Herschel Walker, y lo que encontré cuando volví al profundo Sur después de años.
Cuando nuestro avión aterrizó en Atlanta el mes pasado, hacía tres años que mi familia no volvía al profundo Sur para visitar a parientes y amigos. Dos años de restricciones por la pandemia nos impidieron hacer nuestra visita anual de verano, que era especialmente importante para nuestros dos hijos, ya que se estaban criando fuera de Estados Unidos y se perdían muchos eventos familiares.
Estábamos emocionados, pero también un poco ansiosos. En nuestro último viaje, en 2019, terminé discutiendo en la cena con un familiar después de que comentara que los tiroteos masivos en Estados Unidos eran simplemente "el precio de vivir en una sociedad libre". Las demás personas que estaban en el restaurante no pudieron evitar notar que perdí la calma, incluso mis hijos, quienes sintieron vergüenza al ver a su padre armando un pequeño escándalo. ¿Habría más gritos por venir? Algunos familiares habían adoptado lo que nosotros considerábamos posturas bastante extremas sobre el Covid-19, así que estábamos a la defensiva.
Era difícil no pensar en el estado de ruptura de la política estadounidense mientras nos dirigíamos por una carretera de dos carriles poco transitada a una reunión familiar. A lo largo de un tramo lleno de pastizales, vimos un granero totalmente cubierto con una pancarta gigante de la campaña de Trump-Pence que había sido modificada para la insurrección después del 6 de enero. Habían tachado el nombre de Mike Pence con pintura, seguramente fue alguien leal a Trump que creía que hubo fraude en las elecciones y que el exvicepresidente era un cobarde o algo peor.
Un poco más adelante, empezamos a ver carteles que promocionaban la campaña para el Senado de Estados Unidos del Republicano Herschel Walker, un aliado de Donald Trump que casualmente también era uno de mis héroes deportivos cuando yo era niño y vivía en Georgia. Ver el nombre de Walker me transportó al Año Nuevo de 1981. Estaba yo sentado en un trozo de alfombra frente a un gran televisor de consola revestido de madera y el acababa de ganar el campeonato nacional universitario con los Bulldogs de Georgia, mi equipo de fútbol americano universitario favorito de la infancia.
El fútbol universitario es una segunda religión en el sur del Cinturón bíblico y, en aquellos días, Walker era un santo secular en Georgia. No solo ganó el campeonato en su primer año, sino que más tarde nos enteraríamos de que Walker también había jugado la mayor parte del partido con el hombro dislocado que tuvo que volver a colocar en su lugar. Me pregunto cuántos georgianos amantes del fútbol considerarán que los notables logros deportivos de Walker lo facultan para el Senado cuando voten en noviembre.
Admiraba a Walker cuando era chico, pero la idea de que ocupe la Cámara Alta del Congreso me llena de temor. Trump defendió su candidatura y lo ve como un rival convincente para el titular Demócrata, Raphael Warnock. Ambos hombres son negros. Walker jugó en un equipo profesional propiedad de Trump en la década de 1980, apareció en su programa The Celebrity Apprentice y lo designó para formar parte del Consejo Presidencial sobre Aptitud Física de su gobierno. Por lo tanto, no es de extrañar, que Walker haya repetido las mentiras del expresidente de que las elecciones de 2020 estaban amañadas.
Desde que lanzó su candidatura, se ha divulgado que varias de las afirmaciones de Walker, como que sirvió como autoridad de seguridad pública y que se graduó como el mejor de su clase en la universidad, son falsas. Además, su exesposa lo acusa de haberle apuntado con una pistola a la cabeza. (Él asegura que no recuerda el incidente debido a su trastorno de identidad disociativo). Tener a Walker en el Senado, donde podría intensificar cualquier teoría conspirativa que Trump esté publicitando, me parece una mala idea, sobre todo cuando el país está en un estado tan volátil.
Con este año he vivido más tiempo afuera que en el sur. Todavía hay muchas cosas que me gustan de mi tierra, pero hace tiempo que dejé de utilizar explicaciones con matices y razonamientos sumisos para defenderlo. Sin embargo, lo que sí persiste es la creencia de que la región está avanzando lentamente hacia el progreso, una creencia que se inspira en la famosa cita del gran georgiano Martin Luther King Jr. de que “el arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia".
Últimamente no se ha podido ver mucha evidencia de ello, al menos no desde lejos. Pero luego recuerdo que fueron dos los Republicanos de Georgia (el gobernador del estado, Brian Kemp, y el secretario de Estado, Brad Raffensperger) quienes se resistieron a las presiones de Trump para invalidar los resultados estadales de las elecciones de 2020. El valor que demostraron, junto con el de algunos Republicanos, ofrece la esperanza de que, en un momento en el que se habla de una nueva guerra civil, podría haber una forma de que un país dividido encuentre un terreno común.
En cierto modo, lo conseguimos en nuestra visita familiar. Incluso en mi familia, que es amante del fútbol, no se habló de la candidatura de Walker. Resulta que después de tres años de no habernos visto, estábamos demasiado contentos con el reencuentro como para pelearnos por la política.
Derechos de Autor - The Financial Times Limited 2021.
© 2021 The Financial Times Ltd. Todos los derechos reservados. Por favor no copie y pegue artículos del FT que luego sean redistribuidos por correo electrónico o publicados en la red.
Lea el artículo original aquí.