, hacen simulacros en las escuelas ante la amenaza de una balacera, pero los más pequeños no saben diferenciar entre si es real o es un adiestramiento y a veces eso es fuente de pesadillas, desasosiego y la causa para un cambio de comportamiento”.
Para Rasines, todo lo que los padres pueden hacer es creer que la escuela y la policía los protegerá. “Estas situaciones son una desgracia tanto para las víctimas y para quienes cometen esos actos y que mantuvieron a sus progenitores en la total ignorancia”. Esta terapista cree que esto “puede ocurrirle a cualquier familia y en cualquier lugar, no solo con los menores agresores sino con las víctimas de suicidios que no dan señales sino hasta cuando es demasiado tarde”. En junio, tres adolescentes se quitaron la vida en Maryland.
Los niños y jóvenes no saben cómo canalizar sus emociones. Con 4 de cada 10 adolescentes reportando que están sufriendo persistentes sentimientos de tristeza y desesperanza y uno de cada cinco diciendo que en algún momento han pensado en suicidarse, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), lanzaron hace pocas semanas la advertencia de que la crisis de salud mental en este grupo se está peligrosamente acelerando.
La recomendación de Rasines y Alvayero es crear un ambiente armonioso y las oportunidades permanentes para el diálogo con los hijos, reforzar la salud emocional de los niños y jóvenes con una rutina fija para dormir, para hacer ejercicio, una buena alimentación, higiene personal y motivación para estudiar.
Una comunicación fluida con los profesores de sus hijos para saber cómo están avanzando en sus estudios permitirá detectar a tiempo si hay problemas. Los adolescentes suelen desarrollar mecanismos para ocultar que están pasando por momentos difíciles, que están consumiendo sustancias prohibidas o son víctimas de bullying, eso se verá reflejado en el rendimiento escolar, de allí la importancia de mantener un canal de diálogo con los maestros.